top of page

ISABEL, LA BAILARINA QUE CELEBRA LA VIDA

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 11 oct 2019

Perfecta desde la imperfección

“Solo hay una forma de ser feliz:

AMAR Y SER AMADO.”

George Sand


A veces la vida no te prepara para lo que vendrá, para lo inesperado, para los momentos en que dudas y tu respiración se agita por miedo, para cuando tu corazón multiplica latidos que saltan, rebotan y parecen perder su ritmo ideal, para desafiar los límites o para encontrar y, acceder finalmente, al espacio concreto y emocional basado en tu máximo talento como detonante creativo y en tus impulsos constantes por saber, buscar y querer más.


Al mismo tiempo, y en contraste, esa misma existencia tampoco te niega la posibilidad de abrir las ventanas para que entre la luz cuando ya no logres ver, para que descubras al cisne al otro lado del espejo, para que vayas más allá de la belleza que habita, incluso en la fealdad, para que un pie avance delante del otro sin detenimiento ni cansancio en sentido directo a lo que tanto buscas y para que, finalmente, más allá de los sueños, vibrar haciendo lo que mejor haces te haga encontrar las respuestas a todo y aprender que en la vida…Se hace camino al andar.


“La danza te enseña a vivir”, enfatiza en un momento de la conversación Isabel García, la bailarina que luego de diez años de vivir al máximo, y sin detenimiento, su carrera como miembro de la Compañía Nacional de Danza de México, abraza la vida reconociendo que la sensación de logro es una emoción como pocas otras, que sentirte cómoda con quién eres es fundamental, que su primer objetivo al bailar e interpretar un papel es disfrutarlo y que, uno mismo construye sus recuerdos felices y es responsable de ganar experiencias positivas de las cosas.

ELLA


Viajera insaciable, amante de Goma, la chitzú mas caricaturesca y dulce de este planeta, hija, hermana, novia y una artista para quien, haga lo que haga, la danza siempre encuentra la forma de estar a su lado y de jugar un rol protagónico en su día a día y en sus decisiones presentes y futuras. Y es que hay momentos en que la vida profesional es también la vida personal, y en simbiosis armónica tu universo cotidiano se rinde a la sensibilidad de propósitos y propuestas que configuran tu identidad, como en el caso de Isabel que en paralelo a su carrera de danza el año pasado inició sus estudios universitarios en Comunicación y Periodismo y que además junto a tres amigos, todos bailarines de la Compañía, le han dado vida a Ciudad en Escena, una Asociación Civil que integra al público con la danza clásica en México, acercándolos al significado real de de este género y mostrándoles el detrás de escena de un arte que conlleva una historia de siglos alrededor del mundo y que, alguna vez, cobrará protagonismo también en nuestros queridos países latinoamericanos.


“Lo mejor que me ha dado la danza es la oportunidad de conocerme bien y saber hasta dónde puedo explotar lo que tengo, hasta dónde puedo llegar sin conformarme, eso es lo más rico de estar en esta profesión. Llega un punto en que te dejas de comparar y sentirme cómoda con quién soy como bailarina es lo que más disfruto ahora”.


Nuestra Reina de las Nieves, Desdémona, Cisne o Blancanieves considera también que la danza la ha formado como amiga, como novia, como hija y que las personas que la rodean la siguen a través de su profesión. “Es un aprendizaje constante”, reitera.


Lo cierto es que los mitos, las hadas de ensueño, los colores multiplicados y el mundo mágico del ballet clásico se hacen realidad tan solo entrar al teatro y ver levantarse el telón para darle paso a una pieza de baile y la bienvenida a las princesas y los tules en tutú. Un momento que siempre será como cerrar los ojos e ingresar a un universo en donde, de pronto, los personajes de los cuentos e historias legendarias se convierten en realidad y los ecos de la niñez despiertan y reviven al máximo los sonidos y los pasos de ritmos tan perfectos, como ligeros y suaves.



