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FEDERICO ARCOS: LA VIDA QUE MUERE Y VUELVE A NACER

Foto del escritor: LUCY QUINTANILLALUCY QUINTANILLA

Actualizado: 25 may 2022


He visto la masacre...

Es solo que no entiendo

cómo la gente puede hacerle eso

unos a otros


- James Nackthwey

War Photographer (2001)





Escribe Lucy Quintanilla



UN DÍA EN UCRANIA


“Un día salía de Bucha, iba en un auto con un periodista ucraniano y habíamos estado viendo varias localidades por allí, hablando con militares, con personas que se habían quedado durante la ocupación, otras que regresaban a reconstruir sus casas. Había estado todo el día nublado y de repente salió un rayito de sol, pasamos por el lado de una acera, hay dos niños, uno sentado y otro de pie, no íbamos a mucha velocidad.


Al primer niño no lo distingo mucho, parece que nos está saludando; al segundo sí lo veo bien, ESTÁ de pie, un niño precioso, me da la sensación que tiene los ojos azules o lo he puesto así en mi imaginación, no lo sé, me está saludando con la mano, con una sonrisa en la cara y con una K47 colgada del cuello.

Eso sí me pareció fuerte, mi sobrino tiene cinco años y dentro de dos años igual que a ese niño podría verlo así. Y, es que a lo mejor solo tenía siete años, no es un niño de la guerra, es un niño al que la guerra le ha venido de repente y está armado en la calle y no tiene consciencia, no sabe, seguramente el día anterior a la guerra, hace dos meses, había estado jugando con sus animales, con sus muñecos, en algún sitio con sus amigos. Igual que los chicos que mandan a la guerra, que el día anterior estaban haciéndose videos para Tik Tok y, de pronto, ESTARÁN METIDOS EN UNA CARNICERÍA.” - va narrando Federico Arcos, el testigo de lo que va ocurriendo a lo largo de esta entrevista.



EL ODIO ESTÁ EN EL AIRE


El 24 de febrero de 2022 una noticia daba la vuelta al mundo, a las cinco de la mañana Rusia invadía oficialmente Ucrania y un conflicto que llevaba años tomando cuerpo finalmente explotaba...literalmente, iniciando una ola de terror para muchos y una secuencia de hechos deplorables que no tiene, todavía, fecha de caducidad.




Nací en los 80s y crecí, más consciente de todo lo que ocurría alrededor, durante los 90s. Dos décadas que en mi país, Perú, fueron una marca en la piel a costa de fuego, pólvora, cenizas, terror y muchísima sangre inocente. Era pequeña para entender lo que ocurrió durante esos años gracias al genocidio de Sendero Luminoso y su salvajismo genético, pero sí recuerdo el pánico establecido en el aire, los apagones constantes, el toque de queda para los adultos que me rodeaban y, especialmente, las noticias diarias anunciando y describiendo la barbarie cometida entre seres humanos día tras día. En 1990 vendría la dictadura de Alberto Fujimori y una nueva historia de horror para una sociedad entera.


Nada se podrá comparar con el dolor, el pánico y la ausencia que sufren los protagonistas de las guerras, pero para los que percibimos la barbarie a través de las fotografías, los videos y las historias hechas texto el mundo suele convertirse en un signo de interrogación infinito, sin respuestas precisas a tantos ¿por qué? o ¿para qué?


Quizás muchos no hemos vivido una guerra internacional, pero los conflictos armados, de cualquier índole, dejan una huella social imposible de borrar. Las torturas, violaciones contra cientos de niñas, adolescentes y mujeres adultas, los asesinatos en potencia, los mutilados, la destrucción entera de miles de kilómetros donde alguna vez hubo vida, el saqueo de casi todas las oportunidades y el sufrimiento indescriptible de tantos, humanos o no. Aunque la vida siga y las cicatrices intenten desaparecer, siempre sorprenderá lo que la maldad y la mente humana sin límites puede hacer y cómo, gracias a eso, tantos seres quedan desprovistos de todo, ellos y ellas, las víctimas sin principio ni final, sin juicios ni explicaciones, sin razones claras, soluciones o calmantes permanentes para tanto tormento.


