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ELISA INSUA: HASTA EL INFINITO

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 18 abr 2022

“Small acts, when multiplied by millions

of people, can transform the world.” Howard Zinn

“Cuando los pequeños actos son multiplicados

por millones de personas, pueden transformar el mundo”.


Howard Zinn


Elisa Insua y su ¡No al plástico de un solo uso!

Había una vez un pintor que quiso sumergir al observador en un espacio infinito, en donde las flores descansaban felices mientras el color, el aire, las nubes y la naturaleza verde permanecían por siempre reflejados en el agua libre, pura y ahora sin horizontes posibles.  Se llamaba Claude Monet y creía que “en un instante, un solo aspecto de la naturaleza lo contiene todo”.


Había una vez un arquitecto que decía “Creo en Dios, solo que yo le llamo Naturaleza”. Se llamaba, Frank Lloyd Wright.


Y hubo también, una vez, un escritor inmortal que sentía que “la tierra tiene música para aquellos que escuchan”.  Se llamaba William Shakespeare.


Mucho tiempo después, habría un precioso planeta deformado por el tiempo y sus habitantes, en el que una vez sería publicada la foto de un caballito de mar que, en lugar de nadar utilizando las plantas marinas, quedaba enganchado en un hisopo de plástico y algodón, desesperado, asustado y sin nada ni nadie que lo ayude.  En ese mismo mundo, encuentran una ballena que durante la búsqueda de comida ha ingerido accidentalmente 100 kilos de plástico y otros desechos congelados en su sistema digestivo.  También descubren un delfín bebé al que los expertos hallan con botellas y un globo en el estómago, la cría ha muerto. Y, del mismo modo, un retrato de portada nos revela cómo una marea de cigüeñas ya no migra más porque ahora se alimentan de la basura que, a mares, es depositada de costa a costa.


Y tú...

O tú,

O tú...


¿Sabes a dónde va toda la basura que tiras?


¿Sabes a dónde va toda la ropa, las bolsas, los papeles, las botellas, los lapiceros que ya no pintan, las latas y el conjunto de posesiones de las que te deshaces?


Aún es verano en América del Sur y Elisa Insua, la artista argentina, nos invita a navegar en un discurso poderoso que es el reflejo de la visión activista de las nuevas generaciones liderando el cambio y haciendo un llamado, desde sus propios espacios, al giro urgente en nuestros patrones de consumo.  Una serie de respuestas que van más allá de las palabras y que, más bien, quedan reflejadas gráficamente en una obra construida, pieza por pieza, con todos los desechos plásticos que nadie quiere y que ella recupera para crear obras de arte innovadoras, irónicas, coloridas, disruptivas y, de cuando en cuando, con aires muy pop.


Elisa, que utiliza “la basura que no es basura” y que reinventa las posibilidades de existencia para algo que se considera inútil como, a veces, ocurre con todo en la vida.  Economista de profesión y artista desde siempre, se dio cuenta mientras estudiaba que lo que menos le interesaba era la parte práctica de la Economía y que, más bien, era el lado sociológico o filosófico de ésta el que la atrapaba, e ir descubriendo cómo podía relacionar su obra artística con todo ese bagaje profesional.  “Me resultó inspirador desde un lugar impensado”, comenta.



LA ECONOMÍA Y EL ARTE: JUNTOS OTRA VEZ



Aquí, el discurso sobre la opulencia, el consumismo, el lujo y la extravagancia encierra un mensaje acaso irónico en estricta analogía con lo que nuestras actitudes y acciones le generan a un planeta que se destruye paso a paso, poco a poco, día tras día, gracias a nuestras rutinas de compra, de venta, de producción, de almacenamiento, de finalizar la vida de los objetos y en sí, a lo que hacemos y también a cómo nos deshacemos de todo. Y es que finalmente, es en nuestra manera de responder a una realidad que está en constante cambio, también en el sentido climático, lo que puede hacer que las cosas mejoren o empeoren.


“La economía de hoy necesita ser repensada en ciertos aspectos, porque si bien funciona en algunos sentidos, en otros está generando problemas y deformaciones y tiene cosas que ajustar, pulir y modificar, especialmente para que sea sostenible desde lo ecológico, desde lo productivo, etc.”

