Y un pasaporte a la eterna fantasía
“Cuando Lord Carnavon,
al no poder resistir más el suspenso,
preguntó ansioso: ‘¿Puede ver algo?’,
todo lo que pude decir fue:
Sí. ¡Maravillas!”
Howard Carter
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- Tiquitita, por favor – indica muy serio el más pequeño de los ratones, tiene tres años y un disfraz inmenso que es su carta de presentación para ingresar al precioso mundo de la Navidad concebida desde la fascinación del ballet clásico.
- No se preocupe señor - lo mira fijamente - no me voy a equivocar, le voy a hacer una cabeza ¡tiquitita! - Le dice con una gran sonrisa Rosa Buque que, desde la utilería, esta vez hace magia con el vestuario de los niños que en pocos días subirán al gran escenario del Teatro Municipal de Lima, a escalar sobre los soldados, a corretear valientes buscando el triunfo, a equivocarse una y otra vez, a rescatar a sus heridos en la lucha y, especialmente, a dejar mil rayos de pureza y divertida inocencia alrededor de todo aquel que haya sido invitado.
El sol ha empezado a brillar en este lado del planeta, los días son un poco más largos y las noches más azules, los árboles empiezan a vestirse de verde nuevamente, hay mariposas blancas por toda la ciudad, ha llegado el verano y con él la Navidad, una que cada año tiene un gran regalo para todos desde los brazos abiertos de cientos de teatros alrededor del mundo que también observan, perplejos, encantados y encantadores la gran fiesta que se gesta en un universo sinfín...
Ese reino inolvidable llamado
Cascanueces
EL ENSAYO GENERAL
Una oleada de coquetos ratones se ha instalado en el backstage habitado por el Ballet Municipal de Lima, la compañía peruana de danza clásica que este diciembre ha logrado llevar al escenario el espíritu libre de Cascanueces y su universo dichoso. Ese torbellino de niños con cabezas gigantes, orejas redondas, trajes acolchados de color marrón, unos piececitos que caminan apurados y largas colas ha volteado el mundo de todos los adultos allí presentes, maestros, bailarines, productores, responsables de utilería, tramoya y otros que están estupefactos y profundamente conmovidos con la dulzura alocada de estas criaturas. Más de setenta pequeños reunidos es algo que no ocurre todos los días, ellos y ellas que, por turnos y filas muy ordenadas, se dirigen hacia las tablas de un teatro que vuelve a disfrutar, y agradecer, que se cree tanta maravilla dentro de él.
También hay adolescentes, futuras bailarinas que observan atentas a quienes ya forman parte del reparto oficial. Tal vez, algún día no muy lejano, ellas sean las sucesoras y las siguientes protagonistas.
Hoy es el día en que todos los ojos expertos están puestos en cada participante que saldrá al escenario a interpretar la obra. Ojos microscópicos que no pasan por alto ningún detalle, por más insignificante que pueda parecer. No debería haber errores, no debería salirse un cabello del lugar, ni tener las zapatillas fuera de color, ni el maquillaje en un decibel errado, ni el traje con alguna arruga. No se trata de extremos, se trata del arte hecho disciplina cuyo sinónimo reposa en dos palabras:
BALLET CLÁSICO
- ¿Cuál es el mayor reto en los ensayos generales, especialmente para una obra como Cascanueces? - le pregunto a Guadalupe Sosa, maestra de la compañía.
- Lo primero es ubicarse porque nosotros ensayamos en un salón totalmente diferente y por lo general con un espejo al frente, entonces ir al escenario que es casi infinito es muy distinto. Y en Cascanueces el reto es acoplar a los niños con los adultos, que los pequeños entiendan que tienen una responsabilidad casi como la de los mayores porque están participando dentro de un grupo profesional. Se trata de la preparación no solo física sino también emocional, concentrarte, saber qué tienes qué hacer, por dónde tienes que entrar, con quiénes tienes que interactuar. Además, darle la oportunidad a todos y son cuatro repartos, es el mayor número de participantes en una obra.
- ¿Y en el caso de los bailarines adultos?
- Para algunos, llegar a escena significa también enfrentar ciertos temores, porque el escenario absorbe casi el cincuenta por ciento de lo que haces. Es otra cosa, comparada a la experiencia que has tenido en el salón, todo, las luces, el espacio...Si no estás preparado previamente para algo el escenario te come, es complicado enfrentarse al público y a ti mismo, porque finalmente eres tú el que está allí y no tienes quien te dirija. Y, como maestro, tienes que darles seguridad y confianza en que todo lo que han trabajado va a salir bien.
