Cuando la música es la mejor vacuna de todas
Columna de Opinión
La alegría más grande de la vida ha llegado a mí desde mi violín.
- Albert Einstein
I know that the most joy in my life has come to me from my violin.
- Albert Einstein
HABÍA UNA VEZ
Sentí miedo. Tenía tres años y un tutú rosa sobre mí. Era la única niña en aquella sala inmensa, rodeada de interminables espejos y barras de madera que parecían interminables. Entonces, sonó una melodía de Bach y me pidieron que saltara, que estirara los brazos, que formara un profundo arco con los pies, que siguiera las indicaciones de la maestra, que creara algo con la música. Y así, solo me dejé llevar. No sabía si lo hacía bien o mal, solo permití que mis pies persiguieran los sonidos de ese piano amigo, bueno, cariñoso y cómplice. Un instrumento musical que acurrucaba, con paciencia y entonces, nos quedamos solos los dos. Él con sus teclas blanquinegras y yo, ahí, sintiendo confianza gracias a sus sonidos.
Tenía cinco, seis, siete años y en casa siempre sonaba Dancing Queen, Voulez Vous o Chiquitita del grupo Abba, herencia pura de las aficiones de mi familia materna. Y entonces, todo era una fiesta y el mundo parecía perfecto, estacionado en los constantes movimientos de esas canciones preciosas y divertidas que hacían que te den ganas de moverte y jugar a que eres un gran artista.
Tenía diez años y Queen invadió toda mi vida por semanas, meses, años y se quedó conmigo para siempre. Cada vez que lo escucho parece que Freddy vuelve a decirte Don´t stop me now! O que se inventa un universo incomparable en Bohemia Rapsodia y Radio Gaga, repleto de vida y pasión desmedida cada que se sube a un escenario.
Soy una latina orgullosa, a más no poder, de sus ritmos, esos con los que toda niña de este lado del mundo nace. Crecí impregnada de los movimientos llenos de cadencia, de los hombros danzantes, de los pies con pasitos cortos y las caderas en constante vaivén. Los felices ritmos peruanos, inacabables y tan coloridos.
Pasé todos mis veintes entre Latin Pop y ser más feliz bailando todo el tiempo. Y a los treinta volví con una fuerza inesperada al principio de todo, cuando un extraordinario Lago y los Cisnes de Tchaikovsky, una serenata de Mozart o la Danza Húngara de Brahms me invadían de pura felicidad. Finalmente, entendí que todos los géneros habitan en mí y me permitían tener mayor calidad de vida.
Con los años, también he aprendido a escuchar al silencio. Pero entre tantos viajes, nuevas experiencias y culturas fascinantes, nunca olvidaré que un día, rodeada de música y mucho arte, pude reencontrarme con esa pequeña niña asustada en tutú que recuperó toda su energía al oír aquel piano y la magia de Johann Sebastian Bach. Es un placer supremo volver siempre a Bizet y Beethoven, a la magia de Abba, Los Beatles y eternamente a Queen, a Bon Jovi y David Bowie, a Mar de Copas, Maná y Luis Miguel; a Beyoncé, Alicia Keys, Daniela Romo y Julieta Venegas. La lista es interminable, no podría quedarme con un solo género porque todos me atraviesan, día tras día, en uno u otro sentido.
Y, tal vez, a ti te ocurra lo mismo.
¿DÓNDE VAN LAS ILUSIONES?
El tiempo no deja de correr.
La vida, a veces, parece apurada.
La creatividad necesita vitaminas para mantenerse en pie.
La velocidad es la reina de la noche, de la tarde y de cada mañana.
La ansiedad asoma las narices.
El aburrimiento se enamora de ella.
La rutina es su mejor Cupido.
El estrés comienza a recorrer cada célula de nuestro cuerpo.
Me desconcentro... ¡Es que me desconcentro!
¿Y ahora?
¿Quién podrá ayudarnos?
Y, si existiera un genio de la lámpara maravillosa seguro diría algo como
¡Música, ven a mí!
O, aun con mayor liderazgo, tan solo ordenaría
¡Hágase la música!
Y esta última frase, HÁGASE LA MÚSICA, debió ser algo que alguien con ganas de divertirse muchísimo, por un rato largo, varios miles de años más bien, pronunció el mismo día que creó todo lo que existe alrededor de nosotros, y a nosotros mismos. Porque, por encima de géneros, personajes clave y preferencias personales, la música lo es ¡TODO!
Trabajar...con música
Ser más creativo...con música
Tener más paciencia…con música
Solucionar un problema...con música
Inventar y reinventar. Innovar, buscar y rebuscar...con música
Amar y ser amado...con música
Ser niños, ser adultos, ser ancianos...con música
Vivir, morir y volver a vivir...con música
Existir al máximo...Con música, y música y más ¡M-Ú-S-I-C-A!
