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SOLANGE VILLACORTA: UN NUEVO CAPÍTULO PARA EL HADA CONFITE

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 27 dic 2019

¡Dale! ¡tú puedes, tú puedes, tú puedes, tú puedes!






Joaquín llegó a la vida del Hada Confite, una de carne y hueso, una que, aunque no vive en un mundo encantado de copos de nieve y dulces por doquier, junto a Rodrigo, el príncipe de esta historia escrita en el Perú, hace cuatro años creó un universo feliz, completado con la llegada del primer bebé.


Es Navidad y la inyección de sentido de familia, amor y ganas de mucha paz se adueña de los ambientes mundiales.  En medio de todo eso, en cada hogar se entreteje una historia distinta y en la casa que acoge a la danza clásica global, El Cascanueces renace nuevamente solo porque es diciembre, porque estamos de fiesta, porque los niños y adultos quieren disfrutar de aquello que solo una invasión de ilusión te puede dar: pura vida.


EL HADA DE LA NAVIDAD



Solange Villacorta, primera bailarina del Ballet Municipal de Lima, vuelve a interpretar a Confite, la preciosa hada del mundo de azúcar y las nubes de algodón dulce en este cuento mágico navideño que, año tras año, se apodera de los teatros universales.  Esta vez, desde el sentido más clásico de la pieza, la bailarina regresa a escena en un personaje amado por los niños, por esos ratones pícaros que existen en tantos lados y que alguna vez todos fuimos, niños con ganas de correr, saltar y jugar a ser invencibles.  


Este papel es como un sueño para una bailarina de ballet. “¡Por supuesto!”, me responde. “Es como bailar Odette. Para mí era así ¿sabes? Y entré primero con el cuerpo de baile, hice la danza árabe; al año siguiente nuevamente hice de muñeco en esa misma danza; al siguiente interpreté a la Reina de las Nieves y finalmente, al siguiente, llegó Confite.  Fui escalando”.


Rodrigo Blanco y Solange se casaron hace cuatro años, se enamoraron en los espacios del Teatro Municipal y hoy son papás de un pequeño que, desde ya, lleva en la sangre el sonido del piano y los violines, los aplausos constantes y los saltos altos, muy altos, hasta tocar la realidad de los sueños cumplidos.


“Para nosotros el sueño es que Joaquín sea pericote algún día, Rodrigo y yo lo vemos, y él aún más porque le encantan los ratones de la obra que, cuando salen, son lo más tierno del ballet. No te voy a mentir, me encantaría que así sea cuando pasen los años, de repente el próximo año cuando empiece a caminar.  Yo sé que le va a encantar, yo sé que va a disfrutar mucho viéndonos a mamá la princesa y papá el príncipe”.


A la curiosidad por la vida descubierta día a día por un bebé de menos de un año, se une la curiosidad de una mamá primeriza por entender la nueva vida, sus nuevas formas, sus nuevos espacios, sus nuevas preguntas y respuestas. Llegó la Nochebuena, y ella estaba súper emocionada con encontrar una nueva Navidad, junto a él, verlo con los regalos, mostrarle las luces, ver cómo bailaría con los villancicos, con la vida misma.


“El año pasado por estas épocas yo estaba embarazada y había una publicidad que se estaba armando con la música de la Danza Rusa, de El Cascanueces, y siempre que la ponían Joaquín se movía en mi barriga, se movía un montón.  Luego la música paraba y él también.  Al rato la ponían nuevamente y otra vez volvía a moverse con la música, le gustaba, era muy curioso”.


Confite representa un reto alto, técnicamente hablando. La resistencia física depositada en escena, la pulcritud de los pasos, la extensión del adagio que es uno de los más agotadores que ha bailado.  ¡Es una bomba!, me dice. Y al mismo tiempo no deja de mencionar al público, lo que representa su aceptación para los bailarines, lo que significan sus aplausos y el interés depositado en el trabajo que hacen. El papel de esta hada es demandante y la expectativa del púbico la sigue poniendo un poco nerviosa, “pero ya con el tiempo nos hemos ido acostumbrando entonces confiamos en que va a salir”. Y así ocurre siempre. No existe el no, aún con nervios, penas o dudas, el resultado siempre les dice que sí.


EL RETO DE EL 25



“A parte que Cascanueces tiene una música especial al final, escuchas las campanas y parece que está cayendo la nieve afuera, es una cosa linda y ahí siento la emoción que el público también siente. Más de una vez he derramado lágrimas, llorando a oscuras atrás, justo cuando es la función de Navidad, el 25 de diciembre. ¡Esa función es linda!”.


