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ALAS PARA VOLAR, OJOS PARA BRILLAR, SUEÑOS PARA VIBRAR

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 6 nov 2019

La fantasía de vivir una vida real


- La ilusión no se come -dijo ella. - No se come, pero alimenta -replicó el coronel.


Gabriel García Márquez

“El coronel no tiene quien le escriba”



Una niña pequeña corre al ritmo del viento, persigue mariposas blancas, azules, verdes, lilas...todas pertenecen al arcoiris.  Tiene tres años, cuatro, cinco o tal vez seis. Sigue corriendo tan libre como el viento que parece llevársela, volando mientras pisa y salta sobre el verde entrelazado con la tierra.  Es fuerte, poderosa, inocente, libre, retadora. A veces tiene miedo, a veces pena. Pero siempre sigue descubriendo que hay después del siguiente paso, allá, adelante.  A veces es grande y también es pequeña.  A veces es una muñeca, una aviadora, una pintora.  Ella corre, salta y juega durante aquellos años de una infancia inolvidable en Soras.  Es la niña de cabellos largos que vuelan junto a ella, al son del aire puro en una irrepetible Sierra peruana, una que respira hondo a su lado y que trae junto al cielo raso los recuerdos de un viaje único por la vida.


Se llama Flor y no se detiene, la naturaleza juega con ella, ambas son dos niñas queriendo ser aves, ser las guardianas del mundo entero, el cielo es el límite y la vida resulta infinita.  


Es una soñadora, una muñeca de carne y hueso que recorre el presente y lo viste con luz y mucho color, con sed de curiosidad y búsqueda imparable, de libertad pura y de pureza total habitando su mundo entero. Entonces, cierra los ojos y abraza al viento que cuidadosamente la cuida y la envuelve en un abrazo poderoso y tan suave como real, ella fluye con lo que la rodea, se empodera, respira hondo, sigue soñando y de pronto...Abre los ojos inmensos, un camino largo la espera, uno que la lleva entre el amor, los riesgos, la incertidumbre, las caídas y el levantarse, al punto de encuentro con la creatividad desplegada sin miedo, sin límites, sin techos o cerraduras. Sin tiempos exactos o restringidos para vivir.


Una eterna soñadora habita en ella, una que envuelve a otras mil.


EL GEN PINTOR



No hay un límite abiertamente demarcado entre su taller y su hogar.  Su espacio inmediato está copado por la presencia de sus “niñas soñadoras”, como ella las llama. Cuadro tras cuadro, aquellos seres infantiles de inmensos ojos curiosos se convierten en las primeras anfitrionas desde que la puerta del departamento se abre, pero claro, hay una líder en el grupo, una de carne y hueso. Aún hay luz de día y la ubicación casi estratégica para la entrevista permite percibir cada obra con mayor detalle. No estamos solas, también están Alicia, Frida, una aviadora, varias guardianas, alguna arlequina y otros personajes más que se saben protagonistas del mundo de su creadora, la pintora Flor Padilla. Flor de María Padilla Jaúregui, como narra al máximo su cuenta en Instagram.


Siente que todo empezó cuando era niña, su mundo artístico se fue construyendo en Ayacucho, entre la naturaleza y la libertad a veces infalible que solo la niñez te puede dar.  “Creo que la infancia es la etapa en que los niños saben para qué son buenos, porque no hay ninguna carga de todo lo que te rodea, como la familia o lo que ves en la tele. Eres más original y sigues tus instintos antes que lo que papá, mamá o fulano te diga.  Todo es más intuitivo”.


Ella era la niña que dibujaba sin indicaciones previas, que adoraba contemplar diversas imágenes y buscaba replicarlas. Así, Garfield se convirtió en uno de sus primeros modelos, hacía muchísimas láminas en tanto llegaban más y más hojas de papel bond a sus manos.  Aquellas épocas en las que la mayor preocupación era desear lápices de puntas largas, “¡amaba ver los lápices”, me dice, y tajarlos hasta dejarlos ¡puntiagudamente perfectos


“Una vez vi unas crayolas que tenían 80 colores y pensé ¡tengo que tenerlas! O sea, otros niños, a esa edad, tal vez estaban pensando en algún juguete, pero yo no, yo vi eso, junté mi propina y me las compré porque para mí era como ¡wou, cuántos colores, todo lo que voy a poder hacer con eso! Tendría seis o siete años”.


Sin embargo, no sería hasta la secundaria que experimentaría un acercamiento académico con el arte, "Manitos Creativas” la esperaba, un taller que no la llenó, ella quería dibujar más, pintar más y de pronto su decepcionado gen pintor, inquieto, se encontró haciendo un collage tras otro. “No me hallaba”, repite. Entonces, esperaría varios años más antes del encuentro con alguien que le enseñara el trazo de manera más formal y todo lo que eso representaba, más que algo impulsado únicamente por la intuición o el sentido autodidacta, que hasta entonces había sido la fuerza motriz para todo.  Fue en la adultez que la Escuela de Bellas Artes le abriría las puertas. La espera no significó una brecha grande, pues ese impulso natural que guardan los artistas, sin importar su género, la motivaba a buscar, y a encontrar durante esos años de adolescencia que significaron el aprendizaje constante detonado por la curiosidad y la sed de saber más sobe algo que amaba.