Y es así que, una vez más, el arte resulta el reflejo de la realidad y la urgencia, a veces a gritos, de expresar lo que se piensa, lo que se siente y esa forma tan íntima, y única, de contar historias.  Así es que las alegrías y las penas, la rabia y la paciencia, la dignidad y lo indigno, lo apetecible y lo despreciable o lo justo y lo injusto llegan al buen puerto de la voz propia, esta vez escenificada en un sistema de collages construidos con objetos reciclados que van desde marcadores que ya no pintan, peines, envases de shampoo, juguetes viejos o celulares, hasta tenedores y otras pertenencias que emulan el tono dorado o plateado de los metales brillantes. Estos son los mosaicos vivos de Elisa Insua.


El color suele abundar, las texturas son sangre corriendo por las venas de cada obra, el juego visual del desorden estrictamente calculado y la paradoja de un nuevo apogeo para aquello que se ha desechado para siempre.

Elisa narra una historia en la que es posible contaminar menos y, de ese modo, darle un segundo más de vida a otro ser vivo: un animal, un niño, una mujer, un hombre.  Una historia que tiene de reverente como de irreverente, que recupera lo perdido y lo compacta en esculturas que te gritan ¡basta! ¡reacciona! ¡tu basura todavía sirve! Y así, cada juego de piezas parece pedirnos “por favor, recicla, no tires, aún hay posibilidades para todo lo que posees”.


Y entonces, ¿en dónde radica la importancia de relacionar al arte con la economía?


“Creo que una de las cosas más potentes que el arte tiene es brindarle al público y a los creadores la posibilidad de reflexionar y expresar nuevas miradas sobre ciertos temas, como en mi caso, hacernos repensar la economía”.


Hay mucho de sociológico en su obra, aunque en primera instancia, a veces, se pueda percibir de modo más superficial. ¡Pero no!


“Mi trabajo tiene varias capas de lectura. No solo la ecológica sino también la lectura económica, financiera, cíclica, de los procesos de producción, de las modas dentro del consumo, el paso del tiempo, la formación de los objetos y la parte antropológica de nuestra relación con ellos. Así es que son muchos disparadores que reflejan lo que hago. Justo hay un link que acabo de leer sobre Byung-Chul Han, un filósofo coreano, que habla de la hiperculturalidad, del momento que estamos viviendo y la condensación de todas las culturas, de todos los lugares y de todas las ciudades, todas superpuestas y yuxtapuestas, y me parece que de esto también tiene un poco mi obra, que encierra una multiplicad de mensajes, todos hablando juntos”.


Lo social toca su obra y también llega a espacios personales poco familiarizados con las artes, por considerarse que éstas son elitistas o mayormente comprendidas por ciertos sectores de la sociedad preparados para ello. Nada más alejado del verdadero propósito de una creación que, finalmente, existe para ser entendida desde el sentido más hondo y personal que las propias experiencias de vida y vínculos contextuales le puedan otorgar a cada ser humano, sin importar las diferencias. Finalmente, cuando se trata de arte todo siempre es legible, ya sea visual o textualmente, todo siempre tiene un significado para quien puede percibir con alguno, o con todos los sentidos.


“Una vez, en el 2013 más o menos, hice un retrato del Gauchito Gil, que es una divinidad local aquí en Argentina, y pasó que cuando el lugar ya estaba vacío, uno de los que barren y limpian la feria de arte de repente se quedó mirando horas el cuadro, y me acerqué a ver si necesitaba algo y resultó que tenía tatuada esa misma imagen en el brazo y me decía -está buenísima la obra y como reinterpretaste este ícono-  Fue lindo interpelar a alguien que no iba a la feria a comprar algo sino que se trataba de alguien que estaba yendo a trabajar y se encontró con algo que lo cuestionó de alguna manera.  Y creo que eso es algo que tiene el arte cuando conecta con el público.  Interpelas a gente que no necesariamente estaba buscando arte, que no necesariamente es su circuito, que está yendo a otro lado y, de pronto, te atraviesa esto que de alguna forma te modifica”.


