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SER UN ESCRITOR

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 11 oct 2019

Estar vivo, ser artista, ser el creador, ser humano, ser mortal…¿o inmortal?


Cada día se publican decenas de libros en todo el planeta, de Norte a Sur y de Este a Oeste, eso es actualidad, como le suelen denominar, estar presentes en el presente y descubrir nuevos y grandes talentos, o tal vez medianos, o quizás algunos con poco o ningún talento que de todos modos logran la tan ansiada publicación y soñar con convertirse en un bestseller. Algunos autores estarán destinados a vivir un tiempo corto y tratar de gozar al máximo de sus cinco minutos de fama, otros lograrán subsistir en el mediano plazo y solo algunos, los que están hechos de alma, talento brutal, capacidad de zurcirse a sí mismos tras cada múltiple caída, rotura y daño generalizado y aún así continuar insistiendo y desde luego, los que cuentan con capacidad de rápida acción, reacción e imaginación, solo aquellos permanecerán a la luz de la diversidad de su producción y de los vaivenes de las tendencias, del paso del tiempo, el envejecimiento de sus públicos y de sus propios cuerpos. Esos son los escritores inmortales. Existen, sí, y muchos de ellos aterrizaron al mismo tiempo en una pista de 238 páginas pertenecientes a un solo libro llamado “Ser un escritor” (Being a writer, en el idioma original). Esta es la travesía literaria creada por Travis Elborough y Helen Gordon, y hecha papel y tinta por Frances Lincoln.


Bellamente distribuida, esta compilación de experiencias y consejos logra trascender lo mecánico de la investigación y sus citas, para convertirse en una conversación deliciosa, e incansable, con maestros de la literatura y sensibilidades ocultas que se contagian, enseñan, potencian y por qué no, iluminan. Esta vez, se trata de la beldad en el formato y la valía de los contenidos encontrados a cada paso, a través de páginas conceptualizadas con una estética pulcra y con total unidad. De este modo, “Ser un Escritor” resulta un “para siempre” por dentro y por fuera, atravesando un conjunto de comentarios de diversos escritores, provenientes de casi todo el mundo durante los últimos 250 años, y aunque algunos ya no están, su legado experimental es eterno; otros, aún permanecen entre nosotros y siguen creando, sin dejar de usar las palabras como su mayor herramienta de expresión.



El punto cumbre de la edición queda magistralmente definido, y sellado, por las metáforas en ilustraciones de Joey Guidone. Treinta y una expresiones del dibujante que, con ingenio exquisito, logra transmitir la emoción de la literatura y el proceso, a veces tan complicado, de concluir un libro a través analogías con actividades de la vida cotidiana y desde los zapatos de artistas de otros géneros, también de deportistas y aún de objetos que cobran vida gracias a la escritura. Esta es la oportunidad para la identificación en una suerte de espejo ajeno, la interpretación y la calidez de una atmósfera familiar que te invita, y te incita, a seguir leyendo y encontrando más, y siempre más.


Sin duda alguna, la potencia de las imágenes te invade, desde el capítulo titulado “Convertirte en escritor” y todo lo que eso representa, lo mismo que estar en la pista de atletismo, corriendo con la vida, el alma y el cuerpo rindiendo al máximo de sus posibilidades hasta que, de pronto, te caes, y ves a los demás seguir en pos de la meta, y tienes que levantarte ¿en medio del miedo tal vez?, ¿de la inseguridad?, ¿de la vergüenza?, ¿de la incertidumbre?, de la resistencia a la pérdida y la renovación de las fuerzas en su esencia más pura para ganar, para superarse a uno mismo y concluir lo iniciado.


Se trata de la vida misma si así se logra interpretar. Más allá del género artístico o del campo laboral, este es un libro para todo el que tenga oídos para escuchar su propia voz al son de las líneas de la publicación, ojos para ver y el corazón y la mente para que se pongan de acuerdo y unan percepciones y deducciones hasta hacerlas realidad y traducirlas en el día a día. ¿Puede ser?




¿Cuál es la receta perfecta para tu siguiente capítulo? (Aplícalo a tu siguiente cuadro, tu siguiente canción, tu siguiente coreografía, tu siguiente plano o lo que te apetezca, pues la palabra “escritor” la puedes reemplazar por lo que eres hoy. Así,·”Métodos y medios” es el capitulo llamado a crear, como en una receta culinaria, a probar siempre algo nuevo, a tener en cuenta las medidas justas o, si se te antoja, a romper las reglas y ver qué pasa. No hay puntos finales ni comas oficiales, no hay acentuación ni “h” intermedia si no lo deseas. Es tu libro, son tus tiempos, tus principios y tus finales, tus puntos cumbres, tus alegrías, tus lágrimas, lo mejor y también lo peor de ti y lo que tu creatividad, emociones e imaginación te dicten, lo que el latido de tu cerebro y la objetividad de tu corazón siempre subjetivo te anuncien, de día, de noche y también mientras duermes.




Solo deja las semillas, la tierra buena, los cimientos, paso a paso, segundo a segundo. Escribe aún cuando no estés escribiendo.



Hasta que te salga ¡fuego! ¡Y sea casi imposible apagarlo!



Habrá fallas, caídas, quemaduras de ideas, de antojos, de experiencias, de días, de tiempo y dinero, de tocar puertas y así, ese siempre será el principio, o el final de algo nuevo. Eso depende del autor…



Apunta y lanza la flecha necesaria, la palabra justa, la puntuación que mejor suene a tus oídos.