“Cuando estaba en el colegio vivía por Breña, y recuerdo que en las avenidas vendían revistas sobre los grandes pintores del mundo, yo me las compraba, las leía y en eso me gastaba las propinas. Me encantaba leer sus historias, así leí la vida de Van Gogh ¡y me fascinó! Me fascinó cómo alguien podía amar algo tanto y pensar “no me importa si voy a vivir de esto o no” Su vida me pareció increíble, esa pasión con la que pintaba. Así leía la vida de diferentes artistas, otros como Picasso, y siempre me inspiraban. Me encantaba hacer eso y me ponía a dibujar, a hacer réplicas de sus cuadros...”.


El colegio llegaba a su fin, había que elegir, la música o la pintura, el dilema del ¿qué hago?  Siente que cuando se va creciendo uno va siendo influenciado por otras cosas fuera del propio instinto y que las respuestas ya no vienen siempre de adentro y de lo vivido hasta entonces. En aquella época ver a sus amigos músicos la hacían sentir que ella también quería convertirse en una. Nada la hacía sospechar aún que varios años después, y tras una dura lucha personal por el encuentro con su “yo pintor”, se convertiría en una de las artistas peruanas más representativas y demandadas de su generación y el Siglo 21.


LA SINRAZÓN: ELEGIR, DECIDIR, RENUNCIAR


Así, los años pasaron y a los dieciséis, la adolescente a la que le encantaba oír a Paco de Lucía se enrumbó en un viaje a la Escuela de Bellas Artes, uno que duraría muy poco pues la respuesta paterna fue inmediata “¿y terminando qué vas a hacer? ¿de qué vas a vivir? Todo lo que vamos a invertir en tu educación al final no te va a servir para nada, ¡tienes que estudiar algo que te sirva!”.


Entonces, decidió buscar otra cosa. Zootecnia fue la alternativa elegida, sus padres son ayacuchanos y se dedican a la ganadería, así es que se trataba de continuar con el negocio de la familia y mejorarlo.  Luego conoció la Universidad Agraria La Molina y se enamoró del campus, la remitía a su constante contacto con la naturaleza en Soras.  El trato estaba cerrado.  Cinco años de universidad la esperaban, un título universitario y una profesión real con la que ganar dinero por el resto de la vida.


SEGUNDAS OPORTUNIDADES: ELEGIR VIVIR, O MORIR EN EL INTENTO



Quiero saber qué significa para ella ser pintora. La respuesta llega en una avalancha de frases inmediatas, cargadas de añoranza y también de decisión. Ser artista no es sencillo, y la búsqueda puede durar años. Y la misma búsqueda puede tener un fin en el que encuentras lo que quieres, o en el que renuncias y nada cambia.


“Para mí, pintar es la pasión, lo que me mueve cada día a ser mejor y no solo mejor en la pintura, sino como persona. Siento que a raíz que hago lo que más amo, ya soy mejor ser humano. Siento que cuando terminé la carrera de Zootecnia era una persona muy triste. Y cuando estás triste no das lo mejor de ti, das las sobras, ¿cómo puedes dar lo que no tienes, si no eres feliz? En cambio, con esto siento que soy feliz y tengo ganas de hacer mejor las cosas.


Hay mucha nostalgia en el ambiente, los primeros años no son los más sencillos, especialmente en un contexto que resulta una jungla desequilibrada con la lucha por la supervivencia y donde tantas veces los artistas no son percibidos como la especie más fuerte. Sin embargo, el logro está relacionado con la autoestima en constante crecimiento y la capacidad de continuar y desconocer la palabra renuncia. ¿Es así?


“Exacto. Eso es muy cierto. Recuerdo pasajes de mi época en que estaba en esa incertidumbre de si dejar la carrera, o no. Hay una parte en que la conciencia, o la razón te dice: ¿cómo vas a dejar algo que ya levas años estudiando, algo que ya has terminado? En ese entonces estaba por sacar mi título y eran muchas cosas juntas, el sacrificio de mis padres...Y no llegué a sacar la tesis.”


Su familia veía en el certificado de estudios a un salvavidas. Si ser pintora no funcionaba siempre tendría la Zootecnia como colchón para caer y no estrellarse contra el suelo, y no partirse en mil pedazos, y no ser un muerto en vida.


“Y yo pensaba ¿para qué iba a seguir amarrándome a algo a lo que no me quería dedicar? Sentía que eso no funcionaba, que al final no estaría haciendo ni una cosa ni la otra. Si ya sabes que no eres buena para eso, si sabes que no eres feliz con eso, ¿para qué vas a seguir insistiendo? Siento que he vivido cosas muy complejas, pero las más difícil, la que caló fuerte en mi alma ha sido esa etapa porque se trata de ese vacío, de sentir que estás desperdiciando tu existencia, que se te van los años y ¿qué estás haciendo?, ¿para eso viniste a este mundo? ¿esto es vivir? ¿esto es lo que quieres? Creo que ese ese vacío existencial es lo más doloroso que puedes sentir, pero es necesario que ocurra así porque si no tal vez terminas haciendo cualquier cosa.”