- ¿Cuál es el mayor poder del arte a nivel social?
- Puede ser muy transformador, y en estos momentos de tantos estímulos y tanta información, y tantas cosas que están pasando el arte te puede cambiar la temporalidad y cuando uno mira una obra de repente se detiene el tiempo. Y el arte necesita tiempos más largos para verse, entenderse y disfrutarse, y es esa accesibilidad la que estamos perdiendo en la sociedad. Y esa es una de las funciones del arte, la sensibilidad y ese regreso a la lentitud.

LA BASURA INEXISTENTE EN -RE MAYOR



Sostenibilidad es una palabra vital en la actualidad.  Considerar el liderazgo de la economía circular tomando acción desde las propias huellas que dejamos a diario, resulta una idea que regeneraría las células de la naturaleza y, como con las cremas de belleza, le otorgaría colágeno al paso de los años en su piel que, por ahora, se está descascarando, descolgando, quemando, deformando y manchando todo el tiempo.


Entonces ¿Qué hay que hacer? 


Los expertos de la ONU tienen la clave:


REciclar

REutilizar

REparar

REfabricar


Elisa lo tiene muy claro, y su obra es el fiel reflejo de sus ideas expuestas al mundo a través del detalle y la minuciosidad al armar un rompecabezas, pieza tras pieza.


“Creo que no debería existir la basura. Porque si lo piensas, en la naturaleza nada es basura. ¿Cómo funciona el mundo? y ¿cómo funcionó? Simplemente, los desechos de los mamíferos son abono para las plantas, y cuando las plantas se desintegran se transforman en vida, la tierra se transforma en otro árbol y finalmente todo se convierte en otra cosa. No hay residuos y eso es lo que tenemos que tomar como inspiración. Si uno mira a la naturaleza, todo se recicla, todo se reutiliza. Y nosotros, desde que comemos luego podemos alimentar las plantas de nuestro balcón, y todos los objetos que descartamos deberíamos usarlos creativamente ya sea para reutilizarlos y hacer objetos de plástico reciclado, manualidades o arte. Y ya que hay muchísima ropa que se tira, hacer algo con los textiles reutilizándolos, tiñéndolos o transformándolos sacándoles las mangas o incluso reprocesando las fibras para hacer nuevamente las telas.  Ese es nuestro desafío”.

¿Y la basura visual? ¿Esa que a diario entra en nuestras mentes casi de forma inevitable? Esa que contamina la vida emocional de millones de mujeres y hombres, sin respetar generaciones, y ejerce el mismo efecto disfuncional que la contaminación en el mundo físico.  ¿Qué hacemos con eso? ¿Cómo se reciclan esos desechos comunicacionales?


¿Cómo se combate desde el arte y la cultura ese sistema de consumismo mediático o lo efímero de las cosas?


“Hay un montón de ese contenido intrascendente. De hecho, mi última exposición se llama Vanitas Virtual y habla mucho de eso. Tenía obras inspiradas en portadas de revistas, esas que son de consumo masivo, que se leen y después se tiran porque son muy del momento, cosas de celebridades y prensa rosa. Es inevitable que esa basura que no debería existir en el mundo físico, exista dentro de lo cultural o lo virtual, y las redes sociales lo potencian muchísimo subiendo tanta información y artículos sobre celebridades e influencers, cosas que, aunque intrascendentes, tal vez la gente necesita, como cuando el cerebro necesita ese alimento de bajo valor nutricional, con mucho azúcar. Sin embargo, en esa muestra reciclé toda esa basura virtual y la transformé en un contenido artístico un poco más transcendente y con algunas preguntas un poco más interesantes. Todo estaba hecho con objetos de descarte y todas son portadas reales. Todo eso se puede reusar desde la creatividad, a la hora de cuestionar todas esas cosas o tratarlas desde un nuevo punto de vista”.



CONSUMIR O NO CONSUMIR



Estamos bombardeados de lo que debería ser, lo que deberíamos hacer y lo que podríamos ser si es que “sí” hiciésemos lo correcto. Pero, tal vez, para ser responsables primer podríamos terminar de entender qué es ser I-RRES-PON-SA-BLES.


“Creo que el consumo irresponsable sería, por un lado, no pensar, comprar o consumir sin pensar cuál es el impacto del proceso productivo de lo que estoy comprando en el medio ambiente, cómo se va a descartar ese producto una vez que termine su vida útil, quién es la mano de obra que está detrás de esto y las ganancias de la empresa que produce, cómo se invierten, a dónde van...Tratar de ser un poco más reflexivos a la hora de consumir.  Consumir irresponsablemente sería no plantearte todo eso.


