De las raíces eternas a la perfecta sincronía
I didn’t want to be just a dancer,
I wanted to own and use the language of art.
Yo, no solo quería ser una bailarina,
quería apropiarme y usar el lenguaje del arte.
Diana Vishneva – The New York Times
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Escribe Lucy Quintanilla
Cuando Alicia le pregunta al conejo blanco si la ama, él le responde que no. Cuando ella se asusta, se enoja y comienza a frotarse las manos como cada vez que se siente lastimada, él le dice la razón principal para ese desamor:
Si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de pura alegría alrededor de tu corazón, mis débiles dardos se harán letales y te destruirán. La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo: "¡Evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma!".
¿Cuántas formas de amar, y de amarnos más, existirán? Intento encontrar las respuestas en un espacio y en un instante en donde el mundo parece detenerse feliz, calmo, libre y dispuesto a prestar tanta atención, sintiendo el poderío que emana desde tan cerca, la energía de la vida bailando, cantando, zapateando, aplaudiendo y gritando que el momento perfecto es ahora.
Es verano en Madrid, uno volcánico, a punto de erupcionar, con esa mirada felina que solo un cielo siempre azul logra aplacar, los días parecen cada vez más largos, las noches que llegan con prisa y el espíritu de una cultura que se descubre en sus tonos de voz, en sus costumbres al atardecer, en la búsqueda de la reunión con el otro, en el calor de sus gestos y también en el mismo fuego que emana del sol, trasladado a la intensidad de sus expresiones.
El Teatro de la Zarzuela está a punto de hacernos entrar en el país de las maravillas, de mitigar el cansancio, atizar el entusiasmo y, por unos minutos largos, generosos y repletos de alegría recordarnos que, entre el pasado, el presente y el futuro hay un solo soplo de ilusión, ese que te dice sigue, avanza, haz y crea algo más grande, algo distinto, algo bueno...Sin olvidar jamás tus raíces.
GENERACIONES
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Seis de la tarde en la Calle Alcalá. Seis y diez en la Calle de Jovellanos. Seis y quince en el Teatro de la Zarzuela que ha encendido todas sus luces, ese lunes de julio, listo para mostrarnos el ensayo de una obra que dejará una huella indeleble tras de sí: Generaciones, del Ballet Nacional de España, se estrena tan solo en algunas horas más. Memorias de danza, del tiempo que se asombra con ojos de niño, de la precisión abrazando cada nota musical, de una nueva página en blanco como espejo de incontables emociones.
El reto más importante surge porque El Ballet Nacional tiene grandes joyas, pero si sacamos las joyas del cofre hay que cuidarlas perfectamente, hay que llevarlas puras, limpias y cristalinas. ESTO TIENE QUE BRILLAR COMO EL PRIMER DÍA. Y, para eso, hay que darles mucho mimo, mucho cariño y mucha paciencia, porque hay que coger un estilo. Por eso les decía a los bailarines: cuando vean Ritmos, tienen que ver el estilo de Alberto Lorca y después tienen que cambiar y viendo Grito, se tiene que percibir el aroma de Antonio Canales. HAY QUE PONERSE EN LA PIEL DE CADA COREÓGRAFO PARA QUE SE VEA CLARAMENTE LA ESENCIA DE CADA UNO - dice, Rubén Olmo, director de la compañía del Ballet Nacional de España.
He visto tantas veces apagarse las luces bajo la cúpula de un gran teatro y subir el telón rojo, casi en cámara lenta. He sentido en esos segundos tanta emoción por lo que enseguida ocurriría y cada vez ha sido una nueva pieza de magia hecha realidad. Sin embargo, hoy, quizás ninguno de nosotros está preparado para lo que enseguida llegará: una avalancha de energía que se apodera de ti y te envuelve por completo, que inunda cada uno de tus sentidos y te devuelve impetuosamente a tus orígenes, también a la lucha contigo mismo en el camino elegido, a la intensidad del amor en sus múltiples versiones y a las palabras que se construyen a través del ritmo, de las miradas penetrantes y las voces que salen del alma, de los sonidos guturales de la naturaleza trasladados al escenario humano, de las sonrisas y el lenguaje oral escrito con el cuerpo.