Fue difícil, un punto de partida que atraviesan miles de artistas alrededor del mundo, algunos que se atrevieron a dar el paso y que aún sienten incertidumbre, y otros que siguen anexados a un trabajo diferente, añorando el ser capaces de tomar el riesgo total.  Aun así, esa vocecita casi poética que en momentos clave recita una y otra vez soltando un venenoso e intimidante ¿y si no funciona?, ¿y si no funciona?, ¿Y SI NO FUNCIONA?


“Para mí fue una época muy difícil porque incluso sales con tus amigas y ellas ya están en otra etapa, y yo volvía a ser estudiante. Entonces hacíamos planes para ir a comer y yo pensaba si me iba a alcanzar el dinero o no.  Ahora, incluso lo recuerdo con nostalgia porque incluso trataba de pedir lo mínimo porque pensaba "no me va a alcanzar" o "lo que me voy a gastar acá me va a servir para una semana de pasajes". A veces también se trata de tu orgullo porque ya no eres una niña de 20 años que puede decir "ah, es que mi mamá no me dio plata".


Y la duda no mata, pero envenena.  Y las mismas dudas rondan y presionan las venas y arterias emocionales hasta casi dejarlas sin oxígeno por un momento, esperando la renuncia total y la consecución de “algo seguro”.


“A veces también pensaba que mejor dejaba la carrera de pintura un tiempo, trabajar unos años o un año, y después volver, pero también tenía miedo de hacer eso y después no regresar más, porque conocí mucha gente de la Escuela que dejaron la carrera porque no tenían el apoyo de sus padres y nunca más volvieron, después nació un hijo, la familia y ya ¡adiós!”


Flor sentía temor de haberlo intentado y desistir. “Si ya había dejado todo para hacer eso tenía que continuar hasta al final”, recuerda.


VIVIR DE TU ARTE



Daba clases a niños, hacía murales para alguna Municipalidad distrital, trabajó en el Jurado Nacional de Elecciones y más, mientras lograba dedicarse a la pintura a tiempo completo.  Afirma que no se quedaba dormida y no justifica las quejas o echarle la culpa al sistema. “Tienes que hacer algo, no te puedes quedar quieto, sigue trabajando en lo tuyo pero por otro lado tienes que generar dinero para vivir.”


Muchos artistas que comienzan sienten miedo, sin importar la edad que tengan y a la que empiecen, sienten temor de dejar algo "seguro" para dedicarse a "esto". Y para los que lo hacen, muchas veces se trata de dejarlo todo y arriesgarse a perseguir algo en lo que creen fervientemente hasta que llega un punto con el tiempo en el que dicen “Ok. Soy muy talentoso y tengo todas las ganas del mundo, me he jugado el todo por el todo pero ¿cuándo va a entrar el dinero? Genial, estoy produciendo, pintando, componiendo, escribiendo, pero ¿por qué no pasa nada?


Al oír esto la pintora regresa una vez más en el tiempo a sus inicios y habla de lo importante que son algunas personas en tu vida, el papel que juegan en algún punto de tu camino y la fuerza que logran inyectarte no solo para creer que es posible sino para que consigas enfocarte en la prioridad: crear.


“Mi novio también es artista.  Estoy muy agradecida con él porque fue un impulso y no me permitió desistir. Cuando acabé la carrera ya había cuentas que pagar, yo siempre he sido muy independiente y de pronto no podía con todo, me sentía una carga. Recuerdo que me seleccionaron para una exposición venta en BBVA y justo seleccionaron cuatro de mis trabajos, pero faltaba terminarlos y estaba con muchos dilemas porque no había dinero.  En ese momento, justo me llaman para hacer un escenario en el Gran Teatro Nacional, la paga era buena, pero trabajaría hasta las 10 u 11 de la noche y pensé que por fin encontraba una oportunidad para pagar deudas.  Pero Ronald me preguntaba cómo iba a hacer si tenía que terminar de pintar los cuadros para la muestra.  Supuse que podría pintar llegando de noche, hasta la madrugada.


- ¿vas a poder?, me decía Ronald


Y eso es cierto, cuando pinto y estoy cansada al final me arrepiento porque no lo hago como quiero y es porque no estás dando el 100% sino lo que queda, lo estás haciendo por compromiso. Y en el arte eso se siente, se nota.


- Flor, después te vas a arrepentir porque ahora vas a ganar ese dinero y lo otro lo vas a dejar, no vas a hacer los cuadros como quieres, los vas a hacer como sea para presentarlos y de repente ni los vas a vender.


Y había una parte de mí que pensaba que él tenía razón, si había dejado una carrera para pintar, al final iba a hacer un trabajo que no era sobre eso, aunque me pagaran, e iba a dejar de hacer los trabajos que tanto había querido terminar para esa muestra. Entonces, al final dije que no. 


Y esos cuadros los pinté lo mejor que pude, porque tuve más tiempo y me dediqué. Aún recuerdo que todos los cuadros se vendieron.


Hubo uno que al principio no se vendió, me lo pidió una chica y al final no lo compró, pero después ese cuadro se fue a México y esa clienta ahora es mi representante allá y vende varios de mis grabados. 


Y aunque al comienzo me dio pena porque la clienta se había arrepentido, después entendí que las obras también tienen su dueño, han sido creadas para que vayan a cierta familia. 

