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¡Barcelona fue un huracán! También fue un mapa rayado a mano, una bondadosa y llena de paciencia que me indicaba cómo llegar, fueron sus calles monumentales con esas veredas amplísimas por donde ir "a tus anchas", también fueron sus pasajes cargados de un misterio seductor y narrativas interminables, sus muros históricos, los encuentros totalmente inesperados con gente sonriente y sincera, también con los que son todo lo contrario. De las Ramblas hirviendo de turistas, selfies y la vida apurada al Castillo de Montjuic y su luz perpetua, sus escaleras infinitas y las inolvidables vistas al "más allá" en laTierra; de las calles en Gracia y los caminos empinados intentando llegar al Parque Güell y a Gaudí al barrio del Raval y no querer salir más de la librería La Central, cruzar por la Biblioteca de Cataluña solo para quedarme de pie observando un edificio medieval que alberga tantos libros magníficos y algunos mendigos olvidados por la vida que ya no es vida; del Palacio de la Virreina y las fotografías de Jeff Wall a la realidad de golpe que emana por todos los sentidos en el Museo de Arte Contemporáneo...De "La Cenerentola" en el Teatro Liceu y sus únicas entradas para oír pero no ver a cantar con una una niña de tres años que "un elefante se balanceaba sobre la tela se una araña hasta que fueron a buscar a ¡otro elefante más! De Caixa Forum y perderme en el tiempo, hasta llegar una tarde a Mataró y encontrar a los amigos que te regala el destino siempre impredecible, volver a ver a mi Pim Pon en un precioso perro llamado Rubi, la playa, las bienvenidas por la noche, las despedidas con "Los puentes de Madison"...Eso llamado felicidad, supongo.
Un miércoles de mayo el mundo se detuvo por segunda vez, en la Universidad de Barcelona. Tenía una reunión por la mañana, en el mítico campus que desborda historia, con alguien dedicado a la literatura y a entender cómo este mundo de palabras y experiencias personales se relaciona con las otras artes. Me senté entre los naranjos y recordé la razón para estar aquí, ahora. Me perdí por los jardines Ferrand Soldevilla, entre sus árboles, sus aves orgullosas entonando canciones irrepetibles, sus peces, su paz permanente y esa burbuja de fantasía por la que te lleva desde que inicias el camino. Y respiré hondo, muy hondo. Y recordé el. significado de la palabra "Oxigeno".
Y observé la vida con ojos nuevos, una vez más.
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