Esta es una historia sobre la fotografía y su poder incalculable para impactarnos, quizás movilizarnos y recordarnos lo que significa la libertad...la libertad real.


“Ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos” - me dice Federico Arcos, arquitecto y fotógrafo español que hace poco dejó Ucrania observando y escuchando directamente lo que tantos solo percibimos de lejos.



SIN ESPACIO



- ¿Qué encontraste del lado del ser humano?
- Que la mayoría son personas, como tú y como yo, indistintamente de que sean militares o no...
Y también he encontrado que la guerra la hacen niños, son críos los que cogen un arma y se van a dar tiros, todos menores que yo.

Todo el mundo sabe lo que va a pasar. Es tan fácil firmar un acuerdo en un minuto, pero es una cuestión de opinión pública. Entonces, los que tienen el poder mantienen una guerra en la que muere mucha gente, en la que hay muchos desplazados, en la que se pasa todo muy mal porque el presidente ruso quiere quedar bien delante de su país, el americano también, el británico igual y la Unión Europea está un poco perdida sin saber qué hacer.

A menos de tres meses desde que comenzara la invasión rusa, las imágenes de esos primeros días no dejan de impresionar y confirmar lo que ocurre hoy. Tenía tanto sentido dejarlo todo para no verse expuestos al vacío profundo que va generando una guerra, segundo a segundo y en cámara lenta mientras el tiempo sigue pasando. En las fronteras de Ucrania, cientos de personas seguían caminando, horas tras horas, docenas de mujeres y niños, era invierno y las temperaturas heladas, era de día, de tarde de noche y seguían intentando encontrar un lugar donde refugiarse, sin mayores señales de que lo que recién empezaba pudiera mejorar.


- La gente que se ha quedado no tiene agua, luz ni gas y la ayuda no les llega, sobre todo las personas mayores que no tuvieron la facilidad de alguien joven para coger las cosas rápido y salir rápido.
- ¿Y cómo viven? - le pregunto.
- Viven mal, con frío y muchos han muerto de hipotermia. Se juntan entre los pocos que se han quedado en el sitio ocupado, sacan una olla a la calle, encienden un fuego de leña y cocinan lo que a lo mejor alguien que sabe pescar ha traído del río, tres pescados pequeñitos con los que hacen un caldo para cinco.

Sería un reto interminable preguntarnos por qué las autoridades políticas alrededor del mundo hacen y dejan de hacer, solemos construir tantos debates interesantes alrededor de esa esfera que abre tantos diálogos, muchas veces solo para volver al punto inicial en donde simplemente no hay respuesta. Entonces ¿qué queda? Quizás dejar de ser un observador pasivo sea un buen inicio, rellenar el espacio que, a veces, los medios de comunicación dejan en blanco porque muestran solo una parte de la realidad, hacer por cuenta propia y crear resultados, sin esperar nada a cambio.


En Varsovia coincidí con un chico que está ayudando desde el primer día, una sola persona que hace un mes ya había dado ayuda directa a 500 familias, la labor de una única persona que parece impresionante. Y ayuda directa, en su caso, era ALOJAMIENTO Y TRABAJO, no solo colocar a alguien en un sitio sino también un trabajo para que pueda aprender el idioma y empezar a generar para poder vivir de verdad.


LA MIRADA PARCIAL


¿Por qué crees que hay tanta indiferencia, por qué se genera tanta distancia ante un desastre que no todos estamos viviendo en carne propia?

Tanto los ucranianos, como los rusos, como los españoles, como los americanos como los peruanos SOMOS TODOS SERES HUMANOS. Me da igual quien sea, he entrado por Polonia, he estado en el lado ucraniano, me hubiera gustado estar también en el lado ruso y seguramente hubiera visto cosas muy parecidas PORQUE TODOS SOMOS PERSONAS.