Y, por otro lado, consumir con una esperanza de que algo externo nos pueda hacer más felices, que para mí es una mentira que nos dicen todo el tiempo.  Comprar pensando que no hay nada que nos pueda hacer más felices, cuando todo eso es algo externo”.

-¿Es también un sentido de dependencia, depositar en algo o en alguien todo tu bienestar?


- ¡Exactamente!

Ahora bien, nuestra realidad tangible supera todos los deseos y se decanta por el antojo pasajero, por las penas fugaces y también por los amores a los discursos que, una vez más, terminan siendo efímeros. Por ejemplo, con el tema del coronavirus, todos estamos impactados, entonces todos tomamos conciencia inmediata y actuamos. Sin embargo, llevando esto a temas de actualidad constante en donde la explotación laboral continúa, el testeo con animales, el uso del plástico, los desechos por toneladas arrojados sin ningún miramiento a la naturaleza y hechos como los incendios en el Amazonas y en Australia que nos llegan con imágenes desesperantes y desgarradoras de una naturaleza verde inminentemente destruida, especies extinguidas por completo, koalas quemándose en vivo y en directo, canguros desubicados y estacionados en la ciudad...Todos cuadros de decadencia feroz que impactan en el momento, pero que, finalmente, parece no terminar de sensibilizar por completo al público, o lo hacen de manera temporal.  ¿Qué dirías que nos falta para tomar más conciencia?


“Hace poco estuve viendo varios memes que me hicieron mucha gracia, pero que me parecieron totalmente certeros y decían que el calentamiento global debería contratar el mismo agente de prensa que contrató el coronavirus porque en un mes la gente no solo se concientizó, sino que cambió completamente el comportamiento de países enteros que están acatando las normas y modificando su conducta. Y nosotros, los que estamos tratando de pasar el mensaje ecológico, tal como dices, eso tiene algunas modificaciones en nuestra forma de actuar, pero son acciones efímeras o tampoco tiene tanta representación en la prensa. O sea, los incendios en el Amazonas salieron un poco a la luz porque la gente lo difundió en redes sociales.  Entonces, no tengo muy claro cómo deberíamos hacer para que se concienticen de verdad y se pueda amplificar el comportamiento a largo plazo, pero definitivamente habría que pensarlo y quizás lo del coronavirus es una buena oportunidad para entender cómo podemos ajustar los medios para dar visibilidad”.



EL ARTE, MÁS CONTEMPORÁNEO QUE NUNCA


Si hay algo que caracteriza la obra actual y a los artistas contemporáneos, es su necesidad y búsqueda de decir las cosas tal y cómo las sienten, en la inmediatez del tiempo.  Sus obras narran, avisan, denuncian, protestan y aun contemplando los cánones estéticos de la belleza, muchos de ellos buscan tocar a otros para que el conocimiento sobre algo que ocurre y urge que cambie o mejore, lo haga.




Elisa forma parte de esta corriente poderosa que se ha extendido de polo a polo alrededor del globo, con voces que hablan sobre distintos temas y que gritan ¡aquí!


“Lo más lindo de mi trabajo quizás, es que cada tanto recibo mensajes de gente anónima que escribe y me dice - vi tu muestra en tal lugar y me encantó, y cambió mucho mi forma de pensar y de actuar-. No tengo mucha forma de saber cuánto estoy cambiando, pero obviamente tengo la ilusión de que todo cambie, eso es como una palmadita en la espalda para seguir adelante, Y creo que, dentro de todo, no es que tenga muchísima injerencia en modificar el comportamiento consumista o económico de tanta gente, pero si me parece que la unión influye. Hay mucha gente que está hablando de esto, muchos artistas que hacen un trabajo increíble, entonces me parece que sí se está modificando ese comportamiento en alguna medida, sobre todo en las emociones de los jóvenes que tal vez son más sensibles, más permeables a replantearse todo, no toman las cosas tanto por sentado, son un poco más maleables en su concepción del mundo entonces tal vez a esa gente puedo llegar más, con ese mensaje”.