Guadalupe no se detiene, es una suerte de panóptico humano capaz de identificar la equivocación más austera y reconocer los puntos que se pueden mejorar. La sincronía es tan importante, la distancia entre las piernas, la colocación de los brazos, la altura que alcanzan las extremidades, los giros, las sonrisas, la posición de la cabeza, los tiempos junto a la música. Su mirada lo alcanza todo, y su voz también. No quieres equivocarte, por favor, no.
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Este día, además, acompaña a la maestra Fátima Alfaro, una de las bailarinas del ballet que hoy también dirigirá una parte del ensayo. Simultáneamente, el maestro Claudio Valdivia recorre todos los espacios y está atento desde el backstage, siempre de pie, esperando a los bailarines, indicando lo que hace falta, dando ánimos cuando es necesario, mirando fijamente y serio cuando es necesario, observando alerta mientras las luces caen sobre él, cuando es necesario. La maestra Patricia Cano está enfocada y también da su veredicto. A todos ellos se ha unido Lucy Telge, directora de la compañía y quien permite que gran parte del sueño se haga realidad.
Guadalupe ha sido mi maestra desde que tengo siete años y ahora que me tocó acompañar a Lucy en el ensayo de Polichinelas, había ensayado bastante con las chicas, no pensé que me iban a dar el micrófono ese día y me quedé pasmada, lo mismo en pastoral. Fue un momento lindo. - afirma, Fátima - Como bailarina el ensayo me prepara psicológicamente y físicamente para una función porque ya estoy pisando escenario, estoy con el vestuario, con el maquillaje. Para el ensayo general ya tengo que estar lista. Lo bueno es que puedes ver en qué fallas y ajustar todo para que en la función no te pase lo mismo. Es una gran oportunidad especialmente para los que somos nóveles en los papeles y esta temporada nos dieron la oportunidad a varios con distintos roles: el moro, el hada de azúcar, el príncipe, la muñeca, el rey de nieves. Hubo varias primeras veces. Siempre puedes mejorar y es un aliciente para ti.
- Te vi corrigiendo, el teatro estaba vacío, ustedes con el micrófono y sabemos que lo hacen con todo el cariño del mundo, pero la disciplina es casi militar. ¿Cómo se desarrolla esto en el ensayo general?
- Hay que ser muy exigente, es lo que toca, obviamente siendo muy respetuosos. Cuando hablo con mis alumnas a veces les digo que hay que ser lo suficientemente valiente y si te sale una ampolla o una herida solucionas el tema y sigues, enfocada en lo que tienes que hacer porque esta carrera así lo amerita y es algo que se nos pide desde muy chicas.
- No hay error que valga...
Una de las cosas que más aprecio es la sinceridad de los maestros, solo así puedes corregir y mejorar. Hay una presión que especialmente es personal, como le digo a mis alumnas acá nadie está obligando a nadie a bailar, a estas alturas sabes que te encanta. En el caso de nosotros que nos dedicamos a esto como profesionales sí es una obligación porque es nuestro centro de trabajo, pero al final nadie nos obliga. Además, es nuestro sueño de toda la vida, si hemos llegado hasta aquí es porque lo hemos querido desde pequeñas.
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Una encantadora Karla Archenti lleva puesto uno de los preciosos vestidos del Vals de las Flores, en un momento les toca representar la escena y mientras espera a que termine la Danza China la bailarina replica los movimientos desde su sitio en el backstage. Le pregunto la razón y me dice que también interpretará la danza oriental, por eso va ejecutando los pasos, concentrada en cada papel.
En este momento hay muchos repartos y la espera te desespera un poco, hay angustia. En cambio, en la función va todo de corrido, vas midiendo tus tiempos, es el gran momento - Karla tiene la sonrisa grande, me dice que le encanta el vestido del vals, con esas aplicaciones de flores sobre el leotardo y la gran falda de tul. Está a segundos de bailar y perderse de felicidad en su papel.
Carlos Bracho también tiene una sonrisa inmensa y el día del ensayo general hace pastoral. - El bailarín está esperando el llamado de la música, todo va tan de prisa, hay mucha gente y las expectativas son muy altas.
- ¿Cuál es la diferencia entre el último ensayo general y el momento en que estás a punto de salir a la función?
