top of page

UNA EXPOSICIÓN EN PRIMAVERA

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Y un celeste color arena

 


Can't we give ourselves one more chance

 Why can't we give love that one more chance

 Why can't we give love? 

Give love, give love, give love

 Give love, give love, give love

Give love,  

give love

David Bowie & Queen - 1982 

 

 

Cursi por Jana Ugaz

Escribe Lucy Quintanilla 


Toda la mañana ha sonado David Bowie mientras escribo, entre China Town, Rebel Rebel y Ziggy Stardust, tantas veces vuelvo a Under Pressure, tantas incluso ya sin escuchar la letra, lo que en el fondo es imposible, la repito y la vuelo a poner, y otra vez y luego me quedo con algunas frases rondando en mi mente que no se detiene jamás.  


“¿Por qué el amor es una palabra tan pasada de moda?, ¿por qué no podemos darle al amor una oportunidad más?, dar amor, ¿por qué no podemos dar amor?...Ese amor que nos desafía a cambiar nuestra manera de cuidar de nosotros mismos y de los demás.” 

 


MIRAFLORES 6:00 P.M. 


Lima, caótica, desesperada, desordenada, totalmente bajo presión.  

Lima colorida, colorida, colorida. 

Lima en blanco y negro. 

Lima en hora punta, al borde del desmayo, la ciudad que en este momento no logra pensar ni respirar, envuelta en el más negro smog y sudando agitada, agotada y esperando unos instantes para parpadear. 


Unos instantes para pensar, para cerrar los ojos e imaginar que todos los días puede vivir en paz, que puede ver los colores con más nitidez, tocar las texturas, caminar bajo una luz cálida, leer la belleza a través de los ojos de otros, escuchar sus voces tranquilas, tocar una realidad distinta a la de siempre. Lima que, de vez en cuando, también se pone Cursi, como la exposición que he elegido para hoy. 


Hoy, la artista Jana Ugaz presenta su primera exposición individual y ha decidido llamarla “Cursi”. Todavía hay tiempo, todavía estoy muy cerca de la Alianza Francesa y conozco los caminos de memoria. Me voy a desviar un poco, quizás vaya en modo zigzag, por aquí y por allá, e intentaré tomar unas fotografías de la vorágine a esta hora, de ese remolino de información en la calle que es un video reportaje en vivo y en directo, de ese contraste tan intenso entre las múltiples realidades de la capital sobre ruedas o sin ellas, esa analogía feroz entre el antes y el después de entrar al mundo que solo una obra de arte nos puede dar.  


Al menos, por aquí, la hora punta no es tan sísmica. 

 


EL SONIDO DE LA NOCHE 


Una tajada de luna se asoma, me detengo, puedo hacerlo, la capturo con el teléfono pensando que tal vez mañana ya no sea igual. Entonces, aparece un árbol, olvido la idea y ya solo la observo. Aparentemente está tan cerca, bastaría con subir al décimo piso de un edificio para mirarla frente a frente. Y en el fondo todos, o casi todos, sabemos que está al otro lado del infinito, inalcanzable, libre, eternamente seductora. Es bonita, pienso, linda, lindísima, es la paz en las calles para quien logre mirar hacia arriba. 


Todos caminan apurados, toman taxis, buses, cogen motocicletas, manejan y se ven cansados. La noche suena ronca, con ecos de silbatos policiales, de bocinas y motores con hambre.   Las luces de las calles ya se encendieron y mientras los vehículos orquestan esta caminata la variedad es infinita: puestos ambulantes todavía abiertos, con muchas golosinas y la curiosidad voraz de algunos por saber, casi terminando el día, qué dicen los titulares en los diarios hoy, hombres agolpados leyendo en la oscuridad encabezado tras encabezado...Me da curiosidad porque jamás lo hago, pero me acerco a ver qué maravillas interesantes hay colgadas entre esos restos de papel periódico...No encuentro nada. Ninguna...Nada bueno al menos. 