En las últimas décadas, el S.XXI como ningún otro, se han abierto puertas, ventanas y techos al discurso heterogéneo que lo abarca casi todo, y cuando en un espacio se prohíben algunos contenidos, estos inmediatamente tienen cabida en otros. Hoy, más que nunca, el abanico del debate se ha abierto, temas sobre la equidad de género, la sostenibilidad ambiental, la sexualidad, los derechos humanos, los estereotipos y cánones de belleza establecidos que cambian constantemente, la explotación desde todos los ángulos y mucho más. Hay un público para todo y para todos, la libertad de opinión se defiende contra viento y marea y si alguien tiene ganas de decir “A”, también dirá B, C, X, Y o Z si así se le antoja.  Irónicamente, a veces nuestras libertades no son del todo reales, aun así, la expresión artística no tiene límites, desde ningún género y bajo ningún punto de partida.



¿En dónde dirías que radica el poder de la nueva generación de artistas? Tú, eres parte de esa nueva generación que cada vez surge más y más.


“Creo que, hablando en general de las nuevas generaciones y ya no solo de los artistas, el poder radica en que somos maleables y críticos a la hora de ver el mundo, no damos nada por sentado, sino que todo lo vemos como algo que se puede cambiar y eso me parece muy potente y muy importante para el mundo en general.

Luego, no tenemos miedo para alzar nuestras voces y tenemos muchos canales para hacerlo y decir lo que sentimos, lo que pensamos, lo que exploramos y demás. Creo que esta nueva generación de artistas nos hacemos escuchar de una forma bastante fuerte. Además, las redes sociales nos pueden ayudar a DEMOCRATIZAR UN POCO EL ARTE y llegar a nuevos públicos que no necesariamente son el público especializado del arte, me parece nos pueden ayudar muchísimo para eso y a poder ampliar el público y que no quede encerrado en algo muy chiquito donde van cuatro especialistas de arte y nada más”.

Nuevas generaciones que no se callan nada, y que, en un sector global que es uno de los más retadores para ganarse la vida, especialmente en algunos espacios de este planeta en donde las sociedades tienen necesidades urgentes y lo artístico aún no es considerado como el alimento o motor que calibra los niveles necesarios para una vida más sana mental, física y emocionalmente. ¿Cuál es el máximo reto social para un artista en la actualidad? ¿A qué dificultad máxima se enfrenta un artista que emerge o que se está empezando a consolidar a nivel global, qué es lo más difícil que enfrenta, cuál es el desafío más grande, qué es lo que tiene que sobrepasar desde el punto de vista creativo?


“Un reto importante es la concentración para saber que el arte necesita ese silencio y esos tiempos largos, y esa profundidad que hoy por hoy se pierde porque el mundo va tan rápido y tan superficial, como atomizado, y hay tanto ruido que quizás es difícil hacerse ese tiempo para poder producir una obra que sea trascendente y profunda”.


ELLOS, LOS ARTISTAS



Bajo el concepto económico, los artistas también son emprendedores y a los retos naturales que conviven con el concepto empresarial del partir desde cero, con mucho o poco capital, con muchos o ningún contacto, con muchas ganas y también incertidumbre, se unen las crisis inesperadas capaces de movilizar mercados gigantes y bolsas de valores que resultan trituradoras indicativas de lo que realmente ocurre. El cultural, es un sector que se va develando, cada vez más, como optimista realista en algunas partes del mundo más que en otras, movilizando especialmente a las generaciones emergentes y rompiendo moldes y estereotipos inútiles, innovando y sirviéndose de las nuevas tecnologías como pocos otros mercados.  Voces que hablan sin parar y seres que se enfrentan al todo, y también a la nada.


Elisa habla de claves para tener éxito como artista en estos momentos, bajo la coyuntura que también evoluciona de manera inesperada y ante un futuro siempre incierto:  tiempo y visibilidad.