LA VIDA ENTERA


“Mi madre fue mi primer país, el primer lugar en donde viví”, recita su fotografía introductoria en Facebook. Y también fue ella quien la llevó a su primer encuentro con una sala de ballet. “Fue como si hubieran pensado ¿en qué la vamos a entretener? ¡Y mira que me han entretenido toda la vida!”.


El tiempo ha pasado, rápido a veces, lento otras y lo que tiene muy claro esta bailarina es que la danza está dentro de nosotros siempre, que va mucho más allá del arte y es una profesión que tiene muchísimos beneficios a nivel social, terapéutico y, desde luego, a nivel personal, muchos más de los que la gente conoce. “La danza aporta muchas cosas buenas tanto al cuerpo como la mente, apacigua, te conecta contigo mismo, te sensibiliza, te desarrolla a nivel personal y eso afecta directamente cómo te relacionas con los otros. Al tener que hacer contacto contigo mismo y con tu cuerpo eso te da más herramientas para verte mejor y tener un nivel de conciencia más profundo contigo y con el otro.


La chica de Polanco es alguien que, por encima de todo, valora la paz y a quien los años le han regalado seguridad y confianza en sí misma, aún cuando siente que todavía hoy, a veces, duda ante los retos grandes. “Por momentos creo que no desarrollé ese instinto competitivo de aquí, yo y con permiso, me cuesta tomar al toro por los cuernos y decidirme”.


La escucho con atención y, en ocasiones, es casi ineludible no identificarse con su sinceridad envolvente ante miedos y reacciones femeninas tan cotidianas, más allá de todo y de todos. Asimismo es casi imposible no reconocer y develar que detrás de toda obra de arte, escenarios preciosos y seres que resultan poéticos en escena, siempre hay un mundo real que es, tal cual, de carne y hueso, y que se enfrenta, como el resto de los mortales de a pie, a conflictos externos, internos y a la búsqueda de valentía, fuerza y por qué no, una dosis extra para romper las reglas de vez en cuando y encontrar los orígenes y el equilibrio de todo.


“En general puedo ser un poco indecisa. Por ejemplo, me cuesta mucho elegir qué película ir a ver al cine. Si alguien me pregunta qué hacemos podemos tardarnos horas en decidirnos. Y siendo bailarina, esa característica me ha costado un poco porque lo cierto es que tienes que salir, decidirte y hacer las cosas porque sino, en lo que piensas si lo vas a hacer o no, o si te va a salir o no el paso, éste ya se te fue y ya vino alguien más que sí lo hizo. Creo que ese arrojo me ha faltado a veces”.


Sin embargo, el desafío constante ante la sensación de equilibrio instintivo alude al encuentro de nuestra protagonista consigo misma y a sus respuestas más felices en el disfrute de lo que hace, sin pensar en errores, dificultades o técnicas perfectas, tan solo sintiendo los sonidos, interpretando con máximo cuidado los movimientos, desde el alma y finalmente, transcribiendo a la realidad una figura totalmente libre y entregada a la mística que encierra la danza clásica.


“Para mí, lo más importante cuando bailo es disfrutar. Hay bailarines que no hacen eso al momento de estar en el escenario, porque hay tantas cosas detrás y uno sufre, estás preocupado por la técnica y por miles de condiciones más, pero hay que ir más allá. Sé que tengo errores y no soy cien por ciento perfeccionista. Mi intención siempre es encontrar lo que puedo disfrutar al máximo en una obra que esté bailando, y casi siempre obtengo excelentes recuerdos”.


Isabel insiste y no duda cuando revela lo que para ella es la clave de la realización.


“Ahí radica tu éxito como bailarina, en qué disfrutes de lo que haces, te olvides del resto y te concentres en el momento. Enfócate. Siempre está ese parámetro que dice “sé el mejor que puedas ser”. Pero eso es un poco vago, ¿eso qué es? ¿Puedo ser mejor? Sí, siempre puedo hacer más, más horas de trabajo, entrenar más y practicar más, pero en realidad lo que te va llevando poquito a poquito a un punto pleno es esa intención de estar presente en el momento, especialmente en una carrera tan efímera como esta”.


