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RUGIDO MUSICAL

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 1 ene 2023

Cuando la vida cruza los límites del tiempo



“La memoria no es lo que recordamos,

sino lo que nos recuerda.

La memoria es un presente que nunca acaba de pasar”.

― Octavio Paz





Escribe Lucy Quintanilla



El sonido prodigioso impregnó cada centímetro de aquel monumento histórico llamado Teatro Segura, las luces se apagaron, el silencio reinó por un segundo y las miradas unánimes se sumieron en aquellas notas musicales que explotaron en una vida sedienta por celebrar las raíces de una cultura, los orígenes expresados en la danza, en el canto, en los instrumentos musicales, en la ternura que habla, en la ilusión que narra una historia diferente, en la esperanza que no se cansa de aguardar, en los brazos abiertos que levantan las manos entre pañuelos, platillos, aplausos y que, segundo a segundo, van hilando una narrativa que hoy lo transforma todo, lo bueno, lo malo, la nada, lo absoluto, la prisa y la calma...¡todo!, en un punto central donde confluyen los artistas y el público reunidos para crear algo mejor, algo que anida en cada uno, que sabe a ficción y que, sin embargo, se transforma en la realidad expandiéndose a la totalidad del ambiente.


Hoy, el rugido es peruano



La Gala de Navidad del Gran Teatro Nacional del Perú reúne a tres elencos: El Ballet Folclórico, la Sinfónica Juvenil y el Coro Nacional de Niños. Una fusión creativa que, un año más, reitera la sensación de triunfo, de logro en escena y, sobre todo, el impacto logrado en una audiencia con tanta necesidad de encontrar una y mil cosas buenas al mismo tiempo, dejando atrás, por un momento, las dificultades, los miedos y la fatiga ante la rutina que carcome. Una combinación magistral que te deja esa sensación de simbiosis absoluta indicando que, sin un grupo, la obra no funciona. Si falta una de las tres claves, entonces se vuelve una pieza incompleta.


La energía de los músicos de la orquesta dirigida por Pablo Sabat, es desbordante, el marco perfecto para una secuencia arquitectónica y casi, casi literaria sobre las tradiciones peruanas a través del ritmo, la melodía y la revelación de la tierra, del mar, de la selva y las montañas. Esta también es la fusión de la naturaleza con los hombres y mujeres que inventan y reinventan el presente y que, por hoy, llegan desde un primer plano de sonidos.


- Estoy sorprendida con la potencia de la orquesta esta vez, no sé si es porque regresan a la Gala o ¿los integrantes siempre son así? - pregunto.
- ¡Siempre son así! - sonríe orgulloso, Pablo – Varios de ellos hacen muchos tipos de música distinta, ya no es como antes en que los que hacían clásico únicamente se dedicaban a eso. No, ahora hacen música popular, jazz, rock, música de películas, de anime. Están muy diversificados.

Y entonces la pluralidad se vuelve doblemente interesante porque mientras el director de la Sinfónica es quien está íntimamente ligado al fundamento clásico, los artistas que lidera, sin embargo, representan la diversidad dentro de su propia esfera. Esto, aunado al éxtasis provocado por el Ballet Folclórico, que es una suerte de criatura única e irrepetible, y a las voces angelicales de los niños del coro, simbolizando la pureza y la luz de esta entrega, logra mantener a todos absolutamente cautivados.



LA INTERPRETACIÓN DEL MOVIMIENTO


Estoy sentada en la sala, entre el público que ha llenado el Segura y lo que vemos tras la corta distancia que nos separa del gran telón, son seres mitológicos bailando llenos de vigor y alegría contagiosa, con esas sonrisas inmensas y con un lenguaje corporal que entabla una conversación que no quieres que termine nunca.


Ahora estoy en el backstage y ellos entran al escenario. Es el momento de la Sierra, de las polleras volcando el arte textil, con esos tejidos que demandan horas y más horas de trabajo, de dibujar y teñir sobre los materiales, de identificar el entorno y plasmarlo en la indumentaria tradicional. Los ponchos, los chalecos, los sombreros, las cintas coloridas, las enaguas y las ganas de pintar el mundo de los tonos peruanos. El amarillo, el rojo, el verde, el turquesa, el fucsia intenso, el celeste, el naranja...El cielo en escena.

Todos te gritarán, ¡cholito!

De dónde llegaste, tú

Todos te creerán, ¡cholito!

Que naciste en el Perú

Las voces de los niños, dirigidos por Mónica Canales, entonan "Cholito" en notas que suben y bajan. Están vestidos de blanco, de pie junto a la gran pantalla que también traza la naturaleza del Perú con sus animales, sus árboles y sus aguas. Los cantantes de la Gala están ubicados en escalones que los posiciona por edades, abajo están los más pequeños y arriba los que pronto llegarán a la adolescencia, lo que está ocurriendo también es un viaje inolvidable en sus vidas. Enfocados al máximo en los tonos, siguen recitando la letra, totalmente comprometidos con sus papeles. Saben que sin ellos nada sería posible para la Gala.


Esta es la interacción de las escalas matizando ya no solo una canción clásica de navidad sino el sincronismo que ocurre entre los tres elencos.

La unidad es evidente y es lo que hace de esta obra uno de los mejores regalos de navidad. La capacidad del ballet para emocionar no solo proviene de una técnica prolija, arduamente entrenada y diseñada a la medida, sino que ocurre desde las emociones que se despiertan a raíz de una nostalgia aparentemente invisible pero que habita en nosotros al recordar los trazos tiernos con que se construyen las artes en los Andes Peruanos, las cabezas jugando de lado a lado, los zapateos, la ronda, los abrazos, la cercanía constante y los pañuelos blancos idealizando una paz que posiblemente solo existe en sueños, uno precioso eso sí.


