Entre los colores y las formas de la vida
And I'm on my knees
looking for the answer
Are we human
Or are we dancer?
-The Killers
Escribe Lucy Quintanilla
¿Cuántos viajes de vida podemos hacer? O acaso, ¿hay solo uno?
¿Cuántas veces podemos comenzar de nuevo?
¿Cuántas alternativas tenemos para decidir hacer las cosas diferente? ¿Todas o ninguna?
¿Cuántas oportunidades más para prestar atención y que el camino y sus contrastes no pase desapercibido, ni el tiempo en vano?
Una noche de marzo de 1967, los cuatro hombres que le daban vida a Los Beatles terminaban tres horas intensas de fotografías para lo que se convertiría en el álbum más icónico en la historia de la música, ese que rompería todos los patrones existentes y marcaría un nuevo destino en el que probar, equivocarse, acertar, explorar ya casi por necesidad y crear algo nuevo: Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band había nacido no solo para los músicos sino también para todos los demás géneros artísticos.
Motivar al sonido para que se envuelva con las imágenes, se enamoren y le den vida a un recorrido distinto, pensar en la literatura de la luz, tal vez en la poesía que hay en los colores o en la arquitectura de las palabras.
Una noche de verano en Madrid, de un que da la vuelta al mundo, bajo el cielo abierto, una luna llena y entre amigos, encuentro los ecos versátiles de aquel disco, esta vez, en una colección de danza en cuatro entregas, cada una tan distinta a la otra y, sin embargo, todas unidas por el tema central de nuestras vidas: el amor, otra vez.
El amor por el recorrido hacia el destino elegido, el amor romántico tan seductor como clásico, el amor por la naturaleza y la libertad, el amor por ser únicos y descubrir ese mundo personal como sinónimo de la realidad llena de oportunidades.
Aquel día, la Compañía Nacional de Danza de España, bajo la dirección de Joaquín De Luz, presentaría: Remansos, Sinatra Suite, Tchaikovsky Pas de Deux y Passengers Within, en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, el edificio capitalino que ese día se abría sin techos ni cortinas, sin cúpulas o columnas centenarias y más bien siendo sus muros reciclados los que cada día permiten que el arte siga latiendo.
Del clásico al contemporáneo. De las tradiciones a la ruptura. De lo conocido a hacer posible lo imposible.
UN RAYO DE LUZ ENTRA POR LA VENTANA
El cuerpo posee un lenguaje tan único como misterioso, lleno de curvas, ritmos a veces desconocidos, poder, intensidad, vulnerabilidad y también una pasión irrefrenable.
La música no conoce límites, su voz es imparable y navega constantemente entre lo literal y lo abstracto, la lozanía y la tempestad, lo lúdico y los segundos equiláteros. Y, la interpretación de las múltiples miradas y oídos dispuestos a prestar atención, a conversar con la obra de arte y el artista desde muy adentro, a crear sus propias metáforas desde sus propias búsquedas y necesidades es lo que le da vida eterna a una pieza y la razón para seguir penetrando en cada uno de nosotros, aun después de subir a escena por primera o milésima vez.
La versatilidad tan poco común algunas veces y, sin embargo, la esencia de la libertad.
Las historias trazadas entre el clásico vibrante de Tchaikovsky, el protagonismo de Sinatra y el recuerdo de una época cinematográfica tan musical como irrepetible y la contemporaneidad de Nacho Dueto y Joaquín De Luz en escena.
A MI MANERA
Y veo en la música, y leo a través de sus sonidos, no empiezo por el principio ni cierro con el final...El ritmo de los segundos con Sinatra captura mi atención, esa narrativa a través del amor entre él y ella, el amor a primera vista y llegar hasta las despedidas que suenan a un adiós total. Ese viaje que atravesamos todos, en algún momento, tarde o temprano y que aquí recorre la ilusión de aquel había una vez, los primeros encuentros, el descubrimiento empañado por las luces cálidas que todo lo vuelven más bello, las miradas de complicidad y el entusiasmo de darle vida a algo que no conoce todavía su rumbo. Y entonces, aparecen las luces rojas pero las sonrisas son más fuertes, las ganas de seguir y la melancolía del corto plazo inicial. Llegará la apatía, la lucha con uno mismo y especialmente con el otro, el cansancio, la repetición absurda, el desprecio que se burla y la lejanía que se acerca. My Way marcará los intentos por salvar algo tal vez incorregible, la nostalgia que lo envuelve todo, la pena que se va enraizando, probar y errar otra vez, girar buscando las respuestas, intentarlo, realmente intentarlo, desear ir al mismo ritmo, es imposible, una vez más, estar cerca de tu corazón y volver a soltar tus manos, la distancia evidente, los segundos que se apuran en voltear la página, las palabras que se apagan y finalmente, el silencio entre un punto a parte y el siguiente capítulo. El baile juntos se ha terminado. Y la nueva soledad se siente fría, sorpresiva, latente, y la melancolía que abraza al silencio, el espacio en blanco abriendo signos de interrogación...La vida que recién empieza, una vez más.