- Y, en ese proceso, dentro de este desafío, ¿has sentido que los chicos se han caído y se han tenido que levantar, y volver a caer y levantarse nuevamente, o ha sido relativamente familiar para ellos?
-Con este programa siempre se ha resuelto. Hemos dicho, falta todavía un poco, falta todavía que se note aún más el estilo, que sea más concreto. Y HASTA HOY. Hoy es el último día de presentación, pero hoy seguimos con las correcciones, hemos hecho las correcciones de ayer y no porque sea el último ya no las vamos a hacer. Estamos atentos a cada detalle.
- Se trata de ajustarlos el último día, aunque todas las funciones hayan sido grandiosas. Siempre se puede mejorar...
- ¡Claro¡ Y siempre pasa algo, son treinta y cinco bailarines en escena. Siempre prestar atención porque puede haber alguno que se ha colocado en una marca diferente, uno que no está en su sitio, en la posición justa...
- El maestro perfeccionista
- Sí, sí, sí. No solo yo, todo el equipo. Tengo un equipo de repetidores, mi asistente y todos están en el patio de butacas con sus carpetas y prestando atención al mínimo detalle.
Un viaje a través de la historia de la danza española nos devuelve a la realidad, una llena de libertad y la invitación constante a descubrir y redescubrir, a descubrirse y reconocerse a uno mismo a través de la música, de los pasos de baile, de la creatividad en escena, de la iluminación, el vestuario y el reflejo del ser humano narrado a través de Ritmos, Grito, Pastorela y Jacaranda, los cuatro programas elegidos por la compañía para describir el paso de la vida que no se limita a la cultura en este país, sino que más allá de tu nacionalidad el halo de alegría y efusividad te atrapan y ya no hay vuelta atrás. Has sido poseído por una entrega que te recuerda que estás más vivo que nunca, que puedes sonreír muy grande, que el precio de la libertad real es elegirla, aunque eso conlleve muchísimo trabajo y aprender a observar alrededor, al de al lado, a prestar atención y a escuchar realmente, como lo hacen estos artistas que avanzan en familia y que saben que el resultado del éxito personal es producto del trabajo conjunto, que las oportunidades se abren mutuamente y que para ser visto primero hay que aprender a mirar.
Y comprender que la sincronía y el vigor humano también está inspirado en la sincronía y el vigor de los animales, cuando ellos también bailan, como las aves, como los peces, como las mariposas, o cuando cantan o construyen una vida inigualable como los pingüinos, tan puros como sabios. Así, resulta increíble ver tantas escenas rescatadas de la naturaleza en una coreografía, en un movimiento de dedos, de cabeza, de las piernas o la espalda, en un giro o en un grito. Y entonces, también es posible reconocer en este cuadro la potencia de los árboles que aparentemente tan solo están de pie y, sin embargo, son la fuente de la vida, imponentes de día o de noche, amorosos cuando conversan entre ellos, bondadosos cada día que salen al escenario de la vida y felices tan solo por hacer lo que tienen que hacer.
PERFECTA ALEGRÍA
- A veces, se considera que ser perfeccionista es un defecto. Pero en la danza, es una virtud.
- Claro. Sabemos que la perfección no existe para toda la vida. LA PERFECCIÓN ES COMO LA ALEGRÍA, la sientes dos horas, un día, tres días, pero la alegría viene y se va, es algo temporal, no es algo que se queda en ti, decir estoy alegre durante todo el año, eso es imposible.
LA PERFECCIÓN ES CUANDO ESTÁ LA EMOCIÓN, ES CUANDO ESTÁ LA TÉCNICA Y CUANDO LA TÉCNICA ESTÁ TAN SUPERADA QUE ESA EMOCIÓN SE ELEVA A LOS DIOSES. ESA ES LA PERFECCIÓN. Cuando la gente dice ¡olé! es porque ESE ES EL MOMENTO DE PERFECCIÓN, PORQUE TODO HA ENCAJADO.