Los niños dicen que a la virgen le llevarán un mantón abrigador; a San José una quena, un charango y un tambor. Entonces, al tiempo que Pablo Sabat sigue dirigiendo la precisión de la orquesta, los bailarines no dejan de marcar cada paso con exactitud, cada vuelta, cada salto y unión de manos.


Todos te gritarán, ¡cholito!

De dónde llegaste, tú

Todos te creerán, ¡cholito!

Que naciste en el Perú


UNA PINCELADA QUE ALUMBRA



“Reunir a más de cien artistas en los ensayos fue complicado, pero lo logramos, con ganas y sobre todo con la ilusión de entregar nuevamente este espectáculo tan bello al público, que después de estos años está ansioso de consumir arte y cultura para sacudirse lo malo que hemos vivido” - comenta Fabricio Varela, director del Ballet Folclórico Nacional.

Los minutos transcurren y escena tras escena la Madre Tierra se sigue manifestando. Es el turno de la Selva y los ecos de nuestros bosques, de sus cantos y pisadas, de la alegría por comunicar que la vida es bella. “Caminito” persiste y sigue sonando, haciendo vibrar a todos.


Los niños también persisten, en quechua y en español, es el diálogo sobre el que reside la obra.


Fabricio relaciona la Navidad con una tradición que celebra el nacimiento de una nueva era, de un nuevo comienzo y un nuevo amanecer. Dice que todos hemos nacido con las canciones que escuchamos durante la Gala, con aquellas tradiciones que expresan lo que somos más allá de religiones. “Y eso es lo que hemos volcado en la obra”.


Se abre paso la Costa, la gloriosa Marinera Limeña y la icónica Marinera Norteña. La primera con vestido rojo, una rosa en el cabello, mangas cortas, escote con forma de corazón y tacones aguja, es la elegancia traducida al coqueteo sutil, al tiempo al tiempo, a la suavidad del andar en pareja y a los susurros que se balancean de aquí para allá con esos eternos pañuelos blancos avanzando lentamente.


La segunda, en cambio, se anuncia ferozmente poderosa y atrevida, cuatro parejas hacen su gran entrada, los tambores revelan el inicio de los sonidos cual epicentro absoluto, el corazón te late con los mismos ritmos, con los mismos tiempos, es el Perú, una vez más, es Perú. Ellos y ellas van de blanco, pañuelos arriba ¡y otra vez!, arriba y abajo, y una más, de ida y vuelta, hablando por sí solos, la sincronía radical conjugada con el sonido de los platillos y, entonces, el zapateo bendito que ya no se detiene más, que crea su propio idioma sobre el suelo y que ahora dirige la supremacía de todas las miradas, más y más. Zapatea ella con las manos en cada extremo de su falda, zapatea él con el sombrero entre los dedos, mirándola fijamente y contándole un nuevo relato a la bella que se envuelve entre el vuelo incansable de ese precioso traje hecho a mano. Juntos son la representación ideal de un cronómetro celestino saludando a la alegría y al amor, y a la complicidad haciéndoles un guiño eterno.


Aplauden todos, el público, los músicos, los que estamos tras bambalinas y el mismo teatro, que hoy es pura dicha y color peruano. En unos instantes sonará Noche de Paz y solo puedes pensar en esta última palabra, Paz, o como diría Leonard Bernstein:


“Esta será nuestra respuesta a la violencia:

hacer música más intensamente,

más bellamente,

con más devoción que nunca”.


PRECIOSIDAD



Lo multidisciplinar sobre el escenario es probablemente la base del éxito de esta gran pieza. Volvamos al inicio de esta narrativa y es que, si falta uno solo de los tres elencos, no hay Gala. Es la varita mágica del arte convertido en hada que toca esta entrega como resultado del intercambio visible y audible entre tres géneros: el canto, la música y la danza, la trilogía eternamente vinculada con los sonidos y que esta vez deposita el alma sobre la diversidad.


- Francamente, qué bien funciona para las audiencias el sonido popular desde los instrumentos clásicos.
- Sí, es algo distinto, no es algo que se haga mucho – me responde, Pablo Sabat.
- Y, en la Gala eso queda claro, y quizás tenga que ver también con la multidisciplina de los músicos de la sinfónica.
- En la orquesta, algunos artistas no son peruanos y para ellos es como si estuvieran tocando su propia música, es impresionante.
- Y, ¿de dónde son?
- Hay venezolanos, hay una chica cubana y un colombiano.

Pablo dice que la potencia de esta obra reside en la mezcla de todo, si quitas algo ya no funciona, sería solo un paliativo, pero no algo satisfactorio porque la fuerza que tienen los bailarines es extraordinaria, la energía que le ponen a la obra es fantástica. Solo la música no tendría el mismo resultado.


A mí, la marinera me hace un nudo en la garganta siempre, es lo que más me llena - reitera el director orquestal.

El tiempo sigue transcurriendo y mientras todos se despiden va sonando “Rueda, Rueda” ...Rueda, rueda por la montaña, blanca luz del sol, llega, llega, cholo, cholita que es la navidad...Vuela, vuela, blanca paloma, sigue más allá. Lleva, lleva la buena nueva, que es la navidad.


- Mi padre adoraba la marinera limeña, verte bailar me recordó la alegría que él sentía cuando la escuchaba. Gracias - le digo, a la bailarina.


- La música nos acompaña a lo largo de nuestra vida y alguna tonada siempre nos hace recordar. Gracias por acompañarnos - me dice, Sumi Cartagena.




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