ELLOS, LOS GRANDES
...Tanto la música como el lenguaje verbal sirven para el mismo propósito. Ambos son formas de expresión, se usan para comunicarse con los demás, pueden ser leídos y escritos, te hacen reír o llorar, pensar o cuestionar algo y pueden hablarle a una sola persona o a muchas. Y, definitivamente, ambos pueden emocionarte.”
¿Existe un mejor lenguaje que esa deliciosa combinación de palabras y sonidos? ¿O de sonidos que hablan con cada una de sus notas, sin emitir vocablo algun0? ¿O del vocabulario extasiado hasta decir basta, convertido en historias hechas para ser narradas para siempre?
Para un artista, el proceso creativo puede estar en simbiosis total con un camaleónico mapa musical. Artista de la vida, artista que rompe los cánones y revoluciona lo establecido, artista sensibilizado por cada átomo que lo construye. Artista que pinta, esculpe, escribe, canta o baila. Artista como químico, filósofo, empresario, activista, científico, profesor, estudiante...
Artista como ser humano
La música y las otras artes están intrínsicamente relacionadas y, por lo general, conllevan un proceso creativo similar. Sin embargo, no olvidemos que el encuentro con nuevas ideas o la ejecución de nuevos planes por parte de ingenieros, economistas, educadores, deportistas, científicos, programadores y otros protagonistas de distintos campos laborales, se fortalece al incluir entre sus herramientas de crecimiento a los diversos géneros musicales.
Albert Einstein, el gran genio que amaba la música y se valía de ella para pensar “fuera de la caja” y así obtener las respuestas esperadas, era conocido no solo por sus extraordinarias conclusiones científicas sino por su incalculable creatividad y absoluta defensa de la imaginación y la fantasía. Además, señalaba que ser creativo significa que tu cerebro está diseñado para resolver problemas, pensar en nuevas ideas y tener momentos ¡eureka!, esos en los que finalmente encontraste una respuesta diferente, única, inesperada pero fantástica. El gran científico siempre volvía a la música durante su evolución inventiva y solía atribuirle el mérito de sus resultados:
“Si no fuera un físico, probablemente sería un músico. Siempre pienso en música. Vivo mis ensoñaciones con música. Veo mi vida en términos musicales...Disfruto más de la vida gracias a la música.”
No importa barrera alguna relacionada con las distintas profesiones o elecciones de vida, seas un pintor, una filósofa, un economista o escritora, la música simplemente nos atraviesa de la forma más placentera y nos regala mayores y mejores oportunidades de vida, resultados más eficientes, conclusiones más sólidas y pensamiento crítico. Por eso, ¿cómo olvidar la frase icónica de Nietzsche?
Y pienso también en Mafalda amando a Los Beatles, en Sherlock Holmes enloqueciendo por un violín, en los cuentos de hadas existiendo a la luz de mil melodías y en las canciones durante la guerra que los soldados llevan dentro y fuera de sí; en la música en los campos de concentración de Víctor Frankl y las tonadas de las madres a los niños, o de los enamorados amando el amor.
Por otro lado, el tenor español José Manuel Zapata, hace un tiempo le recordaba al mundo que el primer vínculo que tenemos con los sonidos ocurre en el vientre de nuestras madres, porque la música empieza a ser creada con nuestros corazones aproximadamente desde la cuarta semana de vida, en que ya "somos". Y luego, hace una analogía entre los latidos del corazón desde nuestros momentos iniciales de vida con los latidos del Réquiem de Verdi, que es una misa, y comenta que, a diferencia de las demás artes que aparecen a lo largo de nuestro camino, la música y los sonidos nos acompañan desde el inicio de nuestra existencia hasta que morimos.
Y, en efecto, ocurre así, pues una vez fuera de esa burbuja materna continuaremos nuestro propio rumbo, a lo largo y ancho de todas las posibilidades permitidas, entre sonidos y la posibilidad de crear constantemente. Sabiendo ahora que, con ellos, la resolución de problemas, el autoconocimiento, la innovación, los descubrimientos, la constante amplitud y elasticidad de nuestras perspectivas y elevados grados de felicidad, satisfacción y placer, son posibles.
Será que, simplemente, es tan cierto:
¡SIN MÚSICA NO HAY PARAÍSO!
Referencias
Calaprice, Alice. The Expanded Quotable Einstein. Princeton, N.J.: Princeton Univesrity Press. 2000.
Victor Wooten, La música como lenguaje, TED-Ed, 2012
Lama Issa, The effect of music on creative cognition. Cornerstone, 2019
José Manuel Zapata, Los niños deberían aprender canto, es el instrumento más emocional. Aprendamos Juntos-BBVA, 2019
Mitch Waldrop, La historia de amor de Einstein y Lina, su adorado violín. National Geographic, 2017
Michele and Robert Root-Bernstein, Einstein On Creative Thinking: Music and the Intuitive Art of Scientific Imagination. Psychology Today, 2010
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