Por eso ahora hay gente que me dice ¿Y si no se vende tu obra?  Yo respondo "bueno, será porque aún no encuentra a su dueño".


La observo, y desde distintas parees de la casa sus niñas parecen oírla y observarla también. ¿Ya no tienes miedo?, pregunto


"No. Ya no. Esa experiencia me enseñó eso."


Crear es la prioridad, ser feliz y sentirte realizada con lo que más disfrutas al trabajar una necesidad y una demanda diaria pero, con justa razón, todo artista quiere que su talento sea reconocido y valorado, poder vivir de lo que hace y para eso necesita vender su trabajo. Actualmente la industria cultural está imparable, especialmente en ciertas ciudades y sociedades que demandan este tipo de consumos. Latinoamérica no es ajena a este fenómeno, aunque aún está pendiente acrecentar la curiosidad y necesidad por conocer y reconocernos en las expresiones artísticas y en la generación de actividades culturales enriquecidas por la diversidad y las diferencias.  En ese interín, vivir del arte en el Perú sigue siendo un reto titánico, ya sea que pintes, que escribas o que bailes; que diseñes edificios sostenibles, prendas de ropa o seas curador de exposiciones o libros.  ¿Dónde está el secreto?


“El objetivo del arte no es vender o conseguir mucho dinero con esto, sin embargo, eso es una consecuencia inevitable. Cuando empecé a estudiar Bellas Artes mi plan no era ser una gran artista y vender un montón. Mi razón para estudiar era ese sueño que tenía de pintar, de mejorar mi dibujo, de mejorar mis trazos, de algún día ver un cuadro mío y decir ¿yo lo he pintado? Ese era mi gran sueño, pero lo demás vino por añadidura, lo demás se fue dando solo. Creo que cuanto menos pienses “tengo que vender, tengo que vender”, al final siempre ocurre. Pero, si en cambio, vas a desesperarte por las cuentas.es como si alejaras lo que quieres porque esa ansiedad que le metes repele a todo lo demás. No hay que cargar con nuestra ansiedad nuestro trabajo, se trata de ser un poco más libres.”


Hay que tomárselo con más calma entonces, y dejar la huella de libertad en tus expresiones. Una tarea que parece aprenderse con el tiempo, las pruebas, las caídas y siempre...siempre con la puesta en pie nuevamente.


DE MENTORES Y PINTORES


 “Las personas llegan a tu vida por algo, y también se van por algo.”


Para Flor, cuando tienes tantas ganas de que algo funcione, cuando tienes tantos sueños y estás trabajando por algo, todo ocurre. Además, ayuda mucho tener alguien que te escuche. En su caso, la transición entre la Zootecnia y el arte fue un periodo muy duro en el que se sentía confundida y emocionalmente agotada.


“En ese momento había terminado una relación y recuerdo que fui a una clase de Filosofía, estaba muy deprimida porque pensaba que estaba perdiendo mi tiempo, mi vida, estudiando una carrera que no me gustaba y estaba en esa disyuntiva de dejarla o no, a parte el sufrimiento de mis padres, y un montón de cosas más. Y de pronto, dijeron una frase que hice mía - EL DOLOR ES VEHÍCULO DE CONCIENCIA -, decían que cuando una muela te duele no te duele por gusto sino porque está podrida o infectada y si no te doliera nunca te darías cuenta de que algo malo ocurre, simplemente se te caería o, peor aún, te podrías morir por una infección.  Entonces, EL DOLOR ES UNA SEÑAL DE QUE ALGO EN TU VIDA NO ESTÁ BIEN. Y en ese entonces yo sentía un dolor muy profundo, no físico sino en el alma. Yo buscaba el porqué de mi dolor. Y apareció:


¡Claro, eso es! “¿Qué estoy haciendo con mi vida? Siguiendo una carrera que no me gusta, CUANDO SÉ LO QUE ME GUSTA”, por eso me inscribía en cursos de pintura, de madera, de crochet...Todo lo que había, hacía un montón de manualidades, y ahí me sentía feliz. Prefería mil veces hacer eso que estar en una granja.”


Flor considera que hay que estar despierto para ver las señales que van apareciendo y que te guían hacia lo que tienes que hacer, que es continuar. Su vida cambió después de esa clase dictada por un profesor al que hasta hoy recuerdo con mucho cariño,  Ricardo López-Raygada.



EL VALOR DE TU TRABAJO


¿Por qué en los momentos más difíciles las cosas se agravan? ¿Para qué? ¿Hasta dónde el precio de seguir tu vocación prueba tu resistencia y tu capacidad de persistir?  


Una suerte de ring de box, donde cada uno encarna a un Rocky Balboa en la versión más exquisita hecha arte, artista y también luchador que cae acaso noqueado más de una vez.



La pintora recuerda haber perdido dinero por un robo, en el momento más complicado, cuando aquel dinero estaba destinado a la compra de los marcos para sus cuadros, y que entre el llanto y el orgullo pidió ayuda y cómo bien le dijeron “vas a ver que en un futuro te vas a reír de esto, de haber llorado por dinero”.


“Pero así es, así ocurre cuando estás en esa etapa de querer surgir por ti misma.  Todo esto además me enseñó a valorar mi trabajo, a ponerlo en primer lugar, a no dejarlo para el final cuando es lo más importante. Son cosas que te hacen sentir orgullosa y a veces, hasta que no te pasa algo así no entiendes la importancia de tu trabajo."