El ensayo es similar, todo el mundo está a la expectativa de que todo salga perfecto porque es la última oportunidad. Nuestros maestros están con binoculares, detallando absolutamente todo. Creo que el día de la función, cuando estamos en las patas, estamos nerviosos y cuando salimos, al menos yo siento mucha emoción, esa adrenalina que te mantiene despierto. En cambio, cuando estás atrás te preguntas ¿cómo va a ir?, estás ansioso. Pero cuando ya estás dentro pasa, lo disfrutas.
Sin embargo, por más que el ensayo general sea muy parecido a la función, ¿acá todavía tienes la oportunidad de equivocarte?
No deberías. En realidad, se supone que ya se corrigió todo en el salón, si hay fallas técnicas te pueden dar las sugerencias después de tu ensayo sino te frustras, te da ansiedad y termina saliéndote mal.
Claudio Valdivia hace un alto en su camino por el backstage, cruza los brazos y mira con plena atención lo que va ocurriendo bajo las luces del escenario, es una ruta corta y a la vez inmensa la que separa la realidad de la ficción. Este mundo nos recuerda que en esta disciplina hay una clave y se llama sincronía, un gran reto, inmenso, capaz de lograr el paraíso si se alcanza o el infierno si se carece de ella. El soberbio ensayo general parece estar cargado de respuestas...Inesperadas algunas.
- Lo más importante del ensayo general es buscar uniformidad. Además, la cantidad de pericotes, han sido muchos. Es en los ensayos en donde puedes demostrar qué rol puedes interpretar y si finalmente te dan un papel - comenta Claudio.
- Esta obra es la cúspide de la fantasía, del sueño, desde la primera escena hasta el final ¿Qué es lo más especial de Cascanueces? - insisto.
La magia es inmensa durante la escena del país de los copos de nieve y el país de los dulces, donde intervienen danzas de diferentes países y la pareja principal con el Hada Confite. Esta es una historia navideña, muy familiar, que te transporta a una fantasía muy linda que te deja satisfecho. Es una obra que te llena.
¿Cómo se logra percibir al máximo todo? Guadalupe dice que siempre ha sido sumamente observadora, desde pequeña, cuando buscaba mirar cómo los demás hacían algo bien para tratar de replicar aquello y que su técnica mejore. Con el paso de los años le preguntaba mucho al maestro, cuando tenía alguna duda no se quedaba callada y ahora piensa que eso ha fortalecido el don que tiene de observar de modo tan minucioso lo que hacen hoy los bailarines.
Trato de que todo lo que han trabajado durante el proceso se mantenga y se mejore. El ballet clásico trata de llegar a la perfección, aunque es muy difícil. Como maestro sabes cuánto le puedes exigir a alguien a nivel técnico, porque otro punto es el nivel interpretativo. Tiene que haber un equilibrio entre ambas cosas. No solo te paras a ejecutar, tiene que ir más allá de eso porque es muy lindo ver una técnica prolija, pero si estás en una obra tienes que interpretar, tus movimientos tienen que decir algo, tu cuerpo tiene que decir algo, no solo es moverte como un robot. En el ballet no hablas, entonces tu cuerpo, tu cara, todo tiene que hablar sin palabras, ese es el reto.
La idea es mejorar, no ir haCIa atrás.
Es impotante entender que bailar no solo es hacer grandes saltos y muchas piruetas, va mucho más allá. El nivel interpretativo es importantísimo.
LOS SONIDOS DE LA BELLEZA
Pues cada noche me recuesto en la cama
Los colores brillantes llenan mi cabeza
Un millón de sueños me mantienen despierto
Pienso en cómo podría ser el mundo
Una visión de lo que percibo
Un millón de sueños
Es todo lo que toma
Un millón de sueños para el mundo que construiremos
Pienso en cómo sería el mundo, recita la letra de "Un millón de sueños" de la película "El gran showman". Será que, a veces, todo inicia siempre como una locura...Una que cuando cobra vida en el mundo palpable puede cambiar la vida de millones de seres alrededor del globo, y quizás fuera de él también.
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Hay algo insólito en el poder que tiene la música y su relación con el paso del tiempo...Aquel efecto balsámico que quisiéramos mantener muy cerca, para siempre. Sí, ese retorno a lo mejor de nosotros desde los sonidos que anidan en cada uno con tanta calidez y con esa capacidad única de movimiento, de contar historias y de colorear por dentro y por fuera.
Todavía parece que fue en un solo pestañeo que el mundo se detuvo y que, al mismo tiempo, volvió a andar, un tanto receloso al principio, pero más y más libre conforme iban avanzando los días. 2022 se convirtió, así, en la gran oportunidad para volver a celebrar y aplaudir, a estar cerca, a jugar al aire libre, abrir puertas y ventanas sin miedo, a dar muchos besos, abrazos y a bailar...quizás, ¡como nunca antes!