La perfección de la danza clásica sumergida en cada hebra que va tejiendo la contemporánea, el flamenco y la danza española. La simetría absoluta, totalmente figurativa en Ritmos y Grito, narrando entre actos una historia abstracta desde Pastorela y Jacaranda que, finalmente, también hablan de la vida que jamás pasa en vano, que construye cada día lo que llegará mañana, generación tras generación evocando luego los días felices, los baches, las caminatas largas llenos de dudas, las celebraciones sin fin junto a los seres amados, las montañas rusas trazadas a mano, los triunfos y la pérdidas irreversibles...Aunque tal vez las pérdidas, incluso las más agudas, nunca sean realmente irreversibles, todo lo contrario.
PASTORELA
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La vida, la lucha, el juego, el logro, la caída, seguir avanzando, seguir creando. Un contraste puro entre los conceptos que resultan una analogía como libertad presa o la soledad acompañada. Es hora de percibir esa libertad total por el movimiento de la protagonista que va rompiendo los esquemas en donde, de pronto, hay un giro total de lo esperado mientras la teatralidad te narra que ella está presa. La ambivalencia de la existencia, la ambigüedad en el camino. La vulnerabilidad, ir contra la velocidad impuesta, la expresión de la voluntad a través de cada centímetro del cuerpo. Ser niños, convertirnos en adolescentes, en adultos, envejecer y crecer, que no son sinónimos, los miedos, los desafíos, los riesgos, experimentar, jugar, soñar, hacer realidad, ir, volver, subir, caer, preguntar, responder, mirar, escuchar, saborear, oler, tocar...
SENTIR
No pasará mucho tiempo para que Alicia escuche al conejo y un día arribe en un escenario mediterráneo, esta vez vestida de verde y envuelta en un papel hecho a la medida, uno que solo ella puede bailar y así regalarle al público un significado que sería la mayor lección de vida: amarse a uno mismo sin comas ni puntos, sin guiones, sin edición ni calendarios editoriales.
Amarse a uno mismo. Y, ¿qué significa eso?
- El arte es sinónimo de amor y la danza definitivamente es sinónimo de belleza, de alegría, de luz y también de cuestionarse las cosas. ¿Cómo definirías el amor desde la danza?
- Para mí el amor es entrega y la base de todo es el amor a uno mismo, EL AMOR PROPIO. Creo que es desde allí que puedes expresar y dar amor a los demás. Si tú mismo no viajas hacia adentro de ti para saber quién eres realmente, porque el escenario está lleno de máscaras y personajes, si no buscas dentro de ti y descubres quién eres y consigues amarte a ti mismo entonces no puedes dar amor a los demás, no puedes entregarte y tampoco puedes expresar amor con la danza - dice Inmaculada Salomón, la bailarina que protagoniza Pastorela.
PORQUE EN LA DANZA Y EN LA VIDA, EL AMOR PROPIO ES LA BASE DE TODO, ENCONTRARTE A TI MISMO, DARTE AMOR A TI Y LUEGO PODER EXPRESARLO A LOS DEMÁS, continúa.
Antonio Ruz es el creador de esta pieza única y atemporal, alguien que tiene entre su vocabulario una palabra clave que es DIVERSIDAD y cuyo sello, en realidad, está construido en base a múltiples sellos por donde su imaginación va navegando e inspirándose para lograr un resultado final distinto, emotivo y especialmente cargado de matices, aquellos que enriquecen una pieza y que le permiten a la audiencia multiplicar la intención de sus miradas e interpretaciones.
-Esa convivencia de disciplinas y entender que todo forma parte de un todo... Hoy en día, la sociedad en general tiene ese afán por etiquetar y ponerte un sello. Y mi sello creo que está hecho de muchos sellos, referencias y procedencias. En Pastorela, ocurrió que Inmaculada Salomón y yo tuvimos un enamoramiento total por la danza, una conexión que no suele pasar a menudo y cuando ocurre es algo tan mágico, tan bonito y verdadero. Rubén lo notó y tuvo la idea de hacer los solos especialmente para estas bailarinas y yo encantado, fue algo súper fluido, era un desafío para los dos, tanto para ella como para mí, pero muy contentos.