Aprender a soltar no es sencillo, enamorarse de tus creaciones es inmediato, amor a primera vista real y algunas veces, cuando algo cuesta tanto puede resultar más complicado desprenderse de lo creado.  Al inicio le daba pena ver cómo sus cuadros se iban, por un lado sabía que iba a ingresar dinero, pero por otro ya estaba buscándole sitio a cada niña en su casa.  “Para mí son como mis hijas.  Todo siempre ha sido sobre las niñas ojonas, y en ese momento se trataba de Alicia y una sombrerera, porque siempre pinto los personajes en la versión femenina”.


Para unos el talento y el trabajo duro son la clave.  Para otros la disciplina, el orden y una estrategia. Para nuestra pintora todo eso cuenta, pero hay algo más, una pieza clave llamada “NO DESISTIR” y tener la determinación rotunda de enfocarse y dedicarse en cuerpo, alma y en tomar el cuerpo y el alma del tiempo para invertir la máxima energía posible en tu arte.


Le tomó tres años, luego de acabar la carrera como pintora, sentir que ya podía vivir de su obra, sin pensar en otras alternativas.



EL RECHAZO, UNA Y OTRA VEZ


“Es importante no darte por vencida, a pesar de las cosas que te pasen.  Por ejemplo, recuerdo a personas que me decían ¡me encanta tu cuadro, qué lindo! mañana te escribo, y al final nunca más me escribían y yo estaba esperando el mail. Al final son pruebas que te pone la vida para que te hagas más fuerte y puedas resistir lo que viene después. Eso es importante porque imagínate que todo te saliera bien ¿Cómo aprenderías de la constancia?”


Ahora si me dicen que no ya no me afecta porque sé que ese cuadro no era tan importante para esa persona y SÉ QUE YA LLEGARÁ ALGUIEN MÁS, LA PERSONA CORRECTA.


Pero ¿hasta cuándo ser resistente?, me pregunto y le pregunto. A lo que una pintora convencida responde “Eso depende de cada uno, no hay un tiempo exacto, para cada ser humano es distinto. Lo único que no puedes controlar es que alguien te quiera, pero todo lo demás sí. Tú puedes seguir trabajando duro, esforzándote más y a la larga siempre va a funcionar. El problema surge cuando estás ansioso y poniéndote límites,


De pronto la nostalgia ha dejado de tener sabor a pasado y el presente se apodera del ambiente ante una mirada idealista y realista al mismo tiempo “ Creo que para cada ser humano es diferente porque todos tenemos distintas pruebas que pasar en esta vida y siento que vinimios para aprender a ser mejores seres humanos y mejores en lo que hacemos también. Y para otras personas la misma prueba de repente es más difícil, pero eso ocurre porque tienen que superar eso para poder pasar al siguiente nivel”.



LA SOÑADORA QUE TODAS LLEVAN DENTRO



Sus niñas revelan un sentido innato de la libertad, desde el cabello llevado por el viento hasta el aire puro que emana de cada cuadro tan solo con observarlo y quedarte pegado ante él sintiendo que eres uno de los personajes o que quisieras transportarte, aunque sea por unos minutos, al espacio exacto de esa realidad.  


Sus colores exudan nostalgia, pero no tristeza.  Se trata de una combinación esperanzadora de la ilusión aunada al sentido concreto de la realidad, una que es más pura, más limpia, más justa quizá desde el lenguaje de los sentidos que enmarca un estado idealizado.


Parece que la niña que estaba corriendo mientras jugaba se ha detenido un momento para posar para el lente de una cámara, en este caso para los ojos de una pintora que retrata la belleza de la infancia en niñas que sueñan con convertirse en lo que la regla social no siempre indica que una mujer debe o puede ser, pilotear un avión, cuidar del mundo entero, luchar por conservar el planeta y lograrlo, superar los cánones de las sociedades enraizadas en estereotipos femeninos destinados a temas como la maternidad o el cuidado del hogar.


En tiempos en que la lucha por la igualdad de género supera los discursos feministas y calan hondo en sentimientos y necesidad de logro, de valor por lo que haces sin distinción alguna, de reconocer el esfuerzo, el talento y la capacidad femenina de hacer todo lo que su contraparte generacional ya hace, Flor Padilla reivindica su sentido de la feminidad a través de sus Soñadoras, y le da a su propia voz infantil, a su niña interior todo aquello que de pequeña no pudo decir a gritos, como tal vez hubiera deseado. 


- ¡Yo también puedo hacer eso! 


- ¿Y qué es “eso"?


- Eso que dicen que solo los hombres pueden hacer. Yo también puedo hacerlo.


No se define como feminista, dice que nunca se ha puesto a investigar precisamente el significado de la palabra feminismo, sin embargo, siente que vivimos en una sociedad muy machista “Y cada vez mi conciencia se va dando cuenta de eso y hasta me da vergüenza", afirma.