Un sonido más vivaz y entusiasta, una habitación llena de cuadros, de un texto curatorial a la entrada y de una zona entregada a las casi cincuenta cartas que Jana Ugaz les ha escrito a otras artistas, con agradecimiento, admiración, ternura. Una exposición en la que ha pintado una parte de la vida y en la que ha escrito otra parte de ella.  


El color adentro y el color afuera. Las paredes de las avenidas, los autos que pasan volando y que son forzados a detenerse ante la luz roja, la vestimenta de las personas, las frutas expuestas, las envolturas de todo lo que se vende a esa hora, las bicicletas, sus cascos y faros, los árboles, las flores casi ausentes, otra vez los muros y letreros. Otra vez las casas y los restaurantes. Otra vez, los caminos y los nombres de sus vías. Color y más color. El color en las venas. El color que satura.  


El color que salva. 


Morados granate, azules turquesa, rosados tierra, verdes azulados, celestes amarillentos, amarillos anaranjados y naranjas rojizos. 

Los cuadros me recuerdan a la naturaleza, elijo quedarme frente a un atractivo caos con múltiples llamadas en verdes, amarillos y algo de celeste, ¿o, es gris?, uno muy claro en todo caso, un poco parco, un celeste arena... ¡Es que es gris! ¿O será que yo le quiero encontrar ese eco azuladoí? Por eso me quedo allí. El color me da paz, aunque hay ruido alrededor, el cuadro que arroja luz y otra vez esa sensación de calma pasajera porque el caos hace bis. Una estética creada desde la admiración por los demás. Un rompecabezas por un momento y también esa ficción que cada uno puede descifrar. 

 


CURSI

 

El día ha resultado un constante altibajo de sonidos risueños y otros fastidiosos, sutiles y toscos, bondadosos y algunos malvados. Algo así como este viaje hecho en casa. La furia de la calle en la hora pico y la ilusión de una artista que contagia a los visitantes. La ilusión siempre es colorida, cálida y va garabateando entre una idea, un sueño, la realidad y los seres humanos. 


Cruzo la doble pista y mientras espero al medio, un tropel de ciclistas llueve a cántaros y su velocidad de rally me hace frenar con fuerza y adherirme al suelo como un personaje de dibujos animados. 


Viendo las obras de Jana recordé una frase de Snoopy que dice “no estoy triste, solo tengo un poco cansada la alegría” ...Y, al mismo tiempo, recuperé en mi mente las palabras de una divina Mafalda, divinamente cítrica, sabia y generosa: “¡Buen día, mundo! ¡Buen día gente buena de toda la tierra!” 


El pequeño perro de Charlie y la niña más honesta del universo creada por Quino, reflejan esas ansias por tratar de entender la vida más sana, más justa y viva. Y la palabra cursi me devuelve a las ansias de expresión sin restricciones ante lo que tantos llaman meloso, azucarado, pegajoso. Cursi como sinónimo de honesto. Cursi como antónimo de reprimido. Cursi como herramienta para expresar con libertad lo que sentimos. 


La maravilla de entender que como espectadores tenemos la libertad total de darle uno y mil significados, interpretaciones y nuevas palabras a las obras que los artistas han creado. Es la unión de todos los eslabones en este proceso de intercambio, esa conversación entre nosotros y ellos, los otros creadores, aunque ellos no estén aquí, ahora. Esa reunión que siempre abre una gran puerta a las nuevas experiencias.


¿Cuántas veces nos habremos quedado callados o habremos reprimido la necesidad de expresar el amor, emoción o alegría que sentimos, por vergüenza o por miedo a la reacción ajena, inesperada para nosotros? 


Será que ser cursi implica el almíbar sin que éste tenga que ser bien recibido siempre...


Sigo caminando, fotografiando y respirando. Alguien muy serio me indica que guarde mi teléfono. Parece enojado e igualmente preocupado. 