Sin embargo, los bailarines de ballet que tantas veces parecen seres irreales en escena, salidos de cuentos de hadas o fábulas mágicas, son seres humanos, de carne y hueso, como tú y como yo, y ceden al cansancio, a las ganas de girar la vida por un segundo y dejarse llevar por lo que toque, aquí y ahora, a la pena y la emoción, a la nostalgia y la distancia. Pero no siempre pueden girar la vida en 360° y entonces todo resulta, un poco, un desastre.


“Para nosotros bailar el 25 de diciembre es un sacrificio, no te voy a mentir que es un sacrificio, porque sí, cenas con la familia, pero al día siguiente no puedes visitar a otras personas, probablemente después de la cena y nuestras costumbres navideñas has dormido a las 2 de la mañana abriendo regalos, te despiertas a las 9 y tomas un desayuno-almuerzo ligero para ir al teatro, porque la clase es a las 5, entonces tienes que llegar a las 4 para vestirte y todo lo demás. Es parte de nuestro trabajo, ya nos hemos acostumbrado. Bailamos 25, pero hay mucho atrás del 25 para nosotros”.


De todos modos, amar el ballet, tanto como ellos lo hacen, permite que cualquier sacrificio valga la pena y que siempre represente un paso más hacia adelante.  Ya es una tradición del Ballet Municipal representar El Cascanueces el día de Navidad y es una función llena.  Solange dice que es la función más llena de todo el año, que ya no hay entradas para ese día, que la gente se acerca a la puerta del teatro en busca de más.  Comenta que hay chicos de la compañía que, al ser extranjeros, no tienen a su familia cerca, y que eso entristece un poco las fechas. Aun así “esa emoción, esos sentimientos, hace que la función salga más linda, la verdad que sí.  Es un poco triste, pero el público aplaude mucho y para nosotros el aplauso del público te levanta lo que sea.  Dices ¡ay, no bailé bien! Pero, si el público aplaude, tú crees que has bailado bien. ¡Esa es la mejor compensación!”.


RESILIENCIA 



- ¿Y qué hay de Confite en Solange?

- ¡Coraje!


"Yo tengo mucho coraje para muchas cosas y, de por sí, este es un adagio muy demandante y a veces sientes que estás cansada, que no vas a poder, que no llegas.  Y al mismo tiempo dices ¡sí vas a llegar!, ¡cómo no vas a llegar a la coda!, ¡dale, vamos, tú puedes! O crees que la pirueta no te va a salir y yo en mi mente respondiendo ¡No!, ¡Cómo que no te va a salir! ¡Dale! ¡Vamos! ¡Fuerza! ¡Vamos!”.


Solange se mimetiza al máximo con su hada. Esta es la versión de una Confite ultra delicada en escena y super poderosa 24/7. 


“Siempre trato de NO DESVANECERME. De que ¡no! ¡Dale! ¡tú puedes, tú puedes, tú puedes, tú puedes!”.

Solange tiene el carácter fuerte, es perfeccionista y suele decir lo que piensa sin miedo. Si pudiera elegir algo de Confite, en contraste, sería lo dulce que es, “ella es un caramelo”, me dice, “es un amor, ella es todo felicidad, alegría, pura belleza, sonrisas”. Un personaje que emerge del mundo de la miel y los colores pastel y que, sin embargo, se caracteriza por lo exigente de su construcción técnica, de su forma casi perfecta.  Tal vez no haya tanto dramatismo en esta hada, pero sí mucha sutileza y gran sentido del estilo y, desde luego, técnicamente es un rol muy complejo, no es fácil hacerlo y como Cascanueces es un ballet totalmente clásico, es necesario respetar los detalles mínimos “el pie no puede estar cerrado, tienes que estirarlos, la línea tiene que estar exacta con la de tu bailarín”, reitera la bailarina.


Ya es tiempo de las tardes soleadas limeñas, diciembre es el mes que abre paso al sol de los tres meses de verano que se avecinan en la capital, al viento cálido y la libertad del mar.  Y en el gran teatro clásico peruano es hora del encuentro de una bailarina con el hada Confite, y de envolverse por completo de su aura mágica durante casi noventa minutos.  El vestuario está impecable, planchado, vaporizado y en total consonancia con su sentido de lo ideal. Entra lo más prolija posible, “las puntas bien pintadas, la panty bien clarita rosa, el peinado súper pulido, la corona bien puesta, los aretes, el maquillaje adecuado que no es fuerte y tampoco suave, simplemente el correcto para el rol...”.