Irónicamente, ese mundo no ha dejado de tener un lado cruel y desfigurado, ese que cree en las guerras, en la corrupción, en el desamor y en el egoísmo como punto de partida y también de llegada. Y, sin embargo, la creatividad humana tantas veces es más fuerte y más bondadosa, capaz de convertir lo extraordinario en realidad, los sueños en hechos tangibles, la fantasía en una obra de arte que todos podemos escuchar, mirar e interiorizar...una que podemos aprender a amar porque nos hace felices y nos permite sonreír sin parar. Un cascanueces, un hada, dos hadas, tres hadas; una danza china, otra árabe, una tercera española y el baile ruso; un arlequín y una muñeca con resorte, un moro, unas flores que surgen como diosas de colores, un centinela, unos copos de nieve y así, la fluidez de la imaginación que no cesa de inventar y reinventar el significado de la felicidad.
La energía arrolladora de la música te sumerge, por completo, en el tacto y la memoria de cada nota creada por Tchaikovsky aquel 1892, cuando el Teatro Mariinski en un San Petersburgo sediento de arte le daba la bienvenida, por primera vez, a esas tonalidades que te llevan de la mano por un infinito de palabras sin grafías viajando en una utopía que suena a cielo, al mar, a la vida, al amor, a paz, color, dulzura, esperanza y a mucha... ¡mucha alegría!
Esos sonidos que te tocan sin tocarte y que se vuelven tuyos porque cuando hablan tu corazón y tu alma saltan de emoción
Los sonidos de Cascanueces, capaces de darle vida a una narrativa que se vuelve un refugio del frío extremo, del calor extremo, de la crudeza extrema y la sinrazón que tantas veces se materializa en el día a día. Esos sonidos que pueden ser tan suaves hasta fusionarse contigo en un vals e invitarte a perderse juntos en otro mundo, aquél que involucra a un sueño de amor, de cambio, de riesgos constantes, de experiencias nuevas y también de una época y estilo que solo permanece latente en la imaginación.
Esas notas musicales que, ¡de pronto!, se elevan hasta dimensiones incalculables en que la intensidad tan explícita te eriza la piel y es capaz de mantener a una mente boquiabierta, mientras la reunión de personajes fabulosos te tiene hipnotizado.
Decía Tchaikovsky que “el componer pierde el carácter de trabajo totalmente, se convierte en beatitud pura”. Y es posible que el gran músico no supiese que le heredaría a la vida una sucesión de obras magníficas como hoy, en que el milagro de Cascanueces sigue emitiendo un poderío sideral.
LA FELICIDAD IRIDISCENTE
Pueden decir que todo suena a locura
Pueden decir que perdimos la razón
No me importa, no me importa si nos llaman locos
Huyamos a un mundo que nosotros diseñemos. (°)
¿Habrá que quedarse dormidos, como Clara, para encontrar un mundo más feliz?
Pensar que fue hace tanto tiempo que el escritor de Cascanueces creó, despierto, una historia que escapa por el mundo de la fantasía hasta encontrar un espacio en donde todo es más bello, más dulce, más puro...Al menos por unos instantes.
A esta obra le tengo un gran cariño - me dice entre lágrimas Fátima Alfaro – Esta es la pieza que me ha visto crecer, desde chiquita, y aunque hay cosas que mejorar siempre, el hecho de estar en este ballet por tanto tiempo no lo cambiaría por nada y me emociono porque no cambiaría mis navidades con Cascanueces por ninguna otra.
Desde el día que llegué al primer ensayo general hasta el último fin de semana de funciones de un Cascanueces que es el cierre de un año en el que una compañía de baile volvió a cumplir la meta de las cuatro temporadas anuales, lo que encontré fue un relato que revela la cumbre de la invención en la historia de la danza clásica. Gracias a un ya mítico Siglo XIX, hoy podemos atesorar una puesta en escena que nos abstrae de la rutina diaria y nos permite transportarnos hacia el imaginario de un escritor brillante llamado E. T. A. Hoffmann, autor del original “El Cascanueces y El Rey Ratón”, de 1816, que diera pie a la adaptación hecha por Alejandro Dumas, “Historia de un Cascanueces”, en 1844, solo para que casi cincuenta años después el inmortal Marius Petipá y Lev Ivanov crearan una coreografía que resulta un don en sí misma y que tendría voz propia a través de la música de ensueño compuesta por Tchaikovsky.