ELLOS Y ELLAS


Las experiencias diversas definen las bases de la constante innovación a la que se ven expuestos los bailarines. Una nueva coreografía, un nuevo personaje, nuevo vestuario, luces, sonido, escenografía y así, un sinnúmero de caracteres derivados de la creatividad basada en historias y autores únicos e irrepetibles.


En ese sentido, para Isabel cada papel interpretado resulta siempre una nueva oportunidad, una búsqueda personal a través de un personaje ajeno a ella, pero uno del que finalmente se apropia desde la piel hasta los sentidos más hondos, haciendo suyo todo lo nuevo y penetrando en la definición total de alguien más. Los retos están servidos, investigar y sumergirse en la nueva historia resulta indispensable, y por qué no, embriagante.


“En general siempre he sido muy curiosa, es algo que aprendí en casa, que vi de mis papás, entonces me gusta enriquecerme naturalmente y saber más cosas. Y al momento de interpretar cierto personaje es muy bueno alimentar esa experiencia”.



Le ha dado vida a diversas figuras a lo largo de su carrera, algunas quizás más retadoras que otras a nivel interpretativo, pero todas cargadas de matices, sombras, trazos y la energía propia que distingue a un ser de otro. Ella necesita sumergirse hasta descubrir por completo quién es ese otro que toca a su puerta esta vez, aunque la tarea resulte monumental.


“Cuando hice La Pavana del Moro pensaba ¿Cómo voy a interpretar a un personaje de Shakespeare con movimiento abstracto? Se me hacía una labor titánica. Entonces el primer paso fue leer la obra y entender el personaje a cabalidad, ver la película, encontrar referentes en otras obras de arte como pinturas y en lo que sea que te pueda llenar de ideas. Como nos dicen, tienes que ir convirtiéndote en ese personaje, transportarlo a tu vida cotidiana y pensar ¿qué haría Desdémona en este momento? ¿Y si tu novio te dice tal cosa?


“Ya no es acerca de cómo respondería yo sino cómo respondería ella, necesitas hacer tu propia versión y no nada más imitar a un personaje. Se trata de cómo lo haces tuyo y una vez que está dentro, con todo eso proceso, cómo va a salir”.

Admira a las bailarinas rusas, para ella por default son las mejores. ¿Si hay alguna que la inspire en su proceso creativo? Eso está en función del papel que vaya a interpretar, como le ocurrió durante la muerte del cisne en El Lago de los Cisnes, episodio que bailó para una gala especial y que la retó como pocas veces algún otro papel. Con dos semanas como límite para tener listo a su propio cisne en escena, Isabel confiesa que buscaba miles de videos en YouTube para inspirarse en tiempo récord y así llegó la versión de Uliana Lopatkina. “Lloré al verla, solo pensaba ¡no puede ser! ¡No puede ser esta mujer! ¡La transformación!”.


Así, de la mano Tihui Gutiérrez, su maestra y primera bailarina del ballet mexicano, abordó la tarea del nuevo papel soñado.


“Traté de inspirarme en dos cosas de Lupatkina y no forzarme a quererlo hacer como si llevara años bailando esa coreografía, porque me iba a presionar y lo que iba a salir sería un resultado forzado. Entonces los pocos ensayos que tuve fueron súper bien aprovechados y me encontré con una música que yo siempre había querido bailar, y ha sido de lo más difícil que he tenido que hacer, un solo complicado en el que nunca te bajas de las puntas, necesitas mucho control, el movimiento de los brazos y más, y también por la luz durante la escena, el escenario estaba muy oscuro y no veía nada, fue como estar en otra dimensión y la sensación física me cambió. Pero el proceso fue bonito, lo asumí con calma y naturalidad y disfruté muchísimo la única función que tuve. Fue una experiencia única”.