No pasa ni medio segundo para oír su respuesta ante un ¿Qué es el ballet para ti?


- ¡Ay, mi vida entera!


Su mundo total está vinculado con la danza clásica, casada con el también primer bailarín del Ballet Municipal de Lima, su día a día incluye puntas, tutús, sonidos de piano y arte.  Solo Joaquín rompe su rutina, y ese es probablemente el mejor momento del día, aunque su amor por el ballet lo conecta todo: las clases en el teatro por la mañana, las clases como profesora a las niñas de la escuela por las tardes, los ensayos personales...”¡Si por mí fuera ensayaría 10 horas!”, dice, pero sabe que necesita equilibrar su vida fuera de los espacios rodeados de espejos y barras laterales. Netflix, el fútbol y los restaurantes favoritos enmarcan el rompimiento de la rutina, una que, en el fondo, nunca lo es realmente.


AMOR, PASIÓN Y DOLOR



Hace unos meses la mundialmente famosa Marianella Núñez salía a escena, al Covent Garden de Londres, a bailar con 40 grados de fiebre.  Y es que algo profundo ocurre en el alma de un artista que, por encima de todo, ama lo que hace. No hay dolor que valga, ni pena que cuente...finalmente siempre encuentran el placer en lo que hacen, el factor de llenura emocional tan difícil de ser descubierto por otros. “Pura contentura”, como dirían por allí, por allá y también por acá.


“El ballet siempre va a doler algo, yo no era tan flexible, tenía flexibilidad, sí, pero tuve que trabajar. El ballet no es lo normal para el cuerpo del ser humano, todo lo tienes que bailar rotado, hay que tener levantamiento y sostenibilidad, para eso tienes que hacer ejercicio, unos más que otros, porque algunos nacen dotados con esas cualidades y otros no, entonces hay que trabajar mucho.  Sabes que estás en constante riesgo, es parte de nuestra carrera, esto es de alto rendimiento, nuestro físico es como el de un atleta, sabemos que estamos expuestos a lesiones, a desgarros musculares, que te puedes romper un ligamento. Las mujeres muchas veces bailan con dolores. A veces, a muchos les duele caminar, pero están ahí porque les gusta bailar y porque es su trabajo. Nos gusta estar en el escenario y muchos continúan por eso”.


Solange agradece tener a sus maestros cerca, los altos niveles de exigencia y esa sinceridad que tanto les aporta como profesionales.  Agradece siempre que les digan todo aquello en lo que pueden mejorar.


¿Y cuál es la clave para hacerlo realmente bien?


- Ese plus te lo da el bailar con el corazón, tienes que bailar con cariño, no porque es mi función número veinte voy a bailar por bailar, no. Pasa que uno ha bailado veinte veces y cuando suena la música tienes que entregarte por completo. Como si fuera la primera vez.


- ¿Siempre es la primera vez para ti?
- No, no siempre. Pero SIEMPRE ES UN DÍA NUEVO. Eres humana, no eres una máquina, no sabes si te va a salir bien, si te vas a resbalar, si te vas a caer, si las piruetas te van a salir igual. Es todo nuevo.

Hay mucha emoción en la compañía y la multifacética bailarina, que también es alumna universitaria y profesora de danza, sabe que de por sí los bailarines son románticos y que entre los tejidos del teatro conviven en una adrenalina compleja y constante, que cada quien tiene sus propias percepciones de lo que ocurre, los nervios, la preparación previa, “¡todo es un ramo de emociones acá!”, concluye.


BENDITA CONTRACORRIENTE


A Solange le gusta pisar seguro, no necesariamente el confort pero sí ir por caminos firmes.

Sin embargo, también acepta los retos y los riesgos que eso pueda implicar.  Con el ballet, probablemente uno de los mayores desafíos ha sido superar las expectativas y romper las dudas frente a un papel difícil, como el expuesto en Don Quijote.