“Por ejemplo, cuando vas a comprar el regalo para una niña ¿qué encuentras? La muñequita para cambiarle el pañal, darle la leche, la cocina, la plancha, la lavadora. ¿Por qué no puede ser una niña que tenga un carrito con el que sale a trabajar o una superheroína? Hay un par de heroínas, nada más. En cambio, para los niños todo es sobre el superhéroe, el carro, todo es sobre aventuras, descubrir, el astronauta. ¿Por qué te malogran el cerebro desde chiquita? Te meten el chip desde niña que tu fin en esta vida es ser madre, y ya. Antes no me cuestionaba todo eso, ahora me da cólera y reniego, y siento que esas cosas tienen que cambiar, tengo muchas ideas claras. De alguna forma vivimos en un patriarcado total.”


Flor habla de la niña cuestionadora desde la mirada, de la niña desafiante, que no tiene miedo de preguntar, de saber más, de intercambiar roles sin dejar su feminidad de lado, de la niña que tiene alas para volar y llegar hasta el infinito, sin miedo a conocer uno y mil destinos más.  La niña heroína de su propia historia, y que solo por eso construye el camino para otros más. Flor vuelve una vez más a la infancia y afirma que siempre piensa en el poderío de sus niñas libres cuando pinta


“¡Claro! Y mucho, es que siento que de niña siempre fui así. Cuando era chica, en Soas había cosas que yo quería hacer, por ejemplo cosas que veía que mi papá hacía con los animales, que solo las hacen los hombres yo quería hacerlas y las hacía para demostrarle que yo también podía . Para mí era un reto, ¿por qué creer que todo esto no lo podía hacer también una niña o una mujer?"


Dice que de “chiquita” era muy incisiva, pero que con el tiempo fue perdiendo todo eso hasta que lo recuperó con ellas, con sus niñas, con su obra única.  Cada una de sus pinturas enmarca a un personaje que guarda a Flor en la raíz, a una pequeña Flor que también retaba a la vida, a su padre, a los cánones establecidos. No descarta pintar niños, pero por el momento dice “estar con esa fuerza”.


“A veces me preguntan por qué no las pinto más sonrientes, más alegres. Y yo les respondo, pero ¿acaso la mujer está siempre así? Estamos acostumbrados a ver a la mujer como la dulzura andante, todo el tiempo, y a mí siempre me han gustado las mujeres pensativas, cuando veo una foto que me llama la atención es cuando captas los pensamientos de alguien, una mujer que te intrigue no alguien que piense - yo quiero ser dulce para gustarte-“. 


Sus niñas le dan, además de la paz y la libertad de la expresión total, una voz que de otro modo tal vez estaría silenciada, el contacto y cariño de personas que aunque no la conocen valoran y agradecen su trabajo, se identifican y se van a casa con una Soñadora como un nuevo miembro de la familia.  La conexión que establece con sus seguidores, el entendimiento mutuo de la obra es lo más importante para ella.


“Una vez una chica vio Sueños de Libertad y sintió que ese cuadro había sido pintado para ella, sintió la misma nostalgia que yo sentí al pintarlo y me pareció increíble cómo pudo haber captado esa energía, sin saber nada de mí, porque nadie le había dicho de qué trata la historia del cuadro, por qué se había pintado. Y así me ha ocurrido con muchas personas más. Saber que han conectado conmigo, por la imagen, eso es mágico. Para mí eso no tiene precio. Y al final, es eso lo que te llevas, no te vas a llevar la plata, no te vas a llevar la obra, sino que te llevas eso, las experiencias.”


La vida la ha llevado por un camino que no imaginó crecería como lo está haciendo, y su obra autobiográfica en gran sentido le ha dado un regalo más, entender al mundo más grande de lo que tu propio espacio te puede revelar. “Que esto te conecte con personas que son tan diferentes a las de tu entorno, y alas que quizás no hubieras conocido si no fuera por tu carrera”. Una vez más, antes esto menciona la palabra “mágico”.



LA TIERRA LINDA


En sus obras, sus personajes siempre están en contacto con la naturaleza, los árboles, las mariposas los pájaros, el cielo colorido.  Sin duda alguna, su niñez en Soras influyó en su percepción estética de la realidad y el uso del color.  


Flor llegó a Lima a los seis años porque, como también le ocurrió a otros artistas peruanos, el terrorismo se apoderaba de la Sierra peruana durante los años 80.  Muchos migraron a Lima en búsqueda de paz y seguridad, ella no fue una excepción.  “Mi papá fue amenazado de muerte y era una necesidad salir de allá, el pueblo de mis papás fue uno de los que más sufrió y ellos sabían que en cualquier momento podían morir y no querían eso para sus hijos. Solo volvíamos en las vacaciones del colegio.”


Aún recuerda sus primeros años en la Sierra,  la distinta que es de Lima, el tener que dormir temprano porque no había luz, ir a la chacra también temprano a ver a la vaca, su contacto constante con la naturaleza. “Fue una época muy bonita, especialmente porque me hizo más sensible a todo eso. Por eso me apena mucho todo lo que los seres humanos estamos haciendo, destruyendo el planeta.


ENTRE EL RACISMO Y LA CRUELDAD


Tiene recuerdos lindos de sus años entre Soras y Lima. Pero también rememora algunos pasajes que son el reflejo de una sociedad que en lugar haber transformado y superado complejos de inferioridad, tan solo ha maquillado su sentido de valía y complejos ante la raza y las clases sociales.