-Antonio, ¿cuál ha sido el mayor reto de Pastorela?
-Cada vez que me enfrento a una pieza de corta duración. Contar algo en tan poco tiempo me parece muy difícil y entonces, en vez de hacer una dramaturgia muy compleja y excesiva DECIDÍ IR A LA SENCILLEZ, NO A LA SIMPLEZA SINO A LA SENCILLEZ QUE AL FINAL ES LA COMPLEJIDAD. Y así, se trata de ella, un escenario negro, un piano, un vestuario, una luz y un foco y no hay más decoración que esa. Y, con esa austeridad de elementos mi reto era ese CÓMO CONTAR ESTA HISTORIA, CÓMO ESA BAILARINA INCREÍBLE PODÍA EMOCIONARNOS Y EVOCAR TANTAS IMÁGENES CON ESOS ELEMENTOS. La música fue el punto de partida y luego hicimos un primer acercamiento a estos sonidos para ver cómo el cuerpo de esta bailarina tan versátil, maleable, tan fácil, dúctil y potente puede reaccionar a esa cantidad de notas, sutilezas, suspensiones, velocidad, juegos, florituras del barroco español que tiene esa música. Cómo jugar con ella y cómo reconstruir con ella.
Fue un trabajo muy exhaustivo a nivel físico.
A mí me gusta cuando una obra me interpela y digo ¿esto qué es? Y me gusta cuando el público se pregunta ¿qué le está pasando a la intérprete?, ¿por qué se mueve así?, ¿qué le hace moverse así? Son preguntas súper interesantes.
Y SÍ, HAY ALGO DE LOCURA TAMBIÉN EN ESA VELOCIDAD, EN ESE JUEGO DE ELLA MISMA CON ELLA MISMA, ES UN JUEGO MUY ÍNTIMO DENTRO DE LA COMPLEJIDAD COREOGRÁFICA Y UNAS FILIGRANAS EN TODO SU CUERPO, Y EN LA MÚSICA Y EL ESPACIO. Ella está metida casi bailando delante de un espejo en su casa o en su tocador, poniéndose ese vestuario, retocándose la chaqueta y entonces, otra vez empieza a bailar.
Aquí la narrativa es ese diálogo poético entre la música y el movimiento, entre algo que se está desvaneciendo y algo que es eterno, infinito. Ese juego del cuerpo con el sonido, el vestuario y la luz y no hay nada más.
Lo interesante es que cada espectador hará una lectura de eso y HAY TANTAS LECTURAS COMO ESPECTADORES.
La conversación con Antonio Ruz es larga y enriquecedora, y a través de su voz la imagen de Inmaculada está presente en cada descripción, ella en el teatro madrileño y el público estupefacto con los esquemas rotos, los aplausos finales incansables y tantas preguntas como respuestas.
- Para mí Pastorela es el culmen de mi carrera y ha llegado en el momento preciso porque durante todos estos años he estado buscándome a mí misma como bailarina y creo que ahora todo se ha dado en el momento preciso en que estoy emocional y mentalmente con una madurez alcanzada. Es una coreografía muy complicada que requiere mucha técnica, pero también mucha interpretación y creo que no hubiese llegado en otro momento que no fuese ahora - dice, Inmaculada.
- La vida dijo ya estás lista y ahora te lo voy a dar.
-Eso es. Totalmente. Eso lo que siento.
-¿A nivel personal qué es lo más especial de Pastorela que toca las fibras y que te hace cuestionarte las cosas?
-Pastorela es un reto mental, es físicamente muy duro, pero ha tenido que ver mucho más conmigo misma que con la bailarina, conmigo y con mi gestión emocional y mi gestión mental para que no me sobrepase la situación, el cansancio y la emotividad y saber que puedo estar donde yo quiero estar dirigiendo mi mentalidad.