Creo que hay mucha hipocresía. Ahora mismo hay unos setenta conflictos armados en el mundo. Esta noticia quizás es importante porque ocurre dentro de Europa. Es verdad que al darse tanto poder mediático la gente se ha solidarizado más, si la guerra en Siria, la de Irak, Líbano o en Etiopía nos la hubieran contado como nos cuentan las cosas ahora con Ucrania seguramente hubiéramos pensado “pobre gente, vamos a ayudarlos”. Supongo que hay que mover a la opinión pública en un sentido u otro para que tu parte de la guerra tenga una repercusión social que sea buena, cada uno cuenta las noticias según sus intereses.


ELLOS, LOS OTROS



Hubo una señora que entrevisté, tenía la casa destruida y detrás de ella los impactos de bala del conflicto. Volvía y se puso a llorar, y me decía que no entendía por qué los atacaban y lo repetía...


“No lo entiendo, no lo entiendo, no lo entiendo...”

Tendría setenta y muchos años. La gente mayor lo pasa muy mal. Los niños pequeños ahora no son conscientes, pero esto les va a traer muchas consecuencias. Un adulto seguramente ya tiene otras herramientas psicológicas, pero ellos, no. Al final han sido esas historias personales lo que me ha impactado más


Federico también menciona a los hombres más jóvenes, los que se tienen que quedar, sin opción a elegir, los que tienen prohibido salir del país porque en cualquier momento se les puede llamar para que vayan al frente de guerra y, de la noche a la mañana, verse envueltos dentro de un batallón y una lucha armada en la que no se sabe qué ocurrirá con ellos, si volverán o no.



BAJO UN NUEVO HORIZONTE




Es probable que los daños estructurales, con el paso del tiempo, antes o después, según la economía y cómo la manejen, siempre puedan ser resueltos. Pero, el tema emocional que está siendo golpeado de forma brutal probablemente será mucho más complicado de resarcir en general, no importa si eres niño o adulto mayor.


Viendo tus fotografías, entre todas estas personas algunos no sabrán cómo seguir, quizás ya no quieren vivir, no saben cómo volver a empezar o qué seguirá, conviviendo constantemente con la incertidumbre. ¿Qué has encontrado en tu vínculo con todos ellos respecto a la vida hoy, la idea de futuro y esa frase que dice “la vida continúa”? ¿Cómo sigue la vida para ellos, tienen ideas, planes, sueños o están totalmente enfrascados y no saben a dónde ir?

Depende quién y depende qué. Tiene mucho que ver con el momento generacional en el que estás. Por ejemplo, en Varsovia, había unas chicas que salían por primera vez y se tomaban eso como una aventura, estaban bien y bastante divertidas con la idea de bueno, vamos a probar, vamos a experimentar y sí tenían esas ganas y esa ilusión de empezar en un sitio nuevo y lo hacían con convicción.


Pero, también he entrevistado personas que están solas, mayores, que no ven un futuro delante.


De hecho, me llamó poderosamente la atención que incluso así estas personas te dedicaban una sonrisa. No saben qué será de su vida, de su futuro, su país está en guerra, no tienen familia, ni un sitio a dónde ir, no tienen dinero, no tienen nada, ni un subsidio y están ahí y esto es lo que hay. Y todavía me permito el lujo de sonreírte y hacer alguna broma sobre algo.

Qué valentía y qué fuerza interior para tomarse las cosas así.

No lo van a tener fácil...evidentemente.



DE PADRES Y MADRES


- ¿Cómo está siendo el panorama para los padres de familia ante la incertidumbre porque el hijo se va y no saben si volverá o si la hija está totalmente violentada? Porque es probable que les pueda doler más la partida del hijo y todas las dudas que sienten que la propia guerra en general.
- La incertidumbre siempre ha sido lo más difícil de llevar para la persona que está del otro lado. Porque claro, cuando no sabes todos son miedos, cuando sabes es “mi hijo está muerto”, ya tienes algo, sabes que ha fallecido y ya le puedes llorar. Pero, si a lo mejor no tienes comunicación con él y no sabes si está vivo o muerto, para ti es muy difícil, tú sobre todo quieres saber en qué situación están tus seres queridos.