Este sería el inicio de un nuevo lenguaje llevado a las puntas, al tutú, a la técnica, la interpretación y la disciplina radical ejercida por una de las artes más complejas que se hayan podido crear, alguna vez: la danza clásica, el género de la belleza absoluta, de lo etéreo, de las matemáticas en escena, de la unidad total y, aun así, de las lágrimas de emoción asomando por nuestros ojos cada vez que somos espectadores de una de sus creaciones...Lágrimas de alegría y emoción por sentir que casi, casi, se puede tocar ese mundo onírico, acaramelado y travieso de un Cascanueces que triunfa y que lo llena todo de ilusión.
Lo que hace más fascinante aún a Cascanueces es el niño que tenemos por dentro como artistas, plasmarlo, llevarlo a escena y hacer que el público se sienta también como un niño y viva esa fantasía como si fuera suya. Una vez que se terminan todas las funcionas queda la satisfacción porque trataste de hacerle sentir a muchas personas ese momento épico. Y me voy a casa con un entusiasmo y una felicidad increíble porque transmitir esos sentimientos en escena es una de las cosas que más me llenan, por eso me dedico a esto. - afirma Richard Reyes.
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Diciembre se va terminando y 2022 viaja de país en país despidiéndose también a través de este mito navideño.
Cada función es un día diferente, cada pisada en el escenario es distinta, cada momento es único. Es efímero, el movimiento se da en ese momento y lo disfrutas en ese momento y la gente se tiene que llevar eso, en ese momento. Ese es el objetivo, que el público disfrute, se lleve una gran emoción y se vayan felices – comenta Guadalupe Sosa.
En efecto, cada bailarín y bailarina es un universo nuevo, cada día trae algo inesperado, cada segundo es irremplazable y cada puesta en escena irrepetible. Es un 2022 con un Cascanueces también renovado, eternamente lúdico y con ganas incontrolables de envolver a todo el que se lo permita en la ficción absoluta, una que es generosa y que se posa, por un momento, en la Tierra colmada de luz, de mil colores, de geometría, de texturas y unas huellas que nos permiten descubrir la ternura en permanente ebullición.
Han sido días de ratones y ratonas, de repetir un vals magnífico incansablemente, de hombres y mujeres que bailando crean una nueva aventura para todos y que en el backstage hacen un alto por un momento tan breve que, cuando menos lo esperas, ya están nuevamente de pie, listos para volver a brillar junto al público que hoy tiene todos sus sentidos puestos en una narrativa que enarbola el significado de la palabra ficción, de inventar un universo que es una oda al color, a un territorio donde Hansel y Gretel volverían a sorprenderse como nunca, uno cargado de azúcar y grajeas de entusiasmo. Aquí, donde todo fluye con tanta naturalidad, donde quizás mañana aparezca Alicia y el conejo blanco corriendo como un loco desatado o tal vez bailando junto a la Reina de las Nieves, al Hada Confite o reprendiendo a uno de los desafiantes ratoncitos. No sorprendería que todos los cuentos mágicos, y sus personajes, se fusionaran en una maravillosa confusión, porque aquí todo está permitido si puedes deletrear en voz alta la palabra FE-LI-CI-DAD.
La última escena llega y, de pronto, todos los protagonistas están reunidos, cada uno con sus maravillosos vestuarios, coloridos hasta lo insaciable y esta vez la coreografía es semejante para el grupo completo. El telón cae y solo Clara queda frente a la audiencia, se irá despertando, poco a poco, de aquel sueño espléndido, nota tras nota, hasta que finalmente las luces del divino teatro peruano se hayan apagado, por completo.
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De pronto, todo se ilumina una vez más. Los aplausos y gritos de alegría del público se entrelazan con las reverencias de agradecimiento de los bailarines ante ese mar de adultos y niños que permiten que todos sigan aquí, de pie, bailando y construyendo algo más grande, un día más. Es la bendición de las artes...Un día más.
- ¿Y todos volvieron a ser niños en Cascanueces? - le pregunto a Richard.
- Sí, y sobre todo en Navidad, que es la fecha más mágica de todas – responde - Los que creemos en ella la consideramos lo más espiritual, lo más familiar, lo más lindo que podemos vivir, es el momento de la paz, la armonía, del no a la guerra, del amor entre familia y amigos...
DEL PERDÓN CON UNO MISMO Y CON LOS DEMÁS.
(°) The Greatest Showman - "A million dreams"
Gracias por acompañarme en este viaje literario a través del arte y la cultura.
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