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Hay sol en Barranco,
a esta hora el cielo está celeste,
la primavera despierta por fin, de a poquitos, tan solo por unas horas cada día.
Fuimos a encontrar cosas nuevas,
algo parecido a la alegría,
a suspiros de esperanza,
algo que sonara a color, a cálido, a sonrisas de media tarde antes de la puesta del sol,
a la vida siempre por primera vez, así, como la veías tú.
Una canasta bonita para las mantas estampadas que encontré en una maleta,
una maceta blanca con lunares amarillos, rosas y naranjas, la locura linda dentro y fuera de ella que espera ya por alguna planta con flores y hojas grandes,
una botella de cristal azul
y El Principito.
Hemos caminado por un rato largo,
los árboles me han recordado a ti,
el parque entero rodeado de verde, de tanta luz y aves enanas brincando de una rama a otra, son graciosas, pequeñas, regordetas y gritonas...Pero qué bonito gritan, de modo que su canto se oye hasta el mar.
Creo que los árboles sabían cuándo ibas a llegar, y que cada visita sería una nueva fiesta para todos tus sentidos, para ese niño explorador que siempre llevaste dentro.
Creo que has ido dejando huella a cada paso,
coleccionando juntos algunos de mis recuerdos más felices, esos que se fotografían en un instante y que luego tienen vida eterna
Me he detenido en una casa antigua y he encontrado un armario de roble, muy alto, muy ancho, muy fuerte. Dos sillas con tapiz de flores rojas y amarillas, un espejo enorme con un marco ondulante verde bosque, unas fundas con bordados geométricos y rollos de un papel tapiz tan alegre. Un pequeño mueble con forma de elefante. Unas lámparas de vidrio artesanal en un abanico de gamas muy acarameladas: chicle, marshmallow y vainilla. Sí. Y menta, lúcuma y mango.
El espacio necesita nuevos pliegues, colores, guiños y en sí, tonos que se alejen de la melancolía, ese sentimiento que no me gusta nada o, mejor dicho, que me disgusta.
Este espacio tan grande donde una estrella se ha quedado dormida, o mejor dicho, dormido...Dormidito, entre millones de besos y abrazos, de "aquí estoy, contigo, y no me iré nunca, y tú tampoco te irás porque sigues aquí, siempre, conmigo."
Tu pureza y tus mil lecciones están impregnadas en todas partes.
Dejaré la alfombra de paja que ahora está enrollada, la estiraré sobre el piso de parquet que tanto amabas, exactamente donde más te gustaba recostarte. Será el lugar para orar al despertar, para meditar cada mañana, para eso llamado mindfulness...Para agradecer que puedo ver, caminar, que tengo brazos y que puedo escuchar, que mi corazon sigue latiendo como tanto querías y que puedo escribir.
Aquí está Cleopatra, la gata, tu gata, mi gata rolliza que se quedó dormida todo el día siguiente después de ese miércoles en que cerraste tus ojitos para volar a ese cielo donde ahora corres, saltas y te revuelcas de felicidad. La tuvimos que despertar con nuevos abrazos y caricias porque amaneció cabizbaja, en la escalera, cerca de cada uno de tus espacios.
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