-Cada uno interpreta la obra de arte desde las necesidades personales. Te veo bailar y es tan intenso tu movimiento y tu expresión, y la música del piano que es una narración de una lucha constante en la vida y lograr y descansar y seguir y avanzar. ¿Es así?
-COMPLETAMENTE, ES QUE ES ASÍ. Hay momentos de todo tipo y la vida te pone retos porque vas a poder con ellos, sino no te los pondría. Al final se trata de un momento para confiar en ti. Para el público creo que es una sorpresa absoluta porque la estética de la coreografía te rompe los esquemas, el público se pasa un rato largo contrariado, diciendo ¿qué es esto? Y, poco a poco, Pastorela tiene la capacidad de ir metiéndose a la gente en el bolsillo y que todos digan qué buena mezcla entre lo clásico, la escuela bolera y, de repente, lo contemporáneo, lo roto, lo distorsionado.
ES UNA MARAVILLA: LA TÉCNICA CON LA EMOCIONALIDAD, CON LA ROTURA, CON LO COLOCADO, LO ESTIPULADO EN LA DANZA ESPAÑOLA CON LO DESECHO. Es que creo que también es una metáfora de mi vida. Toda la vida en la danza española y, de pronto, lo contemporáneo se ha cruzado en mi camino y me he quedado prendada - concluye, la bailarina.
JACARANDA
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Un árbol de hojas lilas, violeta, moradas y luego una combinación de toda esta gama, como un óleo precioso que se queda en tu memoria y te devuelve a los misterios de la naturaleza constantemente, Una metáfora de la fertilidad, la dulzura, de lo bello y la femineidad. Jacaranda por sus colores, formas y olores, Y PORQUE LE DA VIDA A LA VIDA. Jacaranda a través de la coreografía de Rubén Olmo, y la única musa para la que el papel principal podría ser diseñado: Débora Martínez.
Una imagen de niño, un barrio con Jacarandas en toda la calle, una tradición en que una virgen recorre el espacio, y los ojos infantiles viendo a la imagen llegar desde lejos envuelta en pétalos y árboles con hojas lilas, violetas, moradas y luego una combinación de toda esa gama. Ojos de niño pequeño que nunca más olvidan aquello que impresionó y emocionó a sus sentidos. Rubén Olmo es también el coreógrafo de este solo para el repertorio de Generaciones.
Tú también tienes que echarle todo ese color y ese aroma a tu pueblo que en este caso es tu público, le indica Rubén a Débora.
Débora tiene una elegancia absoluta – comenta Rubén - Es elegante andando por la calle, es algo nato en ella y tiene esa fuerza que me recuerda a la energía y la elegancia de un caballo que pienso que es el animal que define al bailarín, ES LA BELLEZA, LA ELEGANCIA Y LA DISCIPLINA. Y yo como coreógrafo y como jinete tengo que saber dominar esos elementos y lograr un equilibrio. Y así quedó un solo muy personal que fue un regalo para Débora y para el Ballet Nacional. Fue una danza creada para ella y que morirá con ella. Igual que Pastorela.
Jacaranda y el camino de la vida, salir del caparazón, descubrir el mundo que te rodea, reconocer lo que llega, entrar nuevamente al caparazón, volver a ver qué hay fuera, cubrirse y descubrirse... El camino en la vida.
Es un ciclo. Al final vivimos en un momento cíclico en donde todo vuelve y en la danza ocurre mucho. De repente estamos en una tendencia moderna, de vanguardia y entramos en un clasicismo profundo todos los artistas y volvemos al punto de partida. Eso nos hace ir más lejos con la vanguardia. PERO SIEMPRE HAY QUE DAR UN PASO ATRÁS Y VOLVER A LA ESENCIA, A LA TIERRA, A TUS RAÍCES.
Con este programa podemos seguir creciendo porque siempre estamos recordando lo que somos y así podemos ir hacia adelante.
GRITO Y LAS MATEMÁTICAS DE LA FELICIDAD
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Las castañuelas, la geometría, la música entrañable, las voces y esa sincronía idílica tan difícil de alcanzar a veces, especialmente a nivel de cuerpo de baile. ¿El resultado? ¡Poderío total!