Aprendió a hablar el quechua casi sin darse cuenta, y además recuerda la comida deliciosa que solo se come allá. “Pero también me acuerdo que cuando llegaba a Lima, a las clases del colegio, llegaba con las chapitas en el rostro y con un poco de dejo porque todas las vacaciones había hablado quechua y a veces las niñas son muy crueles y me decían ¡Serrana, chola!. Pero yo nunca he dejado que me pisoteen, entonces me peleaba con ellas y les decía “¡y qué diferencia hay entre que tu seas limeña y yo sea una serrana! ¿te hace mejor? ¿por qué?” Y era peor porque me querían pegar, y a veces me pegaban. Y yo me preguntaba ¿por qué? No entendía por qué te tenían que menospreciar por eso. Me volvió a pasar de adulta, en la Escuela de Bellas Artes, pero la sensación fue distinta, si ella era una persona preparada, que también estaba estudiando una segunda carrera como yo y era mayor, ya no era una niña, entonces me di cuenta de cómo vivimos fragmentados entre nosotros.”


Nuestra sociedad latina, específicamente la peruana, es una sociedad que tiene enraizado el tema “racismo” entre otros tipos de discriminación, y el reflejo de dicha clasificación y sus efectos es narrado de algún modo a través de más de un género artístico, probablemente desde hace muchas décadas. 


“Lo que pasa es que el racismo no tiene fronteras, no porque seas artista estás libre de tener prejuicios, eso al final está en todo. Habrá menos de repente, pero creo que hay de todo, en todas partes. Es como la corrupción que está incrustada en todos lados, en cualquier institución, es que es como el gobierno, porque supuestamente entra un nuevo gobierno a cambiar todo y de nuevo la misma corrupción, y de nuevo las argollas y entonces, es como que no puedes zafarte de eso.”



CAMBIANDO EL DISCURSO


Muchos de los artistas peruanos que vivieron la crisis terrorista y económica durante la década de 1980 y 1990 mantienen en su obra ecos de una lucha personal contra algo que aniquila sociedades no solo físicamente, sino que deja huellas y cicatrices emocionales que en el fondo, se apropian de aquello llamado miseria, aún con índices económicos en alza, la realidad palpable es la de una comunidad socialmente lastimada.  


Sin embargo, a pesar de haber vivido la misma crisis, la obra de Flor abraza los lazos infantiles y el color como medio para mostrar una cara distinta, aún en medio del infierno.  La añoranza de una vida distinta, la inocencia aún existente en todos y en todas, la paz de la naturaleza reflejada en los animales y que es la misma paz que emanan aquellos ojos inmensos, aunque siempre cuestionadores, de cada una de sus Soñadoras. No hay corrupción en sus trazos ni es sus tonalidades, aun cuando la presencia de la sombra es necesaria, y cuando la nostalgia asoma en la mirada de cada niña, su mensaje es pacífico, retador sí, pero pesa más el color del cielo azul que el peso del tiempo destruyéndolo todo.


“Es que yo siempre he tenido claro, antes incluso de crearlas (a sus niñas), que para concienciar a la gente del dolor o de lo que está pasando en el mundo no hay necesidad de ponerles una imagen de alguien que está sufriendo, sino todo lo contrario. Hay que inspirarles algo más elevado.  A mí me sorprende cuando viene alguien y me dice -tu cuadro me da paz-, o que cuando llegan del trabajo ven una de mis obras y suspiran diciendo “¡qué lindo!”, que les inspira cosas buenas, no les recuerda que el mundo está hasta las patas, porque de eso ya hay un montón en las noticias o en Internet.”


Su narración es sobre el retrato de las niñas y las mujeres reclamando su poder.


“Para mí La Aviadora, es esa niña que sueña con volar y que no solamente está esperando que algún día se le realicen los sueños, sino que ella ya construyó sus propias alas, y que tiene ese compañero, ese avatar que la acompaña y  que en este caso puede simbolizar la protección.”


Flor siente que no pertenece a un lugar específico, ella es la pintora que ama viajar y aún queriendo mucho a su país natal, solo cuando está muy lejos se siente libre, cuando desconecta todo y se deja llevar por nuevos espacios, acaso desconocidos.


“Es que nunca me he sentido de un solo lugar. No siento que sea de Ayacucho, ni tampoco de Lima. Es como si no tuviera una raíz, porque allá no he vivido todo lo que he tenido que vivir y cuando voy allá siento que soy una forastera y acá, enLima, igual. Pienso que lo que al final hace que te sientas en casa son los lazos de amistad que haces con las personas, finalmente Lima es mi casa, porque acá están los seres que más quiero, mi familia. PERO LO QUE AL FINAL HACE QUE TE SIENTAS EN CASA SON LOS LAZOS DE AMISTAD QUE HACES CON LAS PERSONAS. A PESAR DE TODO LIMA ES MI CASA, porque acá están los seres que más quiero, mi familia."



DREAMS OF FREEDOM



“Sueños de Libertad” es su obra icónica, en sus dos versiones, la imagen de la niña rodeada por mariposas coloridas volando alrededor de ella, el viento soplando y su huella jugando con el cabello de la protagonista. La niña linda, llena de luz, de paz, de tranquilidad contagiante, de libertad añorada.  La limpieza del trazo es abrumadora, específicamente en este cuadro, la unidad de las facciones generadora de belleza y el equilibrio del espacio que se conjuga con el tiempo que parece estático, un tiempo que no se quiere mover de ahí porque está en estado de perfección.