POR SIEMPRE TCHAIKOVSKY
Últimamente he comprado flores de muchos colores, camino siempre a la luz del día de este verano casi violento y que, pese a todo su furor, nos deja un cielo raso, de ese azul intenso que nos hace anhelar la vida y entusiasmarnos con lo que vendrá. Y entonces, el Pas de Deux de Tchaikovsky me devuelve a la eterna suavidad de la danza clásica, por siempre viva, corriendo por nuestras venas. Y la historia de amor florece ante la fantasía, la precisión rotunda de los pasos masculinos, la delicadeza que recae en la femineidad, la sensación del tul que nos recubre, los brazos siempre estrechando y jugando con el viento, la paciencia de estos pasos y al mismo tiempo el poderío que solo la sutileza encierra, la intensidad del autor ruso y la misma pasión que enciende las luces de la tarde, porque aquí la noche siempre llega en cámara lenta y parece que el día nunca terminará, como la historia de amor en esta pieza eterna que tantos bailarines alrededor del mundo aman interpretar.
Será la delicadeza a la que nos remite, la alegría depositada en el amor que guarda esa inocencia que nos hace sonreír y que se eleva, poco a poco, hasta aprender a ir juntos, casi en total sincronía.
Mientras tanto, el tiempo sigue andando y la música no se detiene. Entonces, recuerdo alguna frase que habla sobre expandir la capacidad del amor en lugar de limitarla.
ACASO HOY
Mucho movimiento desde una historia titulada Passengers Within, gente entrando y saliendo, el vocabulario de las luces acompañando a las narrativas que se van tejiendo sobre el escenario, todos tan iguales y tan diferentes al mismo tiempo. Descubrir la propia identidad, permitir que la valentía venza al miedo de apostar por lo que es distinto e incluso desconocido, girar la dirección que nos mantiene en The Truman Show y aceptar cruzar el océano, descubrir nuevos caminos, nuevas personas, nuevas experiencias y dejar un espacio en blanco para que la sorpresa ocupe su lugar y llene nuestra imaginación hacia la creatividad constante, consentida, sin miedo y empujándonos a crear algo nuevo, desde cero, desde mucho, desde siempre y acaso hoy, y mañana y al día siguiente.
La naturaleza que se revela en los colores que emergen desde el lienzo en blanco, azules, turquesas, verdes, ¿amarillos, lilas, rosas? El paseo por la suavidad en las tonalidades que se fusionan hasta transportarnos al mar, a las puestas de sol, a los amaneceres cuando aún no hace frío.
Remansos encierra todas las preguntas abiertas en esta entrega. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo ocurrió, así? ¿Continuar o quedar congelados en este momento? ¿Cuántas vidas tiene el amor? Y, ¿a qué se parece ese amor, esos amores, eso que siento? Y, el camino que hay que seguir a veces solos, ¿a dónde me lleva?
Los movimientos del cuerpo envolviendo tantas palabras, tanto por decir... ¿O será mejor callar?
El miedo al caos.
El refugio en el dinamismo.
La precisión contemporánea.
Los misterios indescifrables de la iluminación tenue, estar solos, estar acompañados, la oscuridad inconclusa, la luz blanca reflejada en la piel, el cuerpo hecho trueno y también alas, las manos capaces de entregar una flor y los pies dispuestos a andar, andar mucho para encontrar eso que cada uno tiene pendiente.
Llegar, abrir, cerrar.
Llegar, andar, prestar atención,
Llegar y saber que este es el lugar correcto. Una búsqueda incansable. Un nuevo comienzo después de cruzar el océano inmenso, profundo, con el alma al descubierto y un amor que construye a la luz del día, de la noche, en invierno y también en primavera.
Llegar y reconocer al equilibrio entre lo conocido y el poder infinito de estar siempre listos para el cambio.
Agradecimientos:
César Suárez
Olga Baeza
Maite Villanueva
Compañía Nacional de Danza de España
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