Entiendo la sugerencia. Se llama Inseguridad Ciudadana, un golpe más atroz y letal que la hora punta. La bruja que, aquí, siempre le gana la guerra a la libertad. 


El único contraste, intenso, con el colorido de las pinturas se refleja en los 47 sobres blancos, ordenados al milímetro y disponibles para que cada visitante los elija, los abra y extraiga las cartas escritas a mano, en tinta negra, con nombre y apellido, y descubra lo que la autora ha querido decirles, en líneas tan sinceras como cursis, lo que siente. 


Habría que volver a escribir a mano más seguido, pienso.  


Habría que ser cursis con más frecuencia, también pienso. 

 


LA MARCHA DEL ABEJORRO 


Bonito, todo me paree bonito. Escribir a mano. Ser cursi. Usar con libertad mi teléfono y caminar sin sentir la sombra constante del miedo y la violencia en las calles

capitalinas, zumbando como un abejorro, alrededor, en círculos, sin tregua ni paciencia. 


Cada día, algunos lugares del mundo entonan a través de sus contextos “El vuelo del abejorro”, esa obra musical que desnivela por completo tu atención y desvía tu mente hasta el más allá, la trae de vuelta, la pone de cabeza y a ti también, la hace retroceder y avanzar, dormir y despertar, reír y llorar, gritar y quedarse en silencio, una pieza que rompe todos los parámetros de aquello llamado sosiego y que es el fiel reflejo de la locura que todos tenemos dentro, esa que suena al murmullo ensordecedor de un moscardón al ataque, imponente y exasperado. 


Cada día, esos mismos lugares entonan a través de sus contextos “El vuelo del abejorro”, como una oda a la ligereza de esos seres capaces de llegar a cualquier parte del mundo, a las nuevas oportunidades, a las búsquedas, a la curiosidad, la creatividad y a una imaginación sin límites que permite que, algunas veces, la ilusión colorida ahora sea tangible. La amabilidad. La cercanía. Los sueños por cumplir. Los sueños cumplidos. Las ficciones que parten de la realidad y la realidad que se permite anhelar, aunque tenga los pies totalmente puestos sobre la tierra. 


Cursi para soñar que afuera todo podría, algún día, ser distinto. Cursi para crear nuestra propia película dentro de un cuadro y a través de sus colores, de los nombres propios, de las citas con una hora de inicio y otra de fin. Cursis y dichosamente cursis para escuchar El vuelo del abejorro y descubrir que es el interludio de la preciosa ópera “El cuento del zar”, compuesto en 1899 por el músico Nikolái Rimski-Kórsakov, una historia de amor por la familia, los amigos y las parejas que nos narra cómo una adorable princesa - cisne le indica al príncipe Gvidón que ahora podrá transformarse en un insecto y así volver a ver a su padre que no sabe que él sigue con vida. Esta historia que en el fondo es el encuentro de los mundos y el triunfo del perdón y de creer que lo imposible es firmante posible. 

 

He tomado una hoja que está al lado del texto curatorial escrito por Luisa Fernanda Lindo.  Blanca Varela tenía razón en todo lo que escribió sobre estas líneas y también entre ellas: 


“digamos que ganaste la carrera 

y que el premio 

era otra carrera 

que no bebiste el vino de la victoria 

sino tu propia sal 

que jamás escuchaste vítores 

sino ladridos de perros 

Y QUE TU SOMBRA 

TU PROPIA SOMBRA 

fue tu única y desleal competidora” 

 

 

Bonito...Todo me parece bonito... 

 


Encuentra mas historias increíbles en LitiArt Instagram , Facebook y Twitter

Gracias por acompañarme en este viaje literario a través del arte y la cultura.

AQUÍ encontrarás más noticias sobre uno y mil temas totalmente artsy que espero te motiven a seguir buscando más y más.


¡Bienvenidos a LitiArt! 

 

Entradas recientes

Ver todo

Commentaires


  • White Instagram Icon

© 2023 by Lucy Quintanilla.

bottom of page