Ella es libre y quiere dejar en libertad a todo lo que la rodea, y es en esa libertad que otros quieren permanecer ahí.  Finalmente, es el espacio donde todos encontraron las respuestas, el lugar donde el corazón señala que hay que estacionar.


“El original de ella lo tengo en mi cuarto y no lo vendo. Es mi ícono, se llama Dreams of Freedom porque ella quería que sus sueños se hagan realidad y dentro de mi lucha personal, de dejar las cosas que tenía para buscar una paz interior que no lograba encontrar sentía que solo de vez en cuando sacar a pasear a esa Flor soñadora, un rato, esos días en que sentía que esos sueños estaban por ahí queriendo forjarse. Cuando logré encontrar esa paz, cuando supe que tenía que dejarlo todo pude ser libre, FUI LIBRE DE TODO, ya no me importó lo que me iban a decir mis papás, si iba a vivir de esto o no, -ya se verá-, pensé.  Pasar esa valla me hizo ser libre.”


La pintora para quien la Sierra peruana representa su corazón, que no logra descifrar fácilmente, en una sola palabra, el significado de mujer, es algo complicado, siente que hay muchas cosas pendientes para ellas.  La autora para quien cada niña siempre es Flor, esa niña que creció idealizando la libertad como algo que todos debemos descubrir, con las herramientas que tengamos, con el camino que le toque a cada uno, desde sus propias pisadas y las huellas únicas que se vayan dejando a lo largo del viaje, que siempre es irrepetible para cada ser. “El riesgo es parte de la vida”, me dice. El amor es su madre, y madre es ella misma.  Papá también significa amor, aunque muchas cosas más, hay que tomarse un tiempo para responder ante las memorias de una figura tan influyente en su vida. Óleo y pintura son sinónimos, Alicia es fantasía y pintar simplemente es VIVIR.


La pintora Flor Padilla junto a sus "Cat Girls"

“El arte es básico en la vida de las personas, y no solamente la pintura, sino también la danza y la música. El arte te hace ser un ser más sensible, entender mejor la naturaleza, ser más perceptivo. Pintar y dibujar te hace ser más observador con tu entorno, contigo. Y el arte dramático te sirve mucho para desenvolverte en un mundo donde es necesario saber expresar lo que piensas y lo que haces. A veces, me da pena cómo ahora hay colegios que retiran el arte de sus cursos, quitan algo que es importante para el alma.  El problema es que nos hemos vuelto tan materialistas que todo es trabajar, ganar dinero ¿y tu alma? ¿y lo que tú eres? ¿y tú esencia de ser humano?”


Leer a Herman Hesse y al Gabo, el gran Gabriel García Márquez, marcaron una época importante de su vida, esos días en que compraba todos los libros que podía. Hoy dice que colecciona libros ilustrados y mientras aprende inglés, apuesta por el mundo mágico de Julio Verne.  Su mundo gira en torno a más de una influencia, la música ha formado parte de su vida desde siempre y hoy Bob Seger y especialmente la cantante LP, Laura Pergolizzi, constituyen dos de sus cantantes favoritos, dice que en cualquier momento volverá a tocar la guitarra y a descubrirla mucho más.


“¡Qué coraje!”, afirma enérgicamente cuando piensa en Greta Thunberg, la adolescente y activista medioambiental, se identifica con la joven que a los 16 años no se calla nada, ni parece temerle a nadie. “Creo que a esa edad yo también estaba en esa etapa de querer cambiar el mundo y creo que son los jóvenes los que lo van a hacer, por eso es tan importante la educación para ellos”, continúa.


Viajera con alma de artista y artista del mundo por profesión, si tuviese que elegir una ciudad inolvidable “¡Brujas!”, suspira mientras decide. “¡Me encantó Brujas!, me gustaría quedarme allá a pintar por un tiempo, es una ciudad tan tranquila, con esas casas que hacen que sientas que estás viviendo cientos de años atrás...”.


Madre de varias soñadoras de ojos enormes, considera que la ignorancia te hace infeliz.  La mujer que un día oyó las palabras exactas que necesitaba escuchar, en el momento preciso y que así, encontró todo lo que requería para sentir paz: PINTAR. 


Había una vez una niña llamada Flor, que soñaba con amar, con buscar y con encontrar.  Había una vez una niña que descubrió la vida en un pequeño pueblo llamado Soras, entre nubes de algodón y el cielo más perfecto que algún par de enormes ojos puedan imaginar; allá, entre mariposas, pájaros, árboles y el olor al aire puro de los Andes peruanos.  Había una vez una niña que creció y que, al ritmo de su propia música, y de los tiempos destinados para ella, pudo descubrir el significado de la palabra vivir, ¿o de la palabra pintar? Bueno...es que significan lo mismo.  
...Y así, el sueño se hizo realidad...Antes de que el reloj marque las 12:00.


Los veo en LitiArt INSTAGRAM con mucho, mucho más sobre Flor y nuevas historias de arte!!! Click aquí https://www.instagram.com/litiart/?hl=es-la :)


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