Escribir toma tiempo, crear toma tiempo, elegir toma tiempo.

Hasta que nazca y crezca la planta que estás regando a diario.


Tod@ tú eres lo que escribes. Me consta, tú eres tu texto que es la vida misma, la vida personal, la vida profesional, la vida que es vida y que, cuando no parece vida, sigue siendo vida.


Aún si se te va la vida y los ojos en ello…¡Escribe!




Compré el libro en el mismo mes de su publicación y lanzamiento al mundo real. Estaba en Inglaterra y Londres, como siempre, resultaba la oportunidad más que perfecta para despertar cada día yendo a un nuevo lugar. Aunque sinceramente, en esa ciudad cada lugar es siempre una primera vez, aunque hayas ido ya mil veces antes.


Tenía tantas ganas de visitar el Barbican Centre, así es que mientras me instalaba en Silk Street y entre las exposiciones, un chocolate caliente, el cine, buscar entradas para la siguiente obra de teatro, recrearme siempre con la arquitectura imponente del lugar y recorrer el centro cultural que parece interminable…En ese ínterin, visitar a la librería antes de terminar el día era un sí contundente e impostergable.


A veces, hay sensaciones de emoción que te invaden con más frecuencia que otras, ¿te ha pasado? A mí me suele ocurrir durante mis viajes, o acá en mi ciudad, cuando siento que descubro algo que no había percibido antes, algo totalmente nuevo o la versión de alguna expresión que no se me había ocurrido que podría existir. Al ser escritora y crítica de arte, lugares como el Barbican simplemente me fascinan, y ese día en su librería aún recuerdo que me lo quería llevar todo. Hubiese deseado ser Sanson y poder cargar con toooodo lo que hallé, solo cosas lindas y contenidos valiosos.


Encontrar “Ser un escritor” resultó encontrar una pieza de colección. Ahí, en el universo de los escritores los comentarios desfilan y potencian las voces, desde la de James Joyce, Oscar Wilde, Tolstoy, Mark Twain, Hemingway, Fitzgerald pasando por la de Stephen King, Truman Capote, J.K. Rowling, a la de los genios latinoamericanos Gabriel García Márquez o Jorge Luis Borges, entre varios maestros más de ayer y también de este tiempo loco llamado hoy.



La voz siempre es única, personal e irrepetible. Emular simplemente no tiene ningún sentido. Aprender siempre es una recompensa y el proceso de hacerlo uno de los más grandes placeres, aunque a veces se sienta más agrio que dulce.



No hay recetas mágicas, sin embargo esta compilación de relatos íntimos es un viaje al interior de distintos creadores que se entregan de una manera única a lo que mejor sienten que pueden hacer, y que a veces parecen estar locos, un poco al menos, y así ser felices, dentro de lo que esta palabra pueda significar en cada caso.



En un contexto social y global en que la inmediatez, en todos los aspectos, la lucha contra el tiempo y la competencia se vuelven pócimas venenosas, las palabras “toma tiempo” resultan un baldazo de hielo contra las venas y la sangre tratando de correr por ellas, de los pies a la cabeza.


Sin embargo, escribir, crear, imaginar, soñar despierto, ser consciente de la realidad cruda, pisar tierra y volver a fantasear, se vuelven sinónimo de ir en busca del tiempo perdido, encontrarlo, abrazarlo, invitarlo a que nos acompañe durante el antes, el durante y el después de este viaje y decirle que llame a sus amigos la paciencia, la tolerancia y el buen humor para poder continuar de una manera más satisfactoria y, por qué no, muy placentera.



Este es un libro rico y que, a su vez, enriquece, especialmente porque transmite y cada que puede también traduce de forma tácita las gamas sensoriales y emocionales por las que han atravesado múltiples trabajadores creativos, sus herramientas, sus alegrías, sus quiebres, sus rabias y también su indiferencia ante la ocurrencia de la nada.



Paradójico como cómico por momentos, nos descubre las extrañas y tan reales costumbres, acaso manías, de algunos escritores con tal de lograr una novela. Uno de los múltiples ejemplos es la historia de Anthony Trollope, que le pagaba a un anciano 5 libras al año para que lo despertara todos los días con una taza de café caliente y así poder comenzar su faena literaria a las cinco y media de la mañana. O las peripecias y malabares que algunas escritoras hacen entre las tareas maternas, escribiendo entre la guardería y los quehaceres de casa, como relata la Premio Nobel Alice Munro.


Un espacio entre líneas cuya visión no tiene nacionalidad ni un origen único de procedencia en la línea del tiempo, lo que a su vez, si vamos, y vemos, más allá, resulta una compilación de retos, vivencias y silencios humanos, más que únicamente de recomendaciones para literatos.


El contenido es tan humano que no juzgaría campos específicos, aplicable a todos finalmente no importa tu género artístico, ni tu género profesional a nivel general. No importan las tallas, los pesos, los largos, los anchos, los bajos o altos, los claros u oscuros, los muchos o pocos.


La locura es compartida, la irritabilidad en la continuidad cuando algo no sale bien, la desesperanza y el volverlo a intentar, sin detenimiento, a veces con descaro en la ignorancia, aunque se sea casi sabio,. Tan solo hacer, actuar, ejecutar porque así se siente que la perfección desde la propia percepción, los ritmos adecuados y cronometrados en las milésimas de segundo exactos, serán alcanzados.




El libro está disponible en Amazon :)

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