“Lo que es importante para el artista, para tener cierto éxito, para poder vivir del arte o poder lograr exponer y que su obra llegue a la mayor cantidad de público posible es que difundan su trabajo de alguna forma.  Las redes sociales ayudan un montón como herramienta gratuita para darle trabajo al mundo y compartir lo que haces con el mundo. Y además, para tener una obra que sea propia, que sea impactante y profunda es fundamental darse un tiempo de soledad y de reflexión, de darle tiempo al proceso artístico, de darle horas, y horas y horas de taller, de pruebas y errores.  Nadie se levanta de un día para el otro y hace una obra fabulosa.  Es un proceso muy largo, y hay que darle todas esas horas y esa energía para que la obra llegue a esa madurez. Serían esas dos cosas, darle esa cantidad de horas y esa visibilidad para poder compartir el fruto del trabajo artístico con el público”.



COMPARTIR: LA PALABRA CLAVE


La solidaridad entre artistas es semejante a la solidaridad de la audiencia con los artistas, una audiencia que se traduce en público y en medios, en público general y público especializado. ¿Compartir? Sí. Compartir.



La visibilidad es fundamental porque un artista, por más genio que sea, si no tiene visibilidad...No existe. Al menos no en la realidad palpable de un mercado activo en su vida. O como señala Elisa “Es real eso, existe, pero no para las grandes masas, quizás para un público muy chiquito o para sí mismo”. Y definitivamente, esa no es la idea de la multiculturalidad que una obra necesita o merece.


Entonces, ¿en dónde radica la riqueza o el valor del compartir?


“Ese compartir y esa camaradería entre artistas es fundamental, yo la viví tanto en Europa como acá en Argentina, lo viví en carne propia.  Cuando los artistas confían en el trabajo de otros artistas me parece que es muy fácil y nos sale naturalmente apoyarnos los unos a los otros. No es igual cuando la obra de otro artista no te mueve o no te motiva tanto, ahí sí es más difícil recomendar a alguien en cuyo trabajo no crees. Pero dentro de los trabajos que uno respeta es muy natural. En mi caso, toda la vida compartí talleres con otros artistas, nunca estuve aislada y es un tema de compartir ideas, herramientas, opiniones o almorzar juntos. Ahora, por ejemplo, en el taller, en Buenos Aires, somos como 25 artistas, en un galpón gigantesco y hacemos críticas grupales donde trabajamos con la obra de cada uno por separado y hacemos una reflexión colectiva de ese trabajo y eso es fundamental. Es súper enriquecedor”.


Su espacio está en una zona que se llama La Paternal, donde no solo hay 25 artistas, sino que hay aproximadamente 30 talleres más.  En este lugar se creó un polo súper interesante, y dos veces al año se hace un ciclo de talleres abierto al público en que todo el barrio y la ciudad entra a recorrer los talleres, están las puertas abiertas, con las obras exhibidas.  “Es muy lindo”, dice.



ELLOS, LOS COLECCIONISTAS


El momento de la verdad al hablar de la generación de coleccionistas es un reto distinto para cada sociedad, porque cada grupo reacciona de modo diferente a los estímulos que recibe. Lo que les gusta, lo que importa, las prioridades y sus “no”, están en función de sus rasgos culturales, costumbres, lo que ellos configuran como necesidades y claro, sus hábitos.  Crear nuevas experiencias y nuevas ganas de algo siempre será un desafío al momento de buscar generar nuevos encuentros para cada uno.


Se van rompiendo los límites para consumir arte, para comprar piezas y tener, cada vez más, acceso a ello.  Sin embargo, la búsqueda no será la misma en Londres, Nueva York, Tokyo, Buenos Aires, Río de Janeiro, Ecuador o Lima.


“Creo que es muy necesario un cambio.  Es verdad que hay un estrato social que quizás compra arte para coleccionar y ostentar, pero creo que hay muchos coleccionistas que compran con un lazo sentimental y casi individual con las obras.  Mucha gente que compra arte con el objetivo de poder disfrutar de una obra todos los días, de verla en su casa y que sea algo que sus nietos puedan heredar, valorar el trabajo de otra persona y apostar a la creatividad. Se sale un poco del consumismo, no es algo descartable, es algo que nos acompañará hasta HASTA EL INFINITO, DÉCADAS DE DECADAS Y DÉCADAS.  Hay una conexión más espiritual, quizás, que nos representa y nos mueve, algo que no es simplemente estar a la moda, no es lo mismo comprar un par de anteojos que están en tendencia que comprar una pintura que te tocó alguna fibra externa. Es verdad que puede haber actitudes consumistas del arte, y eso ESTARÍA BUENO QUE SE CAMBIE y que toda LA GENTE QUE COMPRA ARTE LO HAGA POR UN DISFRUTE VERDADERO”.

