Un verano en Madrid
Palabras: Lucy Quintanilla
La cultura viva de una ciudad, la narrativa hecha a pie, desde los pasos y las voces de los que viven allí, de los que saborean los días únicos que les entrega la vida y el presente entre un verano incandescente que a veces parece a punto de erupcionar y, de pronto, la lluvia enloquecida que cae desmedida tan solo para apagarse por completo y dejar que el cielo se vuelva a encender. Entonces, las terrazas llenas, la necesidad de hablar, de reír, de elevar la voz, de susurrar algún secreto, de compartir preocupaciones, alegrías, euforias y melancolías. El camino hacia el museo, hacia el teatro, hacia la librería, hacia la galería de arte es infinito, con tantas historias por escribir y describir, por la vida que late afuera y adentro, por los ancianos todavía enamorados, eternamente enamorados, y caminando juntos con sus bastones y sus manos hechas lazos, los niños embarrados de helados y chocolate derretido, sonriendo tan solo para pedir uno más, los bebés en sus coches, que todavía no hablan pero descubren el mundo a través del cielo y sus nubes, del agua de las fuentes y sus sonidos irrepetibles, del viento que también juega con ellos y les hace cosquillas en la nariz, de los perros y sus papás y mamás humanos subiendo al metro, entrando a la estación de tren, corriendo por los jardines o andando lento porque hoy el día está tan bueno. Allá, en aquella iglesia y su arquitectura centenaria, o allá, en aquel mirador donde la nostalgia se avecina y también el entusiasmo por los siguientes pasos. El sol que cuando no quema, abraza. Los días tan largos que confunden a los extranjeros. Las puestas de sol a las ocho de la tarde. Las tortillas de patatas, los chocolates espesos con churros recién hechos, las copas de vino y las tartas de queso que en otro lado simplemente se llaman cheescake. El suelo empedrado de la Plaza Mayor, los rayos de luz iluminando su existencia, los balcones geométricos y sus flores, los músicos callejeros hoy con acordeón...
La obra de arte afuera.
La obra de arte adentro.
Comments