El papel enternecedor llegó luego de tres años de haber sido bailarina suplente, y cuando ya lo había dado por perdido una urgencia le daría la oportunidad de asumir el rol protagónico de Blanca Nieves.“Fue súper bonito, desde estar en el escenario escuchando cómo se ríen los niños, eso me impresionó y me conmovió muchísimo. Y cuando salí todo estaba lleno de pequeñas Blanca Nieves, y todas se querían tomar fotos y las mamás también, una experiencia muy linda”.


El papel soñado, y con una connotación especial que Isabel no esperaba, llegó de pronto en el 2016 con el rol de la Reina de las Nieves en el Cascanueces, tal vez el personaje más conmovedor y especial para la bailarina.


“Yo soñaba con él cuando entré en la Compañía, y oía la música, y en este rollo de pesimismo decía nunca lo voy a bailar, y llegó como después de 7 años y fue como esa conexión de haberlo logrado, como el sueño, y además musicalmente es algo que me conmueve muchísimo entonces cuando estoy en el escenario me siento plena”.

Ante la pregunta por alguna anécdota sorprendente en su carrera, Isabel se sumerge en sus memorias y tarda un poco en responder, pero regresa contenta a la conversación y su respuesta es inolvidable.


“Mi mamá murió en el 2014 y siempre había esa cosa que tiene uno con los papás, porque ellos aspiran y quieren verte triunfar y le llegué a contar que quería ser la Reina de las Nieves, que tal vez algún día pero que ni se hiciera ilusiones, que francamente no podría hacerlo. Y en el 2016 lo estrené. Recuerdo que le había dado dos boletos a mi papá para que fuese con alguien, y que para mí había sido una función llena de emoción y sentimientos, recordando a mi mamá, algo súper emotivo. Cuando salí le pregunté a mi papá ¿con quién viniste? y me respondió: dejé el lugar vacío porque ahí estaba tu madre”.



Ir descubriendo al personaje detrás de la bailarina en escena me devuelven un espíritu libre que define constantemente su estilo de vida, que asume su presente y se adapta al paso de los años y lo que eso significa a través del gran regalo que te da la experiencia.



La danza te enseña a vivir incluso en los momentos duros, en los buenos y así en general. Ha ocurrido que he audicionado para un papel hasta quince veces y al final no me lo han dado. Me han pasado cosas buenas, negativas y otras muy chistosas. En la Compañía, después de diez años de conocernos, haces tu círculo ahí dentro porque al final pasamos tantísimas horas juntos que es ahí donde te relacionas. Somos casi setenta bailarines, tantos y tantas que es muy difícil convivir en el mismo espacio, haciendo exactamente lo mismo cuando tenemos personalidades tan distintas. A veces cuando algo me estresa me aíslo y me voy a mi rincón. Pero así tenemos que continuar”.



¡DÉJAME SER!


Bailarina, bailadora, danzante….No importa el ritmo, ella baila sola o acompañada, pero siempre baila. ¿Y cuándo no estás sobre las puntas, te gustan los ritmos latinos?


“¡Bailar me encanta, me fascina! Hace poco estaba en una boda y era la más feliz bailando, después de la Orquesta Sinfónica creo que la cumbia que es lo que más me gusta, sí, no soy mucho de oír salsa y poner el latin pop en casa, pero bailarlos me divierte mucho. Me gusta todo, hace poco hubo sesión de pop 90s y el reggaeton. La verdad es que lo bailarines somos muy bailadores”.



También ha tenido encuentros magníficos, de esos que como artistas se te quedan tatuados en cada rincón del ser. La gran Diana Vishneva en el Teatro Marinsky de San Peterbursgo y un autógrafo logrado casi en plan de beso robado, y hace poco la legendaria estrella latinoamericana, Julio Boca, a quien escuchar fue más que aleccionador.

“La experiencia más padre fue ir a Rusia a ver Guiselle con Diana Vishneva, ya había comprado mi boleto desde acá. Fue una función impresionante, divina, de pronto no sé qué hacer mientras estoy viendo la obra, solo pienso: es que ya estoy aquí, es demasiada emoción, y entonces parece que no la estás viendo con calma y de pronto ya se terminó y quieres decir ¡otra vez!, ¡déjame verla otra vez con calma! Ese día fue súper bonito además, porque había sido su cumpleaños y cuando salió a dar las gracias todo el teatro le cantó Las Mañanitas. Fuimos a esperarla detrás del teatro y cuando ya se iba casi interceptamos a su esposo, suplicándole por el autógrafo, y conseguimos nuestra foto con ella”, sonríe recordando Isabel.