Se trata de una entrega que fusiona geometría y libertad de movimiento, de la locura fabulosa por tanta alegría, del brío tocando a todo el que puede estar allí y también de la sensualidad como una protagonista ineludible y hecha a la medida. Las castañuelas en las manos, hombres y mujeres completamente empoderados y dueños de una elegancia impregnada en el ambiente, entrando bajo las luces del escenario, el movimiento de las caderas, las sonrisas en conjunto, la fortaleza de los giros y la velocidad de la luz en cada uno, el golpe del cuerpo jugando con las miradas, el zapateo colorido y rítmico que corona esta celebración para rescatar lo mejor de la vida, ver el vaso medio lleno, descifrar una nostalgia que evoca con generosidad al pasado y nos hace viajar hasta el presente.
Se trata de narrar el alma de la alegría incluso en medio de la tristeza y aprender a celebrar y crear vida nueva en medio del desierto.
Antonio Canales, el gran creador, le ha dado vida a una coreografía que despliega una fuerza que parece incontrolable y es en esa matemática del movimiento que radica gran parte del éxito percibido desde la audiencia. Una precisión exquisita solo comparable con todas las figuras literarias que podemos armar desde el concepto y la interpretación del lenguaje de la danza. Aquí reside el significado de la lucha, del amor romántico, el filial, el propio, de la amistad, la naturaleza, los otros, nosotros y ellos...De aprender a vivir más allá de la soledad o la individualidad. Y aprender a encontrarnos, también desde esa soledad que no siempre es nociva, por el contrario, todo depende de la perspectiva que elijamos tener.
El tiempo sigue andando y los niveles de intensidad que emanan de la coreografía creada por Antonio Canales se replican en la voz de Saray Muñoz, la cantaora oficial de la compañía que, una vez más, evoca las emociones del alma desde su voz. Y también se trasladan a los sonidos que emanan de cada instrumento musical y al público que, a estas alturas de la obra, está inundado de entusiasmo.
-Grito se creó con músicos que son referentes para nosotros. La escuchamos desde que quisimos ser cantaores, músicos, guitarristas, etcétera. Entonces el cantarla o ejecutarla es volver hacia atrás y recordar todo eso. ES COMO TENER LA BANDA SONORA DE TU VIDA - dice, Saray.
-Y, ¿esto es parte de la banda sonora de tu vida?
-¡Totalmente! Sí. Cuando la vida se empeña en algo no hay manera de llevarle la contraria.
-¿Qué sientes cuando cantas, porque ustedes son un equipo en donde cada uno construye y si uno falta el edificio precioso no se puede terminar. Qué sientes mientras cantas y con tu voz arropas y abrazas a todos los bailarines, a los otros cantantes y a los músicos que están dejando todo allí?
-Siento una emoción tremenda que no puedo expresar con palabras. Primero, mucho amor hacia quienes estás cantando porque, aunque no los conozcas tienes una conexión y les estás cantando a ellos para que sientan tu emoción y lo reflejen en su baile. Yo, no concibo cantar para una persona por la que no sienta nada. Entre los músicos siempre estamos pendientes los unos de los otros, aunque estemos mirando al frente siempre estamos atentos de lo que hacen los demás porque a lo mejor necesitan decir algo. Estamos conectados.
Saray dice que el flamenco es emoción, una forma de vida, tú eres flamenca desde que naces cuando eres gitana, también hay personas que sin ser gitanas son flamencas porque abrazan el arte o la cultura del flamenco. Es una forma de vivir, al igual que el rock. El que es rockero no lo es solo cuando escucha música, sino que su forma de vivir es la de un rockero. Te levantas y eres flamenco hasta que te acuestas. Está en tu ADN, en tu torrente.
¿Qué te da el público? - le pregunto.
ME DA LA VIDA. Aunque no lo vemos sí lo sentimos y lo escuchamos y eso te eriza la piel, sentir la emoción del público o sentir que lo que estás haciendo a ellos les está emocionando. Eso es muy bonito, es importante – finaliza.