“Cuando vino el Quijote, los maestros no estaban tan convencidos de que lo pudiera hacer, como me veían mucho más lírica, de repente no tan potente para el papel, tal vez podría lastimarme. Y yo les decía ¡sí lo voy a hacer! ¡sí voy a poder! Y Lucy Telge decía ¡si va a poder! Rodrigo me ayudaba, no tenía tantos ensayos entonces me quedaba practicando por mi cuenta. También me ayudó Patricia Cano, a enriquecer mi potencia y lo logramos. Salió muy bonito. Ese fue un riesgo, para decirle a los maestros sí lo puedo hacer, denme tiempo para ensayar y lo voy a lograr... Sabes que ellos no creen que puedes hacerlo, pero tú dices que sí. Y lo conseguí, y lo hice bien”.


Afirma que el Lago de los Cisnes siempre será el reto más grande de todos, pero aquel ballet fue muy especial para ella.


SU GRAN HÉROE


“¡Muero por mi papá!”


Solange está rodeada de figuras masculinas fundamentales en su vida. Rodrigo, es el amor de su vida; Joaquín, su tesoro y Rafael Villacorta, su papá, es su superhéroe.


“Para mí él es muy importante, es mi amigo, es todo, él me enseñó que tengo que ganarme las cosas, a pulso, ¡todo!  Me daba muchas cosas sí, pero también me enseñó siempre que no necesitaba tener lo más caro para ser mejor persona, y así lo he tenido toda la vida en la cabeza. Y estoy súper agradecida con él por eso. Ahora es un abuelo feliz”.


Su familia es lo más importante. Y hay otra familia, una con la que convive a diario. Ha vivido muchas cosas junto a la compañía de danza del Ballet Municipal de Lima, alegrías, penas, cansancio, persecución de metas. 


Una de las experiencias más lindas fue ver a Félix Morante, otro bailarín del grupo, pedirle matrimonio a Oriana Plaza que acababa de interpretar a Aurora en La Bella durmiente. Solange estaba embarazada y desde la platea veía como la función estaba terminando y entonces, el bailarín entró con un micrófono, se arrodilló y esperó el “sí” que llegó a modo de grito emocionado.  La ovación del público ahora llegaba, por segunda vez, el mismo día.


Solange ha terminado alguna función en su cumpleaños y al caer el telón la han esperado todos con una torta, en el backstage, con Rodrigo detrás del gran pastel.  

Están los niños, el gran público, los maestros de danza, la vida que baila también, con ella y para ella.


Y claro, está siempre el ballet como gran regalo social.


“Lo que te da emocionalmente el ballet es muy importante. A veces recibo niñas un poco introvertidas, que no sonríen con nada y al inculcarles diariamente el arte, la disciplina y el compañerismo, terminan el año siendo diferentes, las ves sonreír cuando bailan, más seguras de sí mismas. El ballet les da fortaleza y vitalidad”.


Algún día conocerá Grecia, Israel y Egipto, porque son las ciudades con una gran historia detrás las que más llaman su atención. No olvida su estadía en Roma, no podía creer que estaba allí.  Algún día la compañía soñada se hará realidad, esa que tiene nombre propio y se llama La Gran Ópera de París.  Los sueños van, vienen y se hacen realidad...siempre, como cuando conoció a Marianella Núñez personalmente, la vio ensayar e interpretar a Guiselle en el escenario, la oyó y guardó eso en su memoria para siempre: “¡La vi y casi muero! ¡Para mí era el sueño! Como para alguien que ama el fútbol ver a Messi...”.


Considera el arte como algo esencial en la vida, algo que el ser humano necesita porque te da pasión y ese “no sé qué” para todo.  El arte te regala emociones, es algo muy pasional y sentimental que lo involucra todo. Porque de lo contrario ¿cómo creas algo?


Para ella la adrenalina es pura emoción, el ballet un gran amor, el arte es cultura y el amor la vida misma.  Perú es su pasión, papá es pura heroicidad, mamá su fuerza, su conciencia y Lucy Telge su gran maestra.  Un tutú la acompaña a diario, y las puntas se han convertido en sus grandes amigas.  


La función se acaba por un día más y Solange vuelve a los brazos de Joaquín y Joaquín a los suyos. Él es su pequeño gran amigo, su mayor lección de vida y su primer fan, uno que aún con el chupón en la boca cierra los ojos esperando el gran beso de mamá, una que aún tiene puesto el tutú, las pantys rosa y las botas de ensayo; una que se dobla y se agacha hacia él en la pirueta corporal más amorosa que pueda existir, esa que te permite tomar de los brazos a tu bebé, cogerle las manos y besarlo en la frente. 


La función ha terminado. 


Es hora de ir a casa, con papá.





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