En el caso del bailarín argentino, Julio Boca, se emociona nuevamente evocando la escena y nos cuenta riéndose que casi se abalanzó sobre él, entonces pienso en las fans de los conciertos que no pueden más consigo mismas sobre sus propios zapatos, emocionadas hasta el límite. “¡Me le abalancé! Lo vi de frente, porque nos vino a dar clases a la Compañía, te juro que sentí que alguien me empujó por atrás, una fuerza hacia él y le dije MAESTRO, y entonces de repente estaba preguntándole si se podía tomar un café conmigo y lo más increíble fue que me dijo que sí y estuvimos una hora hablando”.


Atesora haberlo oído narrar cuán privilegiado son los bailarines al hacer lo que más les gusta, porque no mucha gente puede hacerlo y por momentos eso se les olvida. Algunas veces, caen en muchas cosas que no tienen sentido, quejas y un “rollo raro”, como menciona Isabel. Boca le habló de su retiro en El Obelisco de Buenos Aires, rodeado de miles de personas que lloraban de emoción al despedirlo, y cómo luego de todo ese fervor y las calles llenas de gente llegó a casa, cenó solo y sintió una sensación muy fuerte ante el cambio. “Una sensación que tenemos mucho los bailarinas al pasar de la euforia del escenario y toda esa adrenalina a llegar a tu casa y estar en silencio…”.



VOLANDO


La vida sigue y no se detiene por nada ni por nadie, lo sueños llegan y se renuevan de tiempo en tiempo. Así, en este caso, la necesidad de nuevas búsquedas llega de la mano de la palabra mágica VIAJAR.




“La segunda cosa que me trastorna y me pone mal de amores es viajar. Cuando empecé a hacerlo lo que más me motivaba era conocer los grandes teatros, poder ver funciones en esos países tan maravillosos, conocer a algún bailarín. Las mejores experiencias giran en torno a esos encuentros”.

Pero ante la eterna pregunta ajena ¿Y viajas sola? Se ríe mucho, lo piensa un rato, voltea la cabeza y responde:


“Es como esa pregunta sobre cuándo te vas a casar o cuándo vas a tener hijos. Me la han hecho un montón de veces y a veces me he atrevido a decir que es cuando más feliz he sido en mi vida, esa sensación completa de libertad y de independencia que nunca he vuelto a vivir. Y como mujer es mucho más insólito. Al principio quizás tienes miedo a no entender o a perderte, pero después eso ha sido siempre lo mejor. Perderte es increíble y no entender también porque encuentras otras formas para la respuesta. Me da flojera contestar esa pregunta porque normalmente la gente a la que le impresiona mucho que viaje sola es gente que nunca lo va a poder hacer. Si alguien me está cuestionando eso siento que aunque le explique no lo va a entender. FINALMENTE ES UNA ELECCIÓN PERSONAL”.


Para ella Latinoamérica es su casa y México es sinónimo de familia. Sabe que la carrera como bailarina no dura para siempre y se entusiasma con sus nuevos proyectos. Le gustaría mucho que la gente supiese más que sí existe la vida como bailarín, que sí te puedes ganar la vida con eso, y que sí, ESTE ES UN TRABAJO DE VERDAD.