También entrevisté a un padre que llevaba sin saber de su hijo tres semanas, nada. No sabía cómo estaba y la pena se le veía en los ojos. Cuando miras a alguien directamente a los ojos y tiene una historia de vida tan dura, sus ojos también te transmiten ese brillo, también te cuentan muchas cosas. Y se le notaba la emoción mientras hablaba y aunque es verdad que son duros, que sus expresiones son frías, si ves un poco más allá él tenía su regalo del cielo que era su hijo y ahora no sabía nada de él, ni siquiera si estaba vivo.


- ¿En dónde está la esperanza para ellos, a qué se aferran?

Creo que la gente de los países del este de Europa es gente con mucha resiliencia y, a veces, les es difícil demostrar lo que sienten a diferencia de cómo lo hacemos los latinos respecto del dolor, el amor, la pena, el hecho de tocarnos, de sonreír. Eso no significa que no sean personas igual que nosotros y que no lleven la procesión por dentro.


Se aferran a lo que nos aferramos todos: A QUE LAS COSAS CAMBIEN, eso me lo han dicho muchas veces. Quieren que la guerra se acabe para empezar a recuperar El país.

Hoy tengo muy claro que la guerra va para largo.


SIN DESTINO



También pasan muchas cosas con la infancia, dentro y fuera. Han desaparecido muchos niños en la frontera y van para la trata o para el tráfico de órganos. Y eso pasa y ocurre todos los días, se le debería dar más importancia porque es un problema. Tanto las mujeres como los niños siempre están en una posición de inferioridad, son quienes lo pasan peor y lo van a pasar peor, eso está claro. ¿Deberíamos dedicar más esfuerzo a eso? Evidentemente. ¿Se hace? Bueno, si se hiciera A LO MEJOR NO HABRÍA GUERRA.


Lo más triste, lo más difícil, es quien está desprotegido, las personas y los animales también. Lo demás...todo tiene solución, los daños materiales se recuperan.


IMÁGENES PARA LOS QUE VENDRÁN

Es verdad que una fotografía cambia las cosas, porque se moviliza a la opinión pública. La imagen, si es suficientemente buena, puede movilizar, te puede crear un sentimiento, una ilusión, te puede remover algo por dentro.

Tengo que contar historias verdaderas sobre cosas que ocurren, es por la gente que viene detrás de nosotros y que va a encontrar muchos problemas. Ellos tienen que hacer los cambios, no les queda otra opción. Ya sea por el cambio climático, por sobrepoblación, por migraciones, por mil cosas.


Yo no creo en el cambio del que hablan muchos, que vamos a cambiar porque el hombre es bueno. No. Somos como somos, la envidia es inherente al ser humano, la guerra es inherente al ser humano, eso no lo vamos a cambiar. Tendremos que adaptar algunas políticas diferente si queremos sobrevivir. Las nuevas generaciones están preparadas para hacerlo y hay que dejarles un legado con el que puedan hacer algo.



UNA VISIÓN MUY PERSONAL


Por qué somos como somos, por qué hacemos las cosas que hacemos, POR QUÉ REPETIMOS LOS MISMOS ERRORES UNA Y OTRA VEZ

Federico dice que anda buscando el conocimiento sobre la humanidad y que ir a Ucrania fue una decisión basada en una búsqueda personal. Considera que nuestra historia es una de guerras y quería saber de qué se trataba todo eso.



- ¿De dónde surge esa necesidad para alguien que ya viene viajando durante tantos años, encontrando culturas que de uno u otro modo conforman espacios minoritarios, más débiles? - le pregunto.
- Supongo que, al final, lo hago por mí mismo. Es ese conocimiento humano lo que quería ver allí. Es parte de mi propia evolución.


Créditos: Todas las fotografías han sido tomadas

con la autorización de Federico Arcos Zafra

de su cuenta de Instagram.




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