Las emociones son múltiples y las fuentes que las originan también. Finalmente, todas y todos se encuentran en el mismo lugar. Para Juan José Jaén, El Junco, la oportunidad de acompañar a la compañía llegó en esta temporada:
-¿De dónde emerge toda esa fuerza, esa electricidad que tienes en escena y todo ese foco que le pones?
-El foco se centra en el alma y en el corazón transmitiendo con el cuerpo conforme vas saliendo a escena y vas notando esa energía que el público tiene sobre ti, y su presencia. Y allí buscas la fuerza en tu forma de sentir la danza y el flamenco, en el quejido del cantaor, en la guitarra y todo ese conjunto que hace que tu alma empiece a bailar y a brillar.
-Es una celebración de vida mutua, tuya y de nosotros desde el otro lado- le digo.
-Claro, lo importante para el artista es comunicar de alguna manera, con tu baile, con tu forma de expresar la danza y el flamenco, y haciéndoles a ustedes partícipes de la obra.
UN VERANO EN MADRID
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Tim Burton, el tan excéntrico como genial director cinematográfico, diría que muchas cosas que vemos como niños permanecen con nosotros y que pasaremos gran parte de nuestra vida intentando recapturar esas experiencias.
El tiempo se ha detenido estos días en Madrid, con sus tardes en llamas y la luz en libertad hasta que la luna aparezca y la invite a cenar. Entretanto, una compañía de danza ha decidido regalarle al mundo una obra que parte de los orígenes de su tierra y tal vez no ha recaído en que la vehemencia, la belleza y la sensibilidad de su narrativa cruzarían las fronteras de cada océano. Se trata, un verano en Madrid, del Ballet Nacional de España.
-Y la última pregunta que tiene que ver contigo, con tu alma y con tu corazón ¿Qué le dirías a Rubén niño, que siendo pequeñito ya amaba la danza?
-Le daría las gracias porque ese niño que se enamoró de la danza comprendió desde muy pequeño que yo formaba parte de esta vida. Desde muy pequeño lo supe y que un niño tenga tanta claridad con algo es muy difícil. Veo todavía algunos chicos con dieciséis años que no saben qué hacer con su vida o a qué dedicarse. Yo, con seis o siete años tenía muy claro a lo que me quería dedicar, quería ser bailarín. Con nueve años, además, sabía que quería ser bailarín y pertenecer al Ballet Nacional de España y eso solamente se lo tengo que agradecer a ese Rubén niño por ponerme siempre metas y metas, y más metas y una vez que las superaba ya tenía otras nuevas. Pero yo no me planteaba nada, simplemente iba consiguiendo. Hasta que eres consciente de que no te has dado cuenta y, de repente, ya estás aquí.
-Era un niño lleno de ilusión y de amor por algo.
-Sí. Eso no lo perdió. No perdió la ilusión y tampoco he perdido el aprendizaje. Sigo aprendiendo de todos, ellos de mí. Pienso que es un mundo tan difícil, tan vocacional que no te lo puedes tomar de otra manera. Yo no puedo trabajar por trabajar, tengo que trabajar para sentir que estoy haciendo algo especial para la danza.
Voy camino al backstage, a encontrarme con nuevas historias antes de la última función, a conocer y reconocer que la pieza final proviene del trabajo de múltiples manos detrás de bambalinas, a sonreír muy grande con la complicidad entre los artistas que se aplauden, se abrazan y se esperan, unos a otros.
Siendo muy pequeños algunos recibimos un tesoro, uno brillante, infinito y lleno de color, de texturas, de formas, movimiento, música y paz. Se llamaba Danza y se quedó con nosotros, y dentro de nosotros, para siempre.
Sí, la Danza que vivirá por siempre dentro nuestro y nosotros dentro de ella.
Agradecimientos:
César Suárez
Olga Baeza
Eduardo Villar
Rubén Olmo
Ballet Nacional de España
Todos los créditos fotográficos:
Compañía del Ballet Nacional de España
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