LATINOAMÉRICA LINDA


Respecto al movimiento de la danza clásica en América Latina, y recordando lo que le dijo Julio Boca, considera que no tenemos una tradición dancística de tantos años como en otros continentes, que aún no es parte de la idiosincrasia latina. “La danza clásica en nuestros países es joven, aquí la compañía tiene sesenta años de existir, entonces no nos podemos comparar con trescientos años de ballet clásico europeo. Además, socialmente no acabamos de reconocer al bailarín de ballet como un participante productivo laboralmente que mueve la economía, esos elementos sociales de los que la gente no se da cuenta, aún hay falta de conocimiento y falta de interés por la cultura en general, o hay interés pero limitado, entonces no queremos pagar “x” cantidad por una función de ballet porque nos parece caro, nos parece un lujo y desafortunadamente en países donde tenemos problemas fuertes con la economía obviamente eso es lo primero que la gente corta”.


Le pregunto si considera que los latinoamericanos somos aspiracionales y me dice que no necesariamente, pero que estamos en un limbo. “Porque no imitamos a cabalidad las formas de las compañías norteamericanas o europeas pero tampoco acabamos por encontrar nuestra propia identidad como compañías o como estilos propios y es ahí es cuando acabas sin hacer nada. Sería interesante formar coreógrafos propios, ellos son los que van a construir repertorios nuevos. No vamos a bailar como franceses o rusos, valdría más la pena encontrar nuestra propia manera de hacer ballet clásico”.



Isabel siente que los latinos tenemos el mismo nivel y capacidad que cualquiera para competir a nivel de oferta cultural. “La oferta la tenemos, ¡lo tenemos todo! Tenemos artistas, escritores, actores, bailarines, compañías, monumentos históricos. La diferencia está en la difusión de esa oferta y en su accesibilidad. Se trata además de cómo socialmente hay que volver más importante la cultura dentro de la vida de nuestra gente”.


EL MUNDO A SUS PIES


Guiselle y Julieta son sus papeles anhelados. Atesora un diario que escribió su madre, un día a día de su vida durante un año muy específico, ese es su objeto más preciado. La bailarina que entre sus pinturas preferidas tiene a La Joven de la Perla de Vermeer e Impresión, Sol Naciente de Monet, que ama leer a Rosa Montero y reírse mucho con La Loca de la casa “estoy segura que te va a fascinar”, me dice, sin olvidar mencionar La Impaciencia del Corazón de Stefan Zweig.


Isabel…Isa…Isabela ama las pijamas y camisetas enormes, “así soy feliz, esas que son como unas sábanas, cuánto más cómoda mejor”, se ríe para sí misma. Dice que lo mejor de las vacaciones es “agarrar el avión. Cuando puedes decir ¡ya llegué! Cuando haces la conexión con lo que tenías en la cabeza, el momento en que lo sientes, que eres consciente que es real”. Y entonces, sin dudar, responde que San Petersburgo, Nueva York y Londres, en ese orden, son sus ciudades favoritas y que la ha impresionado el Museo Hermitage en Rusia y uno muy pequeñito en París, el Orangerie de los impresionistas y claro, en Berlín, el Museo Alemán del Cine. “Aquí me fascina el museo de El Palacio de Bellas Artes, es de mis consentidos”.



Por ahora, embarcada ya en nuevo proyecto con la coreógrafa Yazmín Barragán, remueve entre sus recuerdos y menciona con cariño a su primera maestra de ballet “como yo le digo madre de la danza y maestra de vida, porque además de la técnica me enseñó que bailar puede ser una forma de vida, cosa que yo no sabía”. Dice que algún día le gustaría estar del otro lado, como maestro ensayador.


Un nuevo día inicia en la Compañía, la bailarina se prepara y coge su herramienta de trabajo, un par de zapatillas danzantes como ella. El color rosa nacarado le recuerda las puntas de ballet y la palabra amor la hace suspirar y sonreír con nombre propio. Es difícil describir en una sola palabra el significado de tutú, pero ante el término arte sin duda responde ¡vida! Y ante el sonido “ballet” repite… ¡Vida!


Ella baila, baila y baila.


- ¿Con qué coreógrafo te gustaría trabajar?

- Así, ¿de ensueño?, con Akram Khan.

- Que así sea Isa.

- ¡Que así sea!




Perú - México

LitiArt 2019

@litiart


224 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Commenti


  • White Instagram Icon

© 2023 by Lucy Quintanilla.

bottom of page