¿Cuál sería el mayor reto para aquellos países en cuyas sociedades el consumo del arte está en “vías de desarrollo”, por ejemplo, los nuestros, en América Latina?


"Creo que uno de los desafíos más importantes, es que los artistas puedan hacer obras que sea profundas y al mismo tiempo dejar que el público general pueda entenderlo, que sea disfrutable por el público masivo, accesible. Y no tiene que ser más simple para ser accesible, no tiene que bajar la calidad. Me parece que hay obras que son muy simples y al mismo tiempo profundas e innovadoras. Ese es uno de los retos, no encerrar los conceptos.


Y el otro desafío es el de crear este NUEVO COLECCIONISMO.  Porque hoy en Latinoamérica se cree que los que compran arte son los millonarios. Y eso le ha hecho muchísimo daño al mundo del arte en general, porque no es así y la gente dice -yo nunca voy a poder comprar arte porque es para millonarios y es carísimo- y en realidad, hay obras que salen en ferias más chicas y si uno ahorra por un tiempo las puedes comprar y quizás te sale lo mismo que comprar dos camperas y un par de jeans. Y ESO HAY QUE COMUNICARLO MÁS, porque la gente quizás no lo entiende y el mercado del arte es muy chiquito en América Latina. Entonces, es importante transmitir ese mensaje de que coleccionar arte no es solo para los que tienen mucho dinero y que comprar una obra te puede dar muchísima más satisfacción que comprarte ropa porque te quedará para toda la vida y lo vas a poder disfrutar desde una conexión más espiritual”.


Elisa también menciona el desafío para las instituciones, el reto del financiamiento porque hay sociedades en las que la inversión para el sector cultural y del arte es mayor, y nosotros, los países latinos tenemos problemas relacionados al hambre, la inseguridad ciudadana y otros que resultan más urgentes de modo que los presupuestos son más reducidos y eso se convierte en otro gran desafío para los artistas: tener que hacer obras buenas, de calidad e innovadoras, pero de presupuestos bajos “Y me parece que nos las ingeniamos bastante bien para eso, SOMOS SOCIEDADES CREATIVAS DONDE SE PUEDE HACER MUCHO CON POCO”.



LA ARTISTA, LA BÚSQUEDA Y EL ENCUENTRO



Empezó encontrando objetos en casa de sus padres, era muy chica y aún no era muy consciente de lo que estaba haciendo ni para qué lo estaba haciendo.  Sabía que unir piezas que habían concluido su ciclo de vida útil nacía de una necesidad de crear, que era “una necesidad irrefrenable que la tuve desde siempre, eso de dar vida a algo nuevo, que me parece que es algo que tienen todos los artistas”.


“Nunca fui acumuladora, pero sí me daba pena tirar las cosas, veía mucho esfuerzo en la creación de cada uno de esos objetos, de esas etiquetas, me daba pena tirarlos”.


El tiempo transcurría e, inicialmente, uno de los motores de su trabajo fue darle una vida a cosas que estaban ahí, que eran bellas, tenían un diseño, tenían un objetivo, una razón de ser. Todavía no lo hacía desde un lugar ecológico, pero sí desde un lugar de sensibilidad o de nostalgia. Y fue así que empezó a crear esos mosaicos, ese ensamblaje con los elementos y después, con el tiempo, comenzó a trabajar iconografía, de personajes de la cultura popular argentina, y a partir de ahí entendió un poco más los materiales con los que estaba trabajando y todo lo que estaba diciendo acerca de nuestra economía, nuestro consumo, el descarte y la ecología.  Es ahí que fue mucho más consciente respecto a su propia obra y sus búsquedas, y entonces su trabajo giró para reforzar ese mensaje.  “Y a medida que iba trabajando, iba investigando cada vez más, volvía a leer cosas de economía y la obra iba calando un poco más profundo”.


“Me paso muchas horas en el taller y soy como muy obsesiva. Tardo más o menos un mes por obra. Y la unión de las piezas se da por la forma, el color y el contraste de cada una. De algún modo, es como pintar.  Como que tiene algo de caprichoso y arbitrario y la necesidad de lograr una cierta composición, un balance, un movimiento, y el sentido que tienen los objetos es grupal, todos esos objetos juntos tienen un mensaje”.

Actualmente, tiene varios proyectos y siempre está probando cosas nuevas para no agotar sus posibilidades En Madrid estuvo experimentando con nuevos materiales como golosinas vencidas para hacer una telaraña gigante en una instalación. Tiene proyectos dibujados con luz, probando, intentando y volviendo siempre a buscar más, nuevas interpretaciones, trabajos más envolventes, más inmersivos. Quiere probar trabajando en vidrio y también hacer algo religioso pues le interesa mucho como concepto.

- Tienes el síndrome del artista que ¡lo quiere todo!

-¡Sí tal cual! El artista renacentista-, se ríe.

“Es un desafío total, porque la búsqueda de innovación tiene prueba y error, y sobre todo mucho error y no es fácil enfrentarse a eso. Es un proceso lento, pero la verdad es que soy bastante consciente de esa evolución, la voy buscando de forma voluntaria y poco a poco se va viendo. Esta evolución en mi trabajo nunca es un cambio brusco, siempre son cambios progresivos”.

En el camino, a prueba y error como menciona, se va aprendiendo un día sí y el otro también. Dice que si tuviera algún consejo para las nuevas voces sería:


“Que, aunque tu trabajo no le guste a todo el mundo, eso es algo bueno. Creo que con todo esto de las redes sociales uno piensa que puede necesariamente gustar a la mayor cantidad de gente, pero me he dado cuenta que cuando uno hace algo personal y potente siempre va haber gente a la que no le va a gustar y eso me parece que está bien, porque significa que no cumple necesariamente con el canon de lo que la gente espera del arte, sino que rompe algo. Así es que eso es interesante”.

¿Cómo te gustaría ser recordada?, pregunto. A lo que una joven artista responde:


“La verdad es que eso no lo sé, me gustaría que mi trabajo pueda evolucionar como la mayoría de obras buenas de arte, las obras trascendentes que se van resignificando a través del tiempo y que siempre siguen vigente a nivel conceptual. Es como cuando uno lee, hoy, a Borges o a Shakespeare, libros que fueron escritos hace ochenta o cuatrocientos años y siguen teniendo cierta relevancia. Eso me gustaría, QUE LA OBRA NO MUERA, que mi trabajo pueda inspirar a la mayor cantidad de gente y potenciar el cambio que busco en la sociedad”.


Elisa habla de segundas oportunidades para los objetos y desde los pies del observador, las segundas oportunidades se conjugan con todo, con la vida, con lo que habita en nosotros mismos.  ¿Dirías que ese concepto se puede aplicar para todo y para todos?


“Sería ideal que así sea, aunque no sé si es así realmente, si hoy en día todo el mundo tiene esa segunda oportunidad para transformarse. Pero me parece que es súper importante estar siempre reinventándose y aprendiendo cosas nuevas, y cada cosa nueva incorporarla a tu vida, que se va transformando”.

Tener consciencia es abrir los ojos, la basura realmente no existe, el arte es algo democrático y la vida privada, es eso, íntima, única y totalmente privada.  Dice que el presente es sabroso y que el futuro le genera ilusión.  Al oír la palabra Elisa inevitablemente piensa en mosaicos, sí, Elisa significa mosaicos, porque siente que ella misma es como esas combinaciones irrepetibles que genera externamente, que es como una composición de miles de cosas distintas que finalmente forman algo único y que al mismo tiempo está compuesta por cosas muy diversas. Su natal Argentina es el cuadro de la belleza salvaje, mientras que viajar, una y otra vez, y una vez más es nutrir por completo quién eres. El reciclaje revoluciona la creatividad de estos seres humanos que, ¿qué son?, ¡Monos!.  La economía es magia negra, la vida la luz y el sol.


- ¿Y el amor?
- EL MOTOR DE TODO.


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Gracias por acompañarme en este viaje literario a través del arte y la cultura.

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Créditos:

Las fotografías han sido tomadas

de la cuenta de Instagram

